La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 10 _ ser su emperatriz
Al día siguiente, mientras desayunábamos en el gran comedor de la fortaleza, Ian parecía más tranquilo de lo habitual, aunque su mirada seguía afilada como siempre. Me observaba en silencio, como si estuviera midiendo cada uno de mis movimientos, cada palabra que decía. Sabía que algo rondaba en su mente, pero no estaba preparada para lo que sucedería después.
—Kiara —dijo de repente, colocando su copa de vino sobre la mesa con un movimiento controlado—, tengo una propuesta para ti.
Lo miré, arqueando una ceja. Ian no era el tipo de hombre que usara esa palabra a la ligera.
— ¿Una propuesta, Su Majestad? —pregunté, intentando mantener la compostura mientras mi curiosidad crecía.
—Sí —respondió, inclinándose ligeramente hacia adelante—. Quiero que te conviertas en mi emperatriz.
El aire parecía congelarse a mi alrededor. Mis pensamientos se detuvieron por un instante mientras intentaba procesar sus palabras. ¿Emperatriz? ¿Yo?
— ¿Está hablando en serio? —pregunté, tratando de ocultar mi sorpresa, aunque sabía que mis ojos me delataban.
Ian sonriente, una sonrisa tranquila pero calculadora.
—Por supuesto que sí. Ambos sabemos que no soy un hombre que haga bromas.
Me recosté en mi silla, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿Y por qué yo? Hay muchas mujeres en este imperio que estarían dispuestas a ocupar ese puesto sin dudarlo.
—Porque ninguna de ellas tiene lo que tú tienes —dijo Ian, cruzando los brazos—. Inteligencia, ambición y, lo más importante, una voluntad inquebrantable para lograr lo que quieres.
Su respuesta me tomó por sorpresa, pero también me halagó, aunque nunca lo admitiría.
—¿Y qué ganarías tú con esto? —pregunté, todavía desconfiada.
Ian se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, mirando hacia los vastos terrenos de la fortaleza.
—Poder, Kiara. Aliarme contigo sería un movimiento estratégico. Eres una Lombardini, y aunque estés desterrada, tu nombre sigue siendo uno de los más influyentes del continente. Además, veo en ti un reflejo de mí mismo. Sabes jugar el juego del poder, y no me importa tener a mi lado a alguien que pueda desafiarme.
Su sinceridad era desarmante, y por un momento, consideró lo que significaría aceptar su propuesta. Ser emperatriz no solo me daría acceso a una posición de poder que jamás había imaginado, sino que también sería la oportunidad perfecta para regresar a Liu con una posición tan alta que Marionela y el príncipe Alber se quedarían sin palabras.
Imaginé sus caras al verme entrar al palacio, no como una noble caída en desgracia, sino como la emperatriz del imperio más grande del continente. Ese pensamiento me llenó de una satisfacción que casi me hizo sonreír.
—Y bien? —preguntó Ian, volviéndose hacia mí—. ¿Cuál es tu respuesta, Kiara?
Lo miré directamente a los ojos, dejando que un pequeño destello de desafío cruzara mi mirada.
—Acepto.
Una sonrisa apareció en su rostro, y por un momento, sentí que acabábamos de sellar un pacto con el diablo.
—Excelente —dijo Ian, volviendo a sentarse—. Entonces prepárate, Kiara. Ser mi emperatriz no será fácil, pero tengo la sensación de que estarás a la altura.