Amor Infinito

Amor Infinito.

Capítulo 16. Vito Luciani

Elsa Isasa. 

Vito Luciani no podía creer que para desprenderse de Mag estaba escapando en colectivos hacia la nada en un país de mierda, usando otra de sus identidades, alojándose en hoteluchos de poca monta. 

Sabía que el estúpido de su primo la había encontrado con su crío. Hizo ese día suficiente escándalo en el aeropuerto para ser detectado por algún guardia de seguridad. Después de sacudirla por una estupidez, se fue hacia el baño para escapar, pero la maldita lo siguió. 

Dejó al crío llorando sobre la mesada del lavatorio del baño y se metió con él, en el cubículo del water y no tuvo más remedio que follarla. Recién allí la mujerzuela llevó a su hijo y pudo escapar del aeropuerto.

Necesitaba llegar a una frontera aunque tenga que cubrir kilómetros en desastrosos colectivos hasta llegar a un lugar donde los controles sean menos rígidos para cruzar a otro país.

Toda la desgracia con Mag había empezado hacía casi tres años, cuando llegó al país, intrigado por las acciones de Leonardo Valente en las áreas mafiosas de su propiedad.

Negocios importantes que sus testaferros manejaban eran cada tanto desbaratados por una mano anónima que daba cuenta a las autoridades. 

Un hacker que trabajaba para él en ese tiempo descubrió una ONG, de dónde salieron fondos para solventar la persecución y cierre de uno de sus más rentables tugurios donde las niñas raptadas eran prostituidas. 

El “Muñeco”, gerente del local, escondido en una casucha le gritó antes que lo mate: ¿Sabes de quién es esa ONG?, de tu primo Valente. 

Eso confirmó lo que él Hacker había descubierto. Y por eso tuvo la gran idea de matar a Leonardo. Todo iba bien. Su primo no desconfiaba de sus negocios. Su muy legal empresa de modas Vivanco, cubría sus otros negocios. Incluso su pariente lo alojó en su casa unos días donde tuvo la desgracia de coger a Mag. 

Ella estaba embarazada, anda a saber de quién, era bonita, apetecible y le gustaban porquerías que su marido no hacía porque la cuidaba. 

Leonardo Valente amaba tanto a su mujer, que le pareció la mejor manera de vengarse llevándosela. 

Y ese día, en la misma mansión, mientras su marido trabajaba, en un baño de la casa, follando por su trasero y golpeando sus glúteos, le dijo: “Escapa conmigo Mag”. 

Y así de fácil se la llevó.

Solo tuvo que armar sus negocios unos días, conseguir identidades para dos y sacarla del país en barco. 

Muchas veces, los primeros tiempos de su unión, pensó que había valido la puta maldita pena todo lo que había dejado por ella y por destruir a su pariente. 

Pero ella se puso cargosa y muy celosa después de parir el crío. 

Tuvo que tomar una de sus putas como niñera para que ese niño no se muriera, porque su madre solo quería sexo. 

Ahora estaba hasta la coronilla de Mag. Su venganza contra Valente, fue como escupir al cielo y que la saliva mugrosa le hubiera caído en la cara. 

No hacía mucho tiempo había mandado a sus esbirros al país, a matar a un profesor y su familia que en Italia, había descubierto hacía muchos años atrás un antro de selección de jovencitas para la trata y lo denunció abiertamente. Por ese desgraciado fue preso por primera vez en su vida hasta que uno de sus muchachos pudo culparse y él salió después de conocer el terrible hedor de la cárcel.

 Su hacker lo buscó noche y día hasta que dió con él.  Entonces pudo encargar el trabajo de liquidarlo. 

Después volvió a ese desgraciado país a matar a su primo y en vez de eso se robó a su mujer. 

Y ahora se la había devuelto. Estaba harto de Mag. 

Para traerla  al país otra vez, tuvo que mentir, diciendo que un negocio urgente lo requería. 

Y ahora estaba escapando hacia la nada. Acercándose a la frontera buscando un lugar apropiado para marcharse. 

Y encima lo buscaban. En la terminal de una de las ciudades o pueblos donde pasaba vió su foto y su verdadero nombre en la pantalla de un viejo televisor. Difícilmente podrían reconocerlo con barba postiza y ojos azules. Pero no dejaba de ser una preocupación. 

Cuando el colectivo por fin llegó traqueteando al poblado, busco un hotel barato y se alojó por esa noche. 

Pensaba cruzar la frontera al día siguiente. Eran los últimos días del año y la gente se movía de un lado al otro del país, visitando familiares o llevando obsequios. Era el mejor momento para el escape, entre tanta muchedumbre los controles se hacían menos rigurosos y podría pasar como un ciudadano más que quería regresar al país vecino a pasar las fiestas con sus familiares. 

Después de bañarse en su mugroso hotelucho, salió a comprar juguetes. Eso siempre enternece a los guardias de frontera. Nada caro, por supuesto. 

Tenía un largo camino en el país vecino para regresar a Seychelles donde su plata estaba en buen resguardo y su nueva identidad tenía solvencia económica y una lujosa casa. 

¿Que pasaría con Mag? Viviría jodiendole la vida a su primo exigiendo los lujos que él siempre le brindaba. 

¿Y el niño que llevaba su verdadero apellido? No recibiría ni un peso de la fortuna Luciani, porque el, en persona, había presentado la quiebra de sus empresas antes de cambiar su nombre.

¿Sabía alguna vez su primo que no era su hijo?. Lo dudaba. Según Mag era hijo de un jovencito conserje de un hotel, con el cual la esposa de su primo se revolcó en un viaje de negocios, urgida de necesidad de sexo, porque Leonardo Valente tenía interminables reuniones con su secretario y no la atendía. 

En fin, Mag ya era pasado, gracias a Lucifer. El infierno dura poco para los tipos inteligentes como él, pensaba al otro día, mientras sonreía al funcionario de aduanas, cuando el hombre, después de revisar sus inocentes juguetes de plástico, lo saludaba cordialmente y le entregaba los papeles para cruzar la frontera.