Conductor Asignado

Llegamos al hotel y fuimos derecho a la habitación. Al parecer su mente está llena de ideas porque ni bien

entramos no hizo más que buscar su pc y acomodarse sobre la enorme cama vistiendo solo su piel para darle vida a las teclas de su máquina. Cosa que de cierto modo me di algo de celos, yo quisiera ser ese teclado y que sus dedos toquen mi piel.

Para que mi mente no me lleve al lado posesivo y la obligue a dejar de escribir y que sus manos se conecten

con mi piel me dirigí a la biblioteca que tengo en mi PH para adelantar algo de trabajo. Lo que no esperaba es encontrarme con un despelote en uno de los casinos. Al parecer un hacker habilidoso hizo de las suyas en las

inmediaciones.

Me comuniqué con mi asistente y con el encargado del casino donde fui advertido de que el incidente ya estaba

controlado pero que necesitaban de mi presencia para hacerle frente a los federales ya que el hacker se encargó de hacer publica varias cuentas privadas de diferentes clientes que no solamente utilizaban el casino como medio de entretenimiento he inversión, sino que como era sabido, lo utilizaban para frecuentar a sus amantes.

Cortando la llamada con mi asistente me dirigí a la habitación donde me encontré con mi marea roja.

—Cariño, debo salir —anuncio para llamar su atención.

Ella, al levantar la mirada se muestra con unos anteojos que la hacen ver muy sensual. Sonrío acercándome a

ella quien deja la maquina a un lado para levantarse sobre sus rodillas y acercándose a mi me toma de mi camisa para juntar sus labios con los míos. Su beso es provocador, mas sabiendo que no luce ninguna prenda a su alrededor.

—¿Quieres que te acompañe? —pregunta alejándose de mi sin soltarme y manteniendo la postura. Sexy,

definitivamente es una mujer muy sexy.

—Seguro, aunque no te prometo que termine rápido —advierto— debo atender un asunto con un hacker.

—Seguro que alguna máquina de fichas me mantendrá entretenida por un rato —dice ella soltándose de mi para,

prácticamente, modelar delante de mí con su cuerpo divino hacia el baño.

Como el perro sabueso que soy la sigo. La veo tomando una ducha en la que me quedo apoyado disfrutando de sus sonrisas. Lástima que el recreo dura poco y sale para seguir su paseo buscando que ponerse. Mientras ella se viste recibo otra llamada de mi asistente preguntado cuanto me demorare y le hago saber que estoy en camino cuando claramente me encuentro babeando por la mujer que tengo en frente semi desnuda.

Quisiera contar con más tiempo para recordarle lo cariñoso que suelo ser, pero necesito llegar antes de que la

cosa se descontrole más.

Vistiendo ropa cómoda y para nada sugerente salimos rumbo al casino. Montando mi moto, con sus piernas atadas

a mis caderas llegamos y paro en frente de la entrada. El chico del estacionamiento nos mira algo sorprendido porque es la primera vez que llego con una acompañante y más aún por como la llevo, con sus piernas rodeando mis caderas de forma posesiva dejando bien en claro que ella es mía.

Bajamos de la moto y le doy las llaves para que la lleve al estacionamiento y sin mediar palabras entramos al

casino. Lucia me sigue tomada de mi mano mientras saluda a todos los que saludo.

Llegamos al área de seguridad y ella se despide de mi junto a una de las tantas chicas que trabajan por aquí que

le muestra el casino y si no escuche mal al parece es otra de sus fans.

sonrío y me encuentro con la mirada de mi asistente, lleva una de sus cejas levantadas y sus brazos cruzados.

Se viene el interrogatorio.

—¿Con que esa es la razón de que quieras que busque un Elvis Presley? —pregunto y mío por donde se fue.

—Cuando llega, llega —admito y lo miro serio—. Ahora a lo que vine, ¿Qué tienes del hacker y que paso con la policía?

—Pasa, hablemos más cómodos en mi oficina —me invita mi asistente y nos adentramos al lugar donde ya nos espera el encargado del casino junto a un oficial.

Lucia

La chica llamada Laura me pregunto hasta el color que surge en mi mente si me pongo a pensar en algo. ¡Dios! Nunca una fan se llevó toda mi paciencia al retrete.

Lo que la salva que es muy, como decirlo, ¿Paciente? Me llevo a recorrer todo el lugar, explicándome todo y

hasta que juegos presenta un poco de rampa para que el casino no salga perdiendo siempre. Nos detuvimos un buen tiempo en la maquinas de fichas mientras ella preguntaba de qué color era el bóxer de mi última inspiración y podría decirle que negro, pero en su lugar.

—Blanco —digo. Tampoco quiero que se imaginen mi conductor asignado sin ropa más que un simple bóxer.

—¿Y me dirás quien es? —pregunta y la quedo mirando, preguntándome si tiene algún tipo de fallo en su linda

cabeza, ¿Con un jefe así quien no se inspira para el pecado?

—Me reservo el derecho de privacidad —tampoco para andar admitiendo que cierta persona me tiene las veinticuatro horas del día pensando en su paquete, digo su ropa interior.

—Ho! Lo siento, no quise ser molesta —le sonrío en respuesta porque solo le falto preguntarme cuando fue mi

ultima mirada a Dios—. ¿Quieres ir a ver la terraza? —pregunta cambiando de tema y de lugar al parecer.

—Claro, supongo que es refrescante —coincido con su sonrisa.

—Si, hay una barra de bebidas y una pista de baile —anuncia indicándome el camino a los ascensores.

La sigo mientras cada vez me sorprendo un poco mas por la cantidad de gente que tira plata a diestra y

siniestra.

