Ésta es una novela corta de la venganza de un chef y una importante heredera. Amor, venganza, sexo, infidelidad...
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Capítulo 23
Paulo
Dos días estuvimos sin ir al restaurant porque Bárbara no estaba bien. Tenía fuertes dolores de cabeza seguramente por haber inhalado gas ya que estuvo más expuesta y fui incapaz de dejarla sola cuando casi se cae al suelo debido al dolor y los mareos que le produce eso.
-¿No es probable un embarazo?- pregunte primero
-Para eso es necesario tener sexo y no lo tengo hace mucho. Además quién era mi novio se cuidaba al estar conmigo, aunque...
-¿Aunque?
-Nada no me hagas caso
-Dime
-Con su prometida no lo hacía porque será papá
-El se pierde estar contigo
-Tengo 28 años Paulo, creí que con él haría mi vida y tendría un futuro a su lado y mírame ahora, aquí contigo en un motel de media estrella por un desperfecto en un maldito y económico apartamento del que no puedo mudarme. Mi vida apesta
-Al menos soy guapo, más que tú ex
-Tu ego es admirable
Al tercer día fuimos al restaurant a trabajar y vi como uno de los clientes que es frecuente desde que ella vino aqui aparecía con una rosa en su mano y una pequeña caja de bombones. Puse los ojos en blanco ante su insistencia, no se rinde y ahora acude a estas técnicas tan viejas.
Mis empleados apostaron unos que lo rechazaba y otros que aceptaba una cita. Yo me quedé mirando la situación mientras se desarrollaba. La veía sonreírle a ese payaso y cuando él estaba por anotar su número de teléfono decidí intervenir
-Hola, mucho gusto soy el dueño, espero le guste el lugar- le extendí mi mano mientras tomaba a una Bárbara demasiado incomoda de la cintura
-Hola un placer soy Mauro Still. Me encanta éste lugar, vengo muy seguido. La atención es inmejorable- guiñó un ojo a Bárbara quien se sonrojó
-Si nos disculpa debemos volver a la cocina, ¿Vamos cariño? Necesito tu ayuda- la dirigí por la cintura casi a empujones
Cuando íbamos caminando le dirigí una mirada de advertencia a mis empleados de que no quería ser interrumpido y ellos solo se miraron y siguieron en sus labores. Llegamos a la cocina y ella ya no reprimió su molestia
-¿Que coño haces? Dime
-No puedes estar coqueteando con otro y menos con ese don nadie
-Puedo hacer lo que quiera y bien lo sabes- se acercó desafiante
-No puedes porque ahora estás conmigo- iba a irse- no irás a ningún lado
-Nadie me lo.impedira
La atraje hacia mi y la pegue a mi cuerpo mientras luchaba pero no es rival para mí por lo que no podía moverse ni zafarse de mi agarre. La tomé por los cabellos directamente de su nuca y la besé sin darle tiempo a reaccionar
Se separó de mi y me quiso abofetear pero volví a besarla hasta que dejó de luchar y respondió. La puse sobre la mesada y yo entre sus piernas mientras seguía devorando su boca
Presioné mi erección entre sus piernas. Ella quedaba justo a la altura para ser follada allí mismo. De pronto la puerta se abrió y una voz familiar rompió el encuentro que hace tiempo veníamos atrasando
-Oh perdón, creo que vine en mal momento amigo- se acercó Thomas
-Largate, luego te llamo
-Quien diría que el circo te pusiera de mal humor- Señaló mis pantalones dónde parecía tener una carpa bien armada y se fue
-Perdon por eso, siempre es un idiota- le dije a Bárbara que me fulminó con la mirada y se fue donde estaban los demás dejándome empalmado
Solo en la cocina pensando en el beso más ardiente de mi vida con mi enemiga declarada hace muchísimos años. Si así me pone besarla, desnudarla y entrar hasta el fondo debe saber a gloria.
Rei victorioso porque eso sucedería aún más pronto de lo que pensaba pero estaba muy lejos de la realidad... demasiado lejos...