En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 23
Mientras Edith se encontraba sumida en la serenidad del jardín interno, rodeada de la belleza de las flores y el suave zumbido de las mariposas, no se dio cuenta de la suavidad que se reflejaba en su expresión. La calma del lugar la envolvía, y sus preocupaciones parecían desvanecerse entre los pétalos coloridos y el aroma floral.
Impulsada por la curiosidad y la necesidad de apreciar la belleza de cerca, Edith se levantó con gracia y se acercó a un grupo de flores. Se agachó suavemente, permitiendo que la diversidad de colores y formas capturen su atención. Mientras observaba las mariposas bailando entre los pétalos, su rostro se iluminó con una expresión de asombro y deleite.
Edith cerró los ojos, inhalando profundamente el embriagador perfume floral que llenaba el aire.
Estaba completamente absorta en el momento, ajena a todo lo demás a su alrededor.
De repente, una voz grave la sacó de su ensimismo, rompiendo la tranquila atmósfera del jardín. El sonido la sorprendió, haciendo que se enderezara con rapidez y girara para enfrentarse a quien había interrumpido su momento de paz.
Al girar, Edith se encontró con la figura imponente de Cedric, lo que la hizo estremecerse momentáneamente. Un atisbo de vergüenza la invadió al darse cuenta de lo descuidada que había estado en su momento de contemplación. Sin embargo, Cedric, con su voz tranquila, la sacó de su incomodidad al preguntar:
- Cedric: ¿Disfrutas de la belleza del jardín, señorita Everglen?
Edith, envuelta nuevamente en nervios, hizo una pequeña reverencia en forma de saludo y respondió con cortesía:
- Edith: Conde Blackwood, es un placer descubrir la maravilla de su jardín.
Cedric, con un semblante inmutable, la invitó a tomar asiento nuevamente. Cada paso que Edith daba hacia la mesa aumentaba la aceleración de su corazón. Finalmente, frente a frente con Cedric Blackwood, extendió su mano para saludarlo. Temía perder el control de sí misma y dejar notar su agitación, pero su determinación era formidable.
Bajo la intensa mirada de Cedric, que parecía atravesar su alma, Edith se mantuvo firme y lo miró directamente a los ojos.
Sentados en la mesa con el té servido, una extraña atmósfera envolvía a Edith y Cedric. Los delicados aromas de las infusiones parecían desvanecerse ante la tensión que se había instalado entre ellos. Edith, sumida en sus pensamientos, se preguntaba cómo abordar el difícil tema que la había llevado a solicitar esta reunión con Cedric.
Mientras tanto, Cedric, imperturbable, bebía su té con calma, esperando a que Edith expusiera los motivos que la habían llevado hasta allí. El silencio se prolongó durante varios minutos, creando una pausa incómoda que ninguno de los dos parecía dispuesto a romper.
Finalmente, Cedric rompió él silencio con una declaración intrigante
- Cedric: Lo he pensado y no he podido llegar a una conclusión con sentido.
Edith se estremeció ligeramente y levantó la mirada hacia Cedric, expectante ante sus palabras. Cedric continuó:
.
- Cedric: Realmente estoy curioso por saber qué tipo de negocios tiene la señorita conmigo.
Edith tragó saliva nerviosamente ante la insinuación de que expresara él propósito de su visita. Aunque algunos podrían interpretar la actitud de Cedric como ruda, Edith lo encontró razonable y directo. Abrió la boca como si estuviera a punto de hablar, pero en realidad, parecía que su corazón latía tan fuerte que amenazaba con salir de su pecho por la agitación interna haciendole que presionara sus labios con fuerza nuevamente.
Frente a la fría mirada de Cedric, Edith se cuestionó internamente:
- Edith: [¿Qué hago aquí...? ¿Qué locura voy a cometer?]
Parecía dudar de su propia determinación. Sus labios se separaron apenas, y un intento de palabra salió de su boca, pero la incertidumbre y la tensión la invadieron al punto de pensar que debía levantarse e irse de ahí.
- Edith:[¿acaso había perdido la razón? Acaso estoy ofendiendo al conde o podría hacerlo? ¿Por qué creí tener algún valor? ¿Ni Lucian ni nadie en mi familia había reconocido algún valor en mí y porque entonces creía que sería diferente para Conde? Me dirá que soy una estúpida y me correrá...]
La duda comenzaba a teñir sus pensamientos, Cada pensamiento alimentaba la incertidumbre de Edith, y su expresión se volvía más sombría con cada instante que pasaba. Cedric, observando los cambios en su apariencia, decidió intervenir.
- Cedric: Escucharé cualquier cosa que tenga para decir, señorita.
Edith levantó la mirada, y al encontrarse con la dominante mirada de Cedric, sintió como si la instaran a hablar, a no callarse nada. En su interior, Edith afirmó su determinación:
- Edith: [No llegué hasta aquí para irme sin al menos haberlo intentado. No pienso dejar mi destino a la suerte o en manos de mi padre. No permitiré que Lucian Beaumont me destruya]
Con esas palabras resonando en su mente, Edith tomó un respiro profundo, decidida a exponer su motivo.
- Edith: entonces iré directo al punto Conde.
Dijo Edith con firmeza renovada, Cedric que siempre estaba bebiendo un sorbo de té se detuvo un momento al percatarse de la determinación en los ojos de Edith.
- Edith: Hace unos días, cuando tuvimos aquel encuentro en la posada... no pude evitar escuchar la conversación del Conde.
Edith se detuvo por un momento, creando una pausa tensa mientras Cedric seguía concentrado en cada una de sus palabras. Buscando hacer contacto directo con los ojos de Cedric, continuó con voz firme:
- Edith: Entiendo que el Conde busca algo. Tal vez yo podría ayudarlo con eso.
Por un instante, una idea cruzó la mente de Cedric.
- Cedric: [¿acaso esta mujer me esta sugiriendo que podría presentarme una mujer para ser mí prometida?]
Sin embargo, las palabras que salieron de la boca de Edith lo dejaron atónito y paralizado.
- Edith: Conde, casémonos.
Las pupilas de Cedric se abrieron con sorpresa y temblaron al mismo tiempo. Su sorpresa era abrumadora. Nunca en su vida había esperado escuchar eso, mucho menos de parte de Edith Everglen.
Muchas felicidades, ya que desde el comienzo se vio el esmero que puso por hacer o escribir de forma hermosa su libro 💐
/Heart/