Anastasia

Ernesto estaba prestando atención a toda la conversación y le resultó extraño que Ana no guardara el número de su hermana. Sin embargo, cuando ella solicitó que la dejara entrar para saber si había hablado con él, se puso aún más nervioso, ya que no sabía cómo actuar. Ana tenía el potencial de revelarle toda la información a Anastasia. En ese momento, escuchó a Anastasia decir: Ana, soy tu hermana. Me sorprende que no guardes mi número. ¿Por qué actúas así conmigo? ¿Qué te he hecho para que no quieras llevarte bien?

Ana, esa no fue la pregunta que te hice. Por favor, responde.

Anastasia la mira y le dice: 'A ver, Ana, si no quieres llevarte bien conmigo, entonces dime por qué te interesa saber eso. Es mi vida y si no le importo, tampoco debería importarte.'

Ana responde: 'A ver, esta niña, relaja un poco tus palabras. Simplemente dime si hablaste con Ernesto.'

Anastasia, confundida, responde: 'No, no he podido hablar con él. La semana que viene es su acto de graduación y está muy ocupado.'

Ana ríe y dice: '¿De verdad crees que eso es lo que lo tiene ocupado?'

—¿Qué sucede contigo, Ana? —preguntó Anastasia.

—Me voy. Necesito que hables con Ernesto lo más pronto posible. Ah, otra cosa: evita tener intimidad con él hasta que sepas todo —respondió Ana antes de marcharse.

Anastasia se quedó reflexionando sobre por qué su hermana quería que no tuviera intimidad con Ernesto. En ese momento, al cerrarse la puerta, Ernesto salió y dijo:

—Amor.

Anastasia se volvió hacia él y comentó:

—Mi hermana me tiene confundida. Ernesto, ¿hay algo más que debas contarme?

Es inusual que ella desee saber si hemos estado juntos, ya que nunca ha mostrado interés en mi vida ni me ha considerado.

Ernesto: No te preocupes, cariño, es simplemente eso. Ella me vio varias veces con Ari y probablemente piensa que todavía estamos en una relación.

Anastasia: Su insistencia por esa amiga, ¿acaso le importa más a ella que yo, que soy su hermana?

Ernesto: Por lo que estoy viendo, parece que sí, cariño. Ari siempre me llama y me pide que volvamos; le dije que no más y la bloqueé. Quizás le pidió ayuda a Ana.

Anastasia: ¿Por qué no me habías mencionado que esa chica te llama? ¿Es posible que Ana desee que terminemos y estés con su amiga? Ella sabe que te quiero.

Ernesto: No pensemos en eso, amor. Solo estoy contigo, no hay nadie más. Dejemos que ellas hagan lo que deseen y centrémonos en nuestra felicidad. Te demostraré que mi amor es solo para ti.

Ernesto comenzó a besarla, y nuevamente compartieron momentos íntimos hasta quedarse dormidos.

Al día siguiente, se levantaron muy temprano, se ducharon y se prepararon para dirigirse a la universidad. Al llegar, se despidieron con un beso antes de ir a sus respectivas clases. Al final de la tarde, Anastasia regresó a casa, saludó a sus padres y subió a ducharse y cambiarse. Posteriormente, bajó y se unió a la familia para charlar. Ana, que también estaba presente, le comentó: Anastasia, ¿hiciste lo que te pedí?.

Anastasia la miró y respondió: Ayer te dije que no. Cuando lo haga, te lo haré saber.

David, al escuchar la conversación, intervino: ¿Ha pasado algo, hijas?

Ana: No, papá, simplemente le pedí a Anastasia que se informara bien sobre la persona con la que está saliendo.

David: ¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso has visto a Ernesto?

Ana no permitió que David continuara hablando y respondió: No, papá, no pasa nada. Solo lo mencioné porque no me gustaría que sufriera. Ya sabes, papá, ella es la más pequeña y debemos cuidar de ella.

David: Ernesto parece un buen chico.

Anastasia: Así es, papá. Desde que estamos saliendo, me ha tratado muy bien y no ha cruzado una línea inapropiada conmigo.

Ana: ¿Lo has visto en estos días?

Anastasia observa a su hermana con frialdad, sin comprender qué le sucede. Entonces, afirma: “No, no lo he visto; él ahora está ocupado con la universidad y pronto se graduará. Sin embargo, hemos mantenido contacto a través de llamadas y mensajes. Ana, ya te mencioné que necesito preguntarle algo, pero de manera presencial, así que puedes estar tranquila”.

Ana responde: “Está bien, ¿cuándo se van a ver para que puedas hablarle?”.

Anastasia contesta: “Pronto”.

David añade: “Me agrada verlas comunicándose de esta forma, preocupándose la una por la otra. Así debería ser siempre, mis amores”.

Carmela: Es muy bonito verlas juntas.

David: Deberían compartir más momentos, se ven tan bellas. Ustedes son mi vida, mis dos princesas.

Ana: Así es, papá, nosotras somos tus princesas, pero Anastasia siempre se lleva la mejor parte.

David: ¿A qué te refieres, Ana? A ambas les entrego lo mismo y las trato de la misma manera. ¿Por qué piensas así?

Anastasia: Simplemente porque sigo estudiando y a veces me das un poco más de dinero, pero es por mis estudios; en ocasiones necesito comprar cosas.

David: De ninguna manera, les doy la misma cantidad a ambas; es lo justo para las dos. Siempre he actuado de esta manera para evitar malentendidos, pero no sé qué estoy haciendo mal. Ana, ¿podrías decirme qué te lleva a pensar de esa forma?

Ana: No hay problema, papá. Creo que solo me confundí. Les pido disculpas y les prometo que dedicaré más tiempo a Anastasia; haré un esfuerzo por cambiar eso.

Carmela: Ambas son nuestras hijas y las amamos tal como son. Para nosotros, ambas son igualmente importantes, ¿de acuerdo?