Después de escapar de las brutalidades de mi manada, he estado viviendo en las sombras como humana durante años, tratando de olvidar el pasado y construir una vida nueva. Pero cuando una incursión real amenaza con desestabilizar todo, me veo obligada a enfrentar mis demonios y proteger a los inocentes que me han aceptado. No puedo permitir que me arrastren de regreso a esa vida de opresión y miedo. Kaiden el rey alfa descubre que soy su compañera predestinada. Desde entonces me persigue e insiste en que mi lugar está junto a él.
Pero me niego a pertenece a alguien y lucharé por mi libertad y por aquellos que me importan, sin importar el costo.
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la cita
La tensión me oprime el pecho mientras atravieso las imponentes puertas de la mansión del Rey Alfa.
Cada paso me acerca más a Kaiden, a su insistencia, a la idea de un destino que me aterra. Pero más que eso, me preocupa el bienestar de Lili y Surley. Saber que están aquí, bajo el mismo techo que él, me llena de una ansiedad que solo se alivia al pensar en tenerlas a salvo.
Al llegar a la sala principal, el aire parece vibrar con una energía diferente, más ligera de lo que esperaba. Y entonces las veo. Lili y Surley, sentadas cómodamente en un lujoso sofá, riendo a carcajadas mientras observan algo en un dispositivo brillante.
La imagen me golpea con la fuerza de una bofetada. ¿Diversión? ¿Mientras yo me debatía entre la preocupación y la negación de nuestro vínculo?
Camino hacia ellas, con paso firme, la preocupación transformándose en una mezcla de alivio y exasperación.
—¡¿Pero qué demonios?!— Mi voz resuena en la sala, cortando de tajo sus risas. Ambas levantan la vista, y sus rostros muestran una sorpresa momentánea que rápidamente se disipa. —¡Estaba muriéndome de angustia por ustedes! Pensé que Kaiden las estaba reteniendo, que estaban asustadas, ¡y resulta que se la están pasando de maravilla!—
Lili, con una sonrisa traviesa, responde: —Bueno, Adeline, es que Kaiden es muy… hospitalario. Y además, ¡la comida aquí es increíble!—
Surley asiente con complicidad. —Sí, y nos ha mostrado unas vistas espectaculares. ¡No es tan malo como pensábamos!—
—¡¿No es tan malo?! — repito, incrédula. —¡Por favor! ¿No se dan cuenta de la situación? ¡Él las está usando para presionarme! Yo soy la que tiene que lidiar con esto, con su insistencia, con la idea de ser su compañera predestinada. ¡Y ustedes, en lugar de estar preocupadas, se ponen a disfrutar como si nada!—
Me acerco a ellas, con mi tono más severo. —Escúchenme bien, chicas. Esto no es un juego. Yo valoro mi libertad más que nada, y Kaiden está intentando arrebatármela usando a mi propia familia. Necesito que entiendan la gravedad de esto—
POV KAIDEN
Entro en la enorme sala, y el murmullo de las voces llaman mi atención.
Adeline está allí, con su postura tensa, y su mirada cargada de una furia que reconozco bien. Está reprendiendo a Lili y Surley, y aunque entiendo su preocupación, sus palabras son injustas.
Me acerco, con mi presencia imponiendo respeto, y la interrumpo suavemente.
—Eso no es cierto. Yo solo quiero tenerlas seguras— Me dirijo a las chicas, buscando su aprobación. —¿Están a gusto aquí? — pregunto, observando sus reacciones.
Ambas asienten con una sonrisa, y sus ojos reflejan una genuina comodidad. —Sí— responde Lili, su tono agradecido. —Estamos muy bien. Gracias por todo—
Surley añade —De verdad, estamos muy a gusto—
Vuelvo mi atención a Adeline, Le ofrezco una leve sonrisa, intentando transmitirle la verdad de la situación.
—Ves— digo, con mi voz ahora más suave, pero con una convicción inquebrantable. —Ellas están mejor conmigo. Así como también lo estarás tú—
La observo, esperando que empiece a comprender.
