Creyó que la princesa había muerto, pero ella vivió feliz como plebeya, trabajando en las tierras de su propio palacio, todo cambia cuando un Rey por tregua reclama a la princesa en matrimonio, sin saberlo la Reina malvada, ofrece a la plebeya, la hace pasar por princesa, aunque en realidad lo es. La Reina malvada se siente ganadora e indestructible, pero todo cambiará cuando una guerra entre tronos se desate.
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capítulo 23, BRUJERIA
Se había quedado dormido porque el dolor que resistió mientras era suturado más el cansancio de la caminata lo habían agotado.
Alba sale de la habitación y se encuentra con Verchiel que aún estaba sorprendido, al verla sonrió y abrió sus brazos, y ella se dejó atrapar por un fuerte pero tierno abrazo de su esposo.
—Se, que me vas a reprender por haberme ido sola a la frontera, lo siento, pero debía conseguir a mi padre— lo apretaba fuerte hacía ella y su rostro lo encajó en su pecho.
—Reina mía, el verte pelear de esa manera me hace saber de qué sabes y puedes defenderte muy bien, ¿te interesaría un cargo en mis tropas?—lo dijo de manera pícara.
Ella levanta su rostro y ve la cara de su amado, que no estaba molesto al contrario parecía sentirse y verse orgulloso de ella.
—¿De verdad no está molesto su majestad?.
—No, te he subestimado todo este tiempo mi Reina, tal vez no quiera que te pase nada, por qué si no me moriría, tengo la necesidad de protegerte.
Alba se inclinó de puntillas y comenzó a darle muchos besos a su esposo por todo el rostro. Estaba feliz de tener a sus dos amores a salvo y el Rey solo los recibía con agrado.
Amadeo estaba bien aunque con algunos dolores y calambres.Verchiel estuvo organizando estrategias para esperar la siguiente batalla, está vez debían ser más rudos, por qué guerreros Verdes venían a reforzar a los guerreros Blancos.
Alba bajó a los calabozos, había dejado un asunto pendiente con la cocinera, a pesar de todas las cosas que habían pasado ella no se había olvidado de lo que quisieron hacer con su Rey.
Al abrirse la puerta del calabozo y la mujer ver a la Reina se postró en el suelo
—¡Majestad pido clemencia, por favor tengo hijos pequeños!.
Alba sintió su corazón latir muy fuerte y se sentía mal por la situación de esa tierna mujer la cual ella sabía que era inocente.
—No, no, ponte de pie, se que eres inocente, tuve que hacer esto para poder armar un plan y desenmascarar a Dulcinea.
La mujer se limpió las lágrimas y miró a la Reina al rostro quedando admirada por sus rasgos tan hermosos, luego habló.
—Ahora que recuerdo ella nunca salió de la cocina, mientras yo estaba cocinando, tal vez en un descuido, colocó esa hierba mala.
—Si ahora necesito tu ayuda para desenmascararla, no la mataré pero recibirá su castigo, esa planta que usó es tóxica, más no es letal.
—Por su puesto su majestad, dígame cómo la ayudo , Dulcinea, es supersticiosa y siempre se queja de todo y no quiero ser chismosa pero ella se atreve a hablar de su majestad.
—¡De mi! Y ¿qué es lo que dice?
—Que Usted no es de la realeza, que llegó hasta aquí con brujería, que le dió un brebaje al Rey para embrujarlo.
Al escuchar esto la Reina se carcajeó, hasta que salieron algunas lágrimas.
—Dulcinea no está en sus cabales.
—Dice que él está embrujado, no está enamorado.
Alba y la cocinera idearon un plan, ella la dejó en libertad y se disculpó por haberla dejado todo el día allí encerrada, le explicó lo de la batalla que habían tenido y la cocinera se puso alerta y le dijo.
—Entonces deben estar hambrientos déjenme y cocinaré para todos.
Alba asintió y la mujer fue liberada.
Verchiel organizó las diferentes tropas, La Reina quedaría en el palacio y Verchiel saldría con una de las tropas, él no se sentía del todo bien; sin embargo no podía permitir que su Reina peleará por él.
—Se estima que los Verdes lleguen por la tarde, entonces cada tropa debe ubicarse en los puntos asignados, no perdamos tiempo.
Todos se fueron a los lugares asignados, el pueblo se mantenía alerta, inclusive muchos se habían unido a las tropas.
Los guerreros se fueron incluyendo al Rey. Las mujeres seguían cuidando y curando a los guerreros heridos y al anochecer Alba se dirigió a su pueblo.
—¡Querido pueblo azúl!, nuestros esposos y hombres de este pueblo, están peleando para liberarnos de la maldad de Ofelia, es mi pueblo y mi Reino el que está sufriendo aún más, por eso yo pelearé y los defenderé inclusive con mi vida. No permitiré que entre a este Reino, les digo mantengámonos alerta y mujeres no tengan miedo si tienen que defenderse háganlo.
—¡Viva la Reina Alba!—Gritaban los pobladores.
Y los niños que la conocían gritaban.
—Viva la Reina Sucia—Alba solo sonreía, a ella le agradaba ese apodo. Aunque Martha odiaba verla sucia y despeinada.
Luego se reunió con las cocineras y demás doncellas.
—como les dije mantengan comida caliente, agua hervida tanto para las curas de heridas como para los te y brebajes.
Algunas cocineras se miraron entre sí, no entendieron lo último que dijo la Reina. Continuó hablando y organizando todo.
—Se me olvidaba, tú —Señalando a una cocinera— Prepara mis baños de encanto y enamoramientos, aprovechemos que el Rey no está.
Dulcinea estaba presente y su rostro no disimulaba su asombro.
La Reina salió de la cocina en compañía de Martha que ya sabía todo.
—Su majestad, Dulcinea la va a odiar más.
—jajaja, pero no le quedará ganas de seguir hablando de mi o de querer meterse con el Rey.
En la cocina se armó la tertulia.
—Ya tengo el agua hervida, pero ahora no sé qué brebajes son los que habla La Reina.—Dijo una de las cocineras.
—Yo traje las hierbas que Martha pidió para la Reina, para hacerse los baños de encanto y enamoramientos—comentó otra, sujetando con un gran ramo de diversas plantas que emanaba un olor delicioso.
Dulcinea estaba alerta a todo lo que las cocineras decían y preparaban.
—Coloquen todo aquí, yo me haré cargo del resto, ya Martha me dijo que hacer.
Las demás cocineras comenzaron a preparar la comida y mantener todo limpio mientras que la otra ya tenía todo listo para la Reina./