Te Necesito Conmigo

La tarde había pasado rapidísimo, un día lleno de nuevos paisajes, aire, historia... Una tarde encantadora, bueno eso era el caso de todos menos del de Alexander Arnault. Para él el día fue una tortura, Julio mantuvo a Isabella muy bien entrenida y alejada de él. El guía turístico se había ganado el odio inmediato de Alexander Arnault.

Ya era de noche, y como Isabella había dicho se encontraban los hombres preparando la carne en la parrilla, todos sus empleados se mantenían correctos, nadie hablaba... Los ojos de todos se encontraban en como la carne se cocía gracias al fuego. Alexander levantó la mirada y busco a su azabache, Isabella se encontraba conversando animadamente con Laura mientras picaban verduras para hacer ensalada.

-Y... -Alexander alargo la "y" buscando tema de conversación- Alonso - el hombrecito al escuchar su nombre salto y como un al final, está connivencia había servido de algo.

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-Tengo el sueño pesado ¿Me despertarías en la mañana? - pidió Laura metida ya en la cama.

-Claro - Isabella recién se hidrataba la piel de pie en el centró de la habitación, Alexander se encontraba dándose una ducha.

-Gracias, hasta mañana Isabella- la azabache le sonrió en respuesta y ella se término de tapar para recostarse, al apoyar su cabeza en la almohada cayo de inmediato dormida.

-Es una niña. Pobre, lo que le espera... - murmuro para si misma pensando en el complicado humor de su jefecito.

-¿Lo qué le espera? - el tono de voz varonil de Alexander se escuchó a su espalda.

-Señor... -lo miro de arriba abajo, la parte de arriba el peliplata la tenía descubierta dejando a la vista su torso esbelto. La parte de abajo era cubierta por un pantalón deportivo gris.

-¿Qué quisiste decir? Isabella...-se acercó a ella haciendo que el olor a jabon en él llegue a las fosas nasales de la azabache.

-Simple, que usted es complicado- se encogió de hombros sin apartar su vista, Alexander se acercó hasta quedar a centímetros de sus labios.

-¿Complicado? Dime más - la respiración de Alexander tocaba el rostro de Isabella, lo que la hacía suspirar.

-Es engreído, orgulloso, enojón, mujeriego...

-Ah, ah, ah - callo a Isabella poniendo su dedo índice en los labios carnosos de su secretaría - Ya no soy un mujeriego Isabella. A la única que tendré como mujer, como amante y amiga... Serás tú, Isabella.

Posó su mano en un lado de la cintura de Isabella y la atrajo hacía él, haciendo que todo espacio de distancia desaparezca. Con su otra mano acarició el lado izquierdo de su rostro, su mano descanso en la mejilla sonrojada de la azabache y fue acercando sus labios al de ella.

-Espere... - lo detuvo Isabella haciendo su cabeza para atrás y poniendo sus manos en el torso de este - Está Laura.

-Ella está durmiendo- murmuro después de dedicarle una rápida mirada a la pelirroja - ¿Quieres qué te bese?

-No solo quiero eso, señor...

-Más... ¿Quieres más? - ahora el interior de Alexander ardía, necesitaría otra ducha, pero está vez con agua fría.

Isabella sonrojada completamente asintió, desde que lo vio después de salir del baño lo único que quería con él era volver a repetir lo de este mediodía. Quería sentirlo de todas las maneras posible.

-¿No quieres hacerlo aquí? -señalo la cama Alexander- ¿Sabes? El baño no está mal, es grande, está limpio y... -Isabella tomo su mano y empezó a caminar con él hasta el interior del baño - Eso es un gran sí... - se rió Alexander en el camino.

Al entrar y cerrar la puerta del baño, Isabella empujó a Alexander contra los azulejos y empezó a besarlo, el peliplata la abrazaba de la cintura y con la otra mano acariciaba su trasero cubierto por una fina tela. La azabache pasaba una de sus manos por todo el torso desnudo del peliplata, subía y bajaba hasta donde el pantalón de él se encontraba.

En un rápido movimiento Alexander giro dejando a Isabella contra los azulejos. Ahora con desenfreno y desesperación Alexander la acariciaba, subió una de las esbeltas piernas de ella a su cintura acercándola más a él. Isabella sintió su ya abultado miembro contra su intimidad y gimió abriendo la boca acción que Alexander aprovecho para introducir su lengua y explorarla como nadie jamás lo había hecho.

Pego un salto y enrollo sus piernas alrededor de la cadera de Alexander acercándose mucho más que antes, sintiéndolo duro a causa de ella. Alexander metio su mano por debajo de la blusa y acarició su vientre hasta llegar a sus senos, apretó uno provocando g*midos en Isabella, con un dedo acariciaba el p*zón volviéndolo duro, no dejaba de sacar suspiros de su azabache.

-¿Sabes? - dijo dejandola de besar y alejadondose para mirarla, su cabello revuelto, mejillas rosadas, ojos risueños y labios hinchados y rojos... Una vista esplendorosa para él.

-¿Qué? - preguntó Isabella con sus manos enrrolladas en el cuello de este.

-Estoy... Estaba celoso y molesto - confesó, debajo de la blusa su mano jugaba con el p*zón y la seguía haciendo suspirar.

-Por Jul...

-No digas su nombre... - le corto - Por él, te alejo de mí toda la tarde, te tuvo solo para él, hablaban de cosas que tenían en común, se sonreían y reían... Me moleste porque tuve miedo de que él te tuviera sencillamente, cuando yo tuve que pasar por mucho para darme cuenta que te amaba y para estar al fin juntos. Tuve miedo...

-Alexander... - Isabella ahora al escucharlo sabía que estaba con el hombre correcto.

-No me dejarás ¿Cierto? - preguntó Alexander.

-Por el momento no -sonrió con picardía.

-¿Por el momento? - Alexander volteó los ojos - Bueno, eso es suficiente - y volvieron a lo que estaban.

Se besaron, se acariciaron por encima de la ropa y luego sin ella, quedaron expuestos antes los ojos de cada uno, bajo la ducha volvieron a experimentar el climax. Sus gemidos y suspiros eran camuflados por el agua golpear contra el suelo.

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Un joven muy apuesto hacía su presencia en el aeropuerto, acababa de llegar de un viaje muy largo que lo había mantenido alejado de sus semejantes. Ahora estaba aquí, dispuesto a encontrar lo que dejó hace seis años.

-¿Dónde estarás... Isabella?