Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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El último adiós que nunca llega
Valeria se repitió a sí misma que Damián no significaba nada.
Él era solo un error.
Un capricho.
Un juego que ella misma había iniciado.
Y si Damián creía que podía jugar con ella como lo hacía con todas las demás, estaba muy equivocado.
Así que lo bloqueó de su mente.
O al menos, lo intentó.
Cada vez que su teléfono sonaba, sentía una punzada de expectativa… y odio hacia sí misma por esperarlo.
Cada vez que veía un auto negro parecido al suyo, su corazón se aceleraba… y luego se maldecía por ser tan tonta.
Así que hizo lo único que podía hacer: seguir adelante.
Volvió a su rutina, al trabajo, a su vida de antes.
Ignoró cada pensamiento que amenazaba con llevarla de vuelta a él.
Pero entonces, Damián apareció.
Valeria acababa de llegar a casa cuando escuchó golpes en la puerta.
Fueron firmes, insistentes.
Y en el fondo, supo que era él.
Tomó aire, se recordó a sí misma que no debía ceder, y abrió.
Ahí estaba.
Damián, con el ceño fruncido, la mandíbula tensa y esos ojos oscuros que parecían atravesarla.
—Tenemos que hablar.
Valeria soltó una risa sin humor.
—No, no tenemos nada de qué hablar.
Intentó cerrar la puerta, pero Damián fue más rápido.
Empujó la puerta con suavidad hasta que logró entrar.
—Damián, vete le advirtió ella, cruzándose de brazos.
—No hasta que me escuches.
Valeria exhaló con frustración y rodó los ojos.
—Bien. Cinco minutos.
Damián pasó una mano por su cabello, como si intentara encontrar las palabras correctas.
—Primero quiero pedir una disculpa por la otra noche que tuvimos juntos no debí irme así, lo siento y lo que viste con Gloria… no fue lo que piensas.
Valeria soltó una carcajada amarga.
—¿Ah, no? Porque vi muy bien cómo te besaba.
—Me besó porque se me declaró Gloria. Damián se acercó un paso más, su voz baja pero firme. Me dijo que estaba enamorada de mí.
El corazón de Valeria se encogió.
Damián siguió hablando.
—Pero fui claro con ella. No siento nada por Gloria. Nunca la he visto de otra forma que no sea como una amiga.
Valeria sintió un nudo en el estómago, pero su orgullo era más fuerte.
—¿Y por qué me dices todo esto?
Damián la miró, y por un instante, su expresión cambió.
—Porque me importa lo que pienses de mi.
Valeria sintió una punzada en el pecho, pero no podía permitirse caer.
—No me importa lo que me digas respondió con frialdad. Vete, Damián. No me busques más.
Y esta vez, no le dio oportunidad de replicar.
Abrió la puerta y esperó.
Damián la miró por un largo segundo, con la mandíbula apretada, con los ojos oscuros brillando de algo que no quiso descifrar.
Y entonces, se fue.
Pero incluso después de que la puerta se cerró…
Incluso cuando el sonido de sus pasos se desvaneció…
El eco de su presencia seguía allí. Una lágrima traicionera resbaló por su mejilla mientras se decía a sí misma: "Esto es una tontería, el amor es un asco."