Mi intención no es aprisionarla, sino protegerla, asegurarle un futuro donde la seguridad y el amor sean sus únicas ataduras. Y si debo demostrarle que somos el uno para el otro, lo haré, paso a paso, hasta que ella misma lo sienta.
Una de las sirvientas de confianza de la mansión, Elara, se acerca con una reverencia discreta.
—Elara— le digo, —Por favor, lleva a las señoritas a la habitación que te indiqué—
Elara asiente con una sonrisa amable y se dirige a ellas . —Siganme por favor— les dice, sus palabras amables y acogedoras.
Me quedo allí de pie, viendo cómo ellas se alejan, desapareciendo entre la majestuosa escalera que conduce a los pisos superiores.
Sonrió y me voy a mí habitación a alistarme para la cita que tendré con Adeline.
POV ADELINE.
Elara nos guía por un pasillo ricamente decorado hasta una puerta doble de madera tallada. Al abrirla, un suspiro colectivo escapa de nuestros labios. La habitación es un sueño hecho realidad: paredes cubiertas con sedas de colores cálidos, una cama imponente con dosel y una vista panorámica que abarca los extensos territorios de la densa selva.
—Está hermosa— murmura Surley, con sus ojos brillando de asombro.
Lili asiente con entusiasmo. —Es increíble, Adeline—
Elara sonríe, con su mirada posándose en mí. —Esta habitación es de la señorita Adeline, por órdenes del señor Kaiden—
Un jadeo escapa de mis labios al escuchar sus palabras. Él pensó en mí. Me dio este espacio… es demasiado. Ruedo los ojos, intentando disimular la conmoción que me provoca su gesto.
Elara se dirige a un enorme armario empotrado y saca una prenda con sumo cuidado. —Esto es para usted, señorita— dice, extendiéndomelo.
Me quedo inmóvil, mirando el contenido del paquete. Es un vestido. Un vestido de seda, de un color que evoca la profundidad de un atardecer, adornado con delicados bordados que parecen capturar la luz.
—Es para ti, Adeline— dice Lili, —Póntelo, por favor—
Surley se une a ella, —Sí, Adeline, se ve increíblemente hermoso—
La presión en sus miradas es palpable.
Yo, que siempre he vestido armaduras y ropas funcionales para el combate, que me he movido con la libertad de una guerrera sin ataduras, me siento completamente fuera de lugar ante la idea de ponerme algo tan… delicado.
—No, chicas. Yo… — intento protestar, pero ellas ya me están empujando suavemente hacia el baño privado de la habitación.
—Anda, Adeline. Solo pruébatelo— insiste Lili.
Con un suspiro resignado, me adentro en el lujoso baño.
El agua cálida me envuelve, relajando mis músculos tensos. Al salir, envuelta en una toalla suave, las encuentro esperándome con una impaciencia casi infantil.
—¡Ya, ya!— exclama Surley, tomando el vestido de las manos de Elara. —¡Vamos a ver cómo te queda!—
A pesar de mi reticencia, me dejo vestir. La seda se desliza sobre mi piel como una caricia, un contraste total con la aspereza de mi habitual vestimenta.
El corte del vestido es elegante, ceñido a mi figura sin restringir el movimiento, y la caída de la tela es fluida, creando una silueta que nunca antes había visto en mí misma. Los bordados, al ser expuestos a la luz de la habitación, brillan con una intensidad sutil, como si capturaran estrellas.
Lili y Surley me observan con admiración, y sus rostros iluminados por la sorpresa.
—Adeline… — susurra Lili, cargada de asombro. —Estás… estás espectacular—
Surley asiente, incapaz de apartar la mirada. —Nunca te había visto así. Pareces… una reina—
Me miro en el espejo y, por un instante, me veo a mí misma de una manera completamente nueva. La guerrera que siempre he sido está ahí, pero ahora envuelta en una elegancia inesperada. Es hermoso, sí, pero también me hace sentir extraña...