La novela trata sobre una joven llamada Jazz que, después de un accidente de tránsito, se reencarna en el mundo de su novela favorita, "Príncipe de la Oscuridad". Ahora es la reina Anastasia, casada con el rey Richard y es madre del pequeño Ethan de cinco años. A medida que explora este nuevo mundo, Jazz debe navegar por la política y la magia, mientras descubre su papel en la historia y su conexión hacia ese mundo.
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Capítulo 22: Sombras en el horizonte
Richard llegó a sus aposentos, pensando en Anastasia. cerrando la puerta tras de sí. Se apoyó por un momento contra el marco. Cuando un pensamiento invadió su mente ¿Cómo demonios fue que Ethan volvió a la vida? Esto no tiene sentido… Cada vez que algo inexplicable ocurre, Anastasia siempre está involucrada?¿Acaso será, porque reencarno?
Con un suspiro pesado, se quitó el atuendo formal del día y lo dejó sobre una silla cercana. Al abrir el armario, seleccionó una ropa más sencilla y práctica: un conjunto negro, discreto, ideal para viajar sin llamar la atención. Sobre sus hombros colocó una capa oscura, asegurada con un broche que llevaba el emblema del reino oriental, símbolo de su linaje y poder.
Antes de salir, el rostro de Richard cambió, era un cara de pocos amigos, y entonces llamó a Chat, quien llegó rápidamente al escuchar la orden.
—Chat, necesito que investigues algo.
—Diga, majestad.
Richard lo observó con una mirada penetrante, como si intentara medir su confiabilidad una vez más.
—Quiero saber exactamente qué ocurrió antes de que Ethan despertara. Cada detalle, cada acción, todo evento extraño o fuera de lugar. No dejes nada al azar. Quiero respuestas claras.
Chat inclinó la cabeza en señal de respeto, aunque en su mirada se percibía una leve chispa de interés que Richard no pasó por alto.
—Haré lo necesario, majestad.
Sin más palabras, Richard giró sobre sus talones y salió de la habitación. Afuera, el aire nocturno era frío, y las estrellas parecían velar el silencio del castillo. Se dirigió a los establos, donde su caballo ya estaba listo, con la silla de montar ajustada para el largo viaje.
Con un movimiento ágil, subió a la montura y partió hacia las fronteras del reino oriental. Sin embargo, mientras cabalgaba bajo el cielo oscuro, sus pensamientos no cesaban. ¿Qué poder oculto pudo haber traído a Ethan de regreso? Esto no puede ser solo una coincidencia...
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A lo lejos, las luces y las sombras de las fronteras aguardaban, donde el caos de los rebeldes.
El caos reinaba en todas partes. Richard desmontó de su caballo y se quitó la capucha, dejando que el emblema del imperio oriental brillara bajo la luz del sol. Miró a su alrededor: niños heridos, ancianos sollozando, adultos tratando de salvar lo poco que les quedaba.
—¡Soldados, enfermeras! Atiendan a los heridos y aseguren la zona. Que nadie quede sin atención. ¡Rápido! —ordenó con voz firme.
Mientras supervisaba las acciones, un niño de mirada furiosa se abrió paso entre los presentes. Sin aviso, le lanzó un puñado de tierra al rostro.
—¡Esto es tu culpa! —gritó el niño con lágrimas en los ojos—. ¡Prometiste paz, y a esto le llamas paz! Mi padre murió por tu culpa.
Richard, desconcertado, se quedó inmóvil mientras sentía el polvo en su cara. La mirada del niño lo perforaba como una daga, llena de dolor y odio. Antes de que pudiera reaccionar, una mujer —la madre del niño— corrió hacia ellos, con el rostro pálido de miedo.
—¡Por favor, su majestad! —suplicó mientras se arrodillaba—. Perdónelo. Es solo un niño… No sabe lo que dice. Le ruego que no lo castigue.
El silencio se extendió por un momento. Richard bajó la vista hacia el niño, que lo miraba con el mismo desprecio que había visto en los campos de batalla. Pero detrás de ese odio, percibió algo más: desesperación.
Tiene el tamaño de Ethan, pensó con el corazón encogido.
Se arrodilló frente al niño, quedando a su altura. Con una voz más calmada, y una bondad en su sonrisa le habló.
—Tranquilo. Protegeré a ti y a tu madre. Es una promesa.
El niño, desconcertado por la serenidad del emperador, vaciló. Sus pequeños labios temblaron, y sin previo aviso, lo abrazó. Richard permaneció inmóvil por un instante, pero luego correspondió al gesto, colocando su mano sobre la espalda del niño.
—Gracias, su majestad… —murmuró la madre, conteniendo el llanto mientras se inclinaba más.
Richard se levantó con el niño aún aferrado a él y se dirigió a uno de sus soldados.
—Lleva a esta mujer y a su hijo al campamento. Usa mi caballo si es necesario. Asegúrate de que sean atendidos en la carpa real.
El soldado asintió y ayudó a ambos a subir al caballo. Richard los observó marcharse, sintiendo una extraña mezcla de alivio y tristeza.
Se giró hacia los aldeanos, que lo miraban con expresiones entre la duda y la esperanza.
En la novela, Richard ascendió al trono cargando lo que muchos llamaron "una corona llena de sangre". Criado para gobernar y con la ambición de consolidar su posición, enfrentó a sus medios hermanos, hijos de concubinas, quienes también tenían derecho al trono. En medio de una disputa que amenazaba con fracturar el imperio, tomó decisiones drásticas, Asesinando a cada uno de ellos y a cualquier aliado o ministro que osara desafiar su autoridad.
Cuando Richard ascendió al trono, los reinos del Norte y del Sur se opusieron a su gobierno, por como consiguió su puesto y como el crecimiento del Oriente amenazaba su balance de poder. y Richard lo saia ,Esto llevó a años de conflictos y guerras constantes. Durante este periodo, Richard conoció a Anastasia y, al descubrir que sería padre, decidió buscar un acuerdo de paz para asegurar un futuro estable.
Aunque inicialmente los reinos rechazaron la propuesta, el sabio Eldan intervino y logró mediar entre las partes, convenciendo a los líderes de que una alianza sería beneficiosa para todos. Así se alcanzó el histórico acuerdo de paz, marcando el inicio de una tregua entre los imperios.
Pero, su popularidad en su reino como el "EL REY DEMONIO", entre los aldeanos seguía, por más paz que hubiese. el estaba dispuesto a ser el malo, para que no haya injusticias,pero él solo cumplió su deber como:
RICHARD BELMONT REY DEL ORIENTE (ESTE).
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Los Aldeanos al ver lo que pasó con el niño, se sorprendieron,ese no era el Richard que conocían. Unos confiaron en el, y otros miraban con duda en si acerlo o no entonces Richard se percató y hablo.
—Haremos justicia. Pero para eso, necesito su ayuda. Trabajemos juntos para encontrar a los culpables y poner fin a este sufrimiento.
Los murmullos de los aldeanos se transformaron en asentimientos decididos. La colaboración comenzó casi de inmediato.
Richard observó cómo todo se organizaba con rapidez. Mientras tanto, en su mente, una imagen seguía latente: el abrazo de aquel niño, que me recordaba tanto a Ethan.