Llegamos a la terraza y enseguida me pido una botella de agua, no quiero toma nada si no tengo a mi lado

a mi sexy grandote. Destapo la botella y le doy un sorbo y cuando volteo para mirar hacia la pista una avalancha de mujeres se me acercan con la clara intención de que les dé un autógrafo y me saque foto con ellas.

Una hora mas tarde y la horda de mujeres desaparece dejándome algo cansada, miro la hora notando que ya son

las tres de la madrugada. Nunca pensé que este día se alargaría tanto y ya estoy sintiendo el peso del cansancio.

Busco con la mirada a Laura, pero al no hallarla por ningún lado me dirijo al ascensor, necesito un café si

es que mi conductor todavía tiene para rato.

Al llegar espero por el ascensor y cuando las puertas se abren me encuentro con la mirada de la persona

más estúpida del planeta. Angello Alasia, mi exnovio.

—Ya sabia yo que no eras una ilusión mía —dice señalándome—. Estas aquí.

—Si, adiós —digo pasando por su lado metiéndome al ascensor.

Alguna vez conocieron una persono que no ve mas que su pupo, pues el es un claro ejemplo. Nunca me apoyo

con mis historias, por eso mi madre insiste en que no tengo futuro con ellas por mas que vea que mis libros son los mas vendidos del país. Todo gracias a esta lacra que lo único que piensa es en sí mismo, ¡por Dios! Ni siquiera se

preocupaba por darme un buen acabado.

—Ya sabia yo que tarde o temprano correrías a mis brazos —dice metiéndose al ascensor nuevamente junto a

mí.

Este se fumó algo potente.

—Te crees mucho, ¿No te parece? —digo mirando el techo del ascensor.

—Sabes que soy arduo visitante de casinos, que harías aquí si no es por este cuerpito —dice y casi me le meo de

la risa en la cara.

Al parecer hace mucho que no se mira al espejo, le dedico una mirada apreciativa para notar una panza

prominente para nada sexy. Disimulo una risa y lo miro a la cara, como para olvidarme de sus arduas visitas a los casinos si mas de una vez me dejo mi cuenta bancaria en números rojos, atorrante.

—Ese cuerpito se pasó de postres y créeme, nunca olvidaré tus… visitas a casinos —enfatizo para que

recuerde las deudas que tuve que pagar gracias a sus aflicciones.

Al parecer carece de perdida de memoria porque la sonrisa de su cara no se borra.

—Viste, lo que dije, no te has olvidado de mi —dice y necesito que me sostengan para no abofetearlo, definitivamente tiene la cara muy dura.

—Creo que necesitas que te recuerde porque fue que te deje —dije.

—querrás decir, que yo te deje —definitivamente este está drogado.

—Mira… no tengo tiempo para tus payasadas —digo justo en el momento en que las puertas se abren y trato de

escapar de él.

Sus vicios no solo lo llevaban a endeudarse hasta la coronilla, sino que se volvía violente y la que pagaba

era yo. Por lo que no solo me toco pagar sus deudas, sino que más de una vez termine con algún que otro dolor innecesario.

Justo en el momento en el que me toma del brazo y no de una manera delicada, aparece en mi campo de visión mi

conductor asignado.

El, al ver la situación parece cambiar rotundamente convirtiéndose completamente en alguien diferente. Casi invistiendo todos los que tienen en frente llega hacia donde estoy tomándome en sus fuertes brazos y levantando del cuello al estúpido que se creía que era mi aire cuando lo que necesito yo esta ahora protegiéndome de él.

—Nadie osa poner un dedo a mi mujer y sale indemne —le escupe al idiota que me mira con suplica en sus ojos, todavía cree que lo rescatare.

 Iluso.

—Estoy mas que segura que la rata de biblioteca que estaban buscando es justamente este idiota —digo y veo

como la cara de Angello palidece.

Bingo.

—Ósea que no solo quiso robarme a mi y a mis clientes sino que se atrevió a poner un dedo en mi prometida —dice Naguel sin dejar de ver a la rata—, definitivamente hoy lo planeaste muy mal a tu día.

Finaliza moviendo su cuerpo perezoso hacia los oficiales que venían detrás de él. Enseguida le colocan unas esposas y se lo llevan lejos de mi vista.

—Es la segunda ves que dices que soy tu prometida —digo una vez que no quedamos solos.

—¿Acaso no lo eres? —pregunta envolviendo sus manos en mi cintura atrayéndome a él.

—Nunca lo propusiste es mas no recuerdo que hayamos hablado de noviazgo siquiera —reconozco. Me mira como

queriendo comerme con la mirada.

Me toma de la mano y mirando hacia los lados me arrastra por el lugar hasta que me mete en una especie de

oficina, hay cámaras de monitores de seguridad, traba la puerta y voltea con su mirada feroz para atraparme con ella.

—¿No hace mucho que te estaba comiendo y ahora presentas dudas de lo que tenemos? ¿Quieres que te recuerde cuan mía eres? —su mirada me tiene pedida y solo asiento, no tengo idea de lo que dijo, pero sea lo que sea, su mirada me grita placer—. Si que eres insaciable —nuevamente asiento y escucho su risa.

Sin dejar que seme pase una respiración, me voltea, se hace con mis pantalones dejando que el frio de la habitación choque con mi piel desnuda y luego de lo que parece una eternidad colisiona su piel con la mía, calla mis gemidos con su mano y susurra en mi oído miles de veces “Mia”. Me hace legar al paraíso dejándome en las puertas del sueño.

—No te lo voy a repetir, eres mía, mi novia, mi prometida, mi mundo —dice ayudando a colocar nuevamente mi ropa en su lugar— y no necesito pedirte algo que claramente estaba en el destino, solo somos unos cuando estamos juntos.

¿Qué replicas puedo poner ante esas palabas? Ninguna o muchas para que vuelva a recordármelo.