En el corazón de lo que alguna vez fue una ciudad vibrante, solo quedan sombras y ecos de una humanidad extinguida. Hace meses, un brote inexplicable convirtió a la población en una horda de seres desalmados, impulsados únicamente por un insaciable deseo de cazar a los pocos sobrevivientes.
Las calles, antes llenas de vida, ahora son un laberinto de ruinas, donde los edificios se inclinan bajo el peso del tiempo y del silencio. Los habitantes que quedan luchan por sobrevivir en un mundo donde la esperanza es un lujo y cada día podría ser el último.
Nadie sabe con certeza cómo comenzó el brote. Se rumorea sobre un experimento fallido, una maldición liberada, o un simple error humano que desató el caos. Lo único seguro es que la ciudad, que alguna vez simbolizó el progreso, ahora es un monumento a la desesperación y al fin de los tiempos.
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Especial
^^^Sé que no nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero… desde el primer día que te vi, me transmitiste algo diferente. Hay algo en ti, algo que me hace sentir que todo puede ir bien, incluso cuando todo está en ruinas.^^^
—Erick bajó la mirada un instante, como si buscara las palabras adecuadas—. No es solo que seas fuerte o valiente… es que eres una luchadora. Alguien que no necesita ser rescatada por un caballero en armadura brillante porque, en realidad, tú eres ese caballero para muchos aquí.
^^^Pero lo que más me asombra es que, a pesar de todo, sigues siendo tan... tan tú. Alguien especial. Lia lo escuchaba en silencio, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Las palabras de Erick eran sinceras, despojadas de cualquier adorno, y eso las hacía aún más valiosas. Sin poder evitarlo, un rubor suave se extendió por sus mejillas, y en ese breve momento de vulnerabilidad, sintió algo extraño dentro de ella. Una chispa, un calor que surgía desde lo más profundo de su ser. Sus ojos, por un instante fugaz, cambiaron de color, volviéndose de un dorado como si una luz interior se hubiera encendido.^^^
^^^Erick notó el cambio, el destello amarillo en los ojos de Lia, pero lejos de asustarse o alejarse, solo apretó con más suavidad su mano. No quería romper el hechizo de ese momento tan íntimo, y aunque aquella transformación fugaz en sus ojos despertó su curiosidad, decidió no decir nada. Sentía que ahora lo importante no era entenderlo, sino aceptar a Lia tal como era, sin importar los misterios que guardara..^^^
Con el corazón latiendo aún más rápido, Erick, dejándose llevar por el impulso del momento, se acercó un poco más, sus ojos buscando los de Lia, sintiendo que era la oportunidad que había estado esperando desde hace tiempo. El silencio entre ellos se volvió palpable, cargado de una tensión dulce, donde las palabras sobraban y solo quedaban los gestos.
^^^—Lia... —murmuró, casi sin aliento, sus labios apenas a unos centímetros de los de ella. Lia lo miró, sintiendo cómo su pulso se aceleraba, una mezcla de sorpresa y anhelo cruzando su mente. En ese instante, todo lo demás desapareció: las preocupaciones, los peligros, la guerra. Solo estaban ellos dos, juntos, en la torre, bajo un cielo estrellado. Erick, con un valor renovado, cerró la distancia que quedaba entre ellos y, con suavidad, posó sus labios sobre los de Lia. El beso fue tierno, lleno de emociones contenidas que finalmente encontraban su escape. Lia, sorprendida al principio, cerró los ojos y se dejó llevar por la calidez del momento, respondiendo con igual ternura.^^^
El mundo a su alrededor pareció detenerse. No había monstruos ni guerras, solo el roce de sus labios,. Cuando finalmente se separaron, Erick la miró con una sonrisa tímida, mientras Lia aún sentía el calor en sus mejillas y el leve cosquilleo en sus labios.—Gracias... —susurró Erick, su voz temblando ligeramente—.
^^^Gracias por dejarme sentir esto, aunque sea solo por esta noche. Lia, aún abrumada por lo que acababa de suceder, únicamente pudo sonreír, asintiendo mientras sus manos seguían entrelazadas, uniendo sus destinos en un gesto tan simple y, al mismo tiempo, tan profundo. Sabía que las pruebas no habían terminado, que el amanecer traería nuevas batallas, pero por ahora, en esa frágil burbuja de paz, tenía algo más que esperanza: tenía a Erick, y eso, pensó, podría ser suficiente para seguir adelante.^^^
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El beso se convirtió en dos, luego en tres, y cada uno fue cargado de una emoción creciente, una mezcla de anhelo, cariño, y una necesidad urgente de sentir esa proximidad, esa unión que ambos habían estado negándose desde hacía tanto. Sin decir nada, Erick la tomó suavemente por la cintura, acercándola más hacia él, mientras Lia, con sus manos temblorosas, acariciaba su rostro, trazando con delicadeza los contornos de su mandíbula, como si estuviera memorizando cada detalle de él.
^^^Sus respiraciones se entrelazaban, profundas y entrecortadas, mientras el calor de sus cuerpos empezaba a disipar el frío de la noche. Con movimientos lentos y cuidadosos, como si estuvieran despojándose de las armaduras que llevaban para enfrentarse al mundo, ambos comenzaron a desvestirse, quitándose cada capa de ropa con una mezcla de nerviosismo y deseo. No había prisa en sus gestos, solo la certeza de que querían experimentar este momento sin reservas, sin el temor que habitualmente los mantenía alejados. ^^^
El suelo de la torre, duro y frío, fue cubierto por las prendas abandonadas, creando un pequeño nido improvisado. Erick, ahora completamente desvestido, observó a Lia con una reverencia silenciosa, admirando su belleza, su fortaleza, y la vulnerabilidad que solo le mostraba a él. Lia, por su parte, se dejó llevar por la dulzura de la situación, sus ojos explorando cada rincón del cuerpo de Erick, como si estuviera descubriendo algo precioso y único.
^^^Finalmente, cuando estuvieron piel contra piel, la tensión en el aire se disolvió en una calma que solo dos almas en completa sintonía pueden experimentar. Erick acarició con suavidad el rostro de Lia, sus dedos recorriendo cada curva de su mejilla, bajando por su cuello, deteniéndose un instante en la suave piel de su clavícula^^^
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