EL CEO

Con la expansión internacional en marcha y la Torre Ferrer adaptándose a las nuevas regulaciones, Lucía y Alejandro finalmente sentían que las cosas estaban bajo control. Sin embargo, el pasado tenía una manera de resurgir cuando menos se lo esperaba, y pronto se darían cuenta de que las cicatrices de las batallas anteriores aún no habían sanado del todo.

Una mañana, Lucía estaba en su oficina revisando los últimos informes de los proyectos en Europa cuando recibió un sobre sin remitente. La delicadeza y el estilo del sobre le llamaron la atención. Al abrirlo, encontró una carta escrita a mano, con una caligrafía elegante y precisa. Las primeras líneas le hicieron detenerse en seco.

“Querida Lucía,” comenzaba la carta. “Pensaste que habías terminado conmigo, pero el pasado siempre encuentra la manera de volver. Esta no es una advertencia, es una promesa. Nos veremos pronto.”

Lucía sintió un escalofrío recorrer su espalda. La amenaza era clara, pero lo que más la inquietaba era la sensación de familiaridad. Sabía que no podía ignorar este mensaje.

Sin perder tiempo, llamó a Alejandro y Natalia a su oficina. Les mostró la carta y esperó a ver sus reacciones. Alejandro frunció el ceño, mientras que Natalia la leyó detenidamente antes de hablar.

“Esto no es una simple broma,” dijo Natalia, su tono serio. “Parece que alguien está tratando de intimidarte, pero lo más preocupante es que parece conocer detalles de lo que ocurrió en el pasado.”

“¿Podría ser Dimitri Ivanov?” preguntó Alejandro, con una mezcla de incredulidad y preocupación. “Pensé que estaba bajo custodia estricta. ¿Cómo podría llegar a nosotros desde allí?”

“Es posible,” respondió Natalia, “pero también podría ser alguien más que estuvo involucrado o alguien que se benefició de su caída. No podemos descartar ninguna posibilidad hasta que tengamos más información.”

Lucía se cruzó de brazos, tratando de contener la ansiedad que se apoderaba de ella. “No podemos dejar que esto nos distraiga de nuestro trabajo, pero tampoco podemos ignorarlo. Necesitamos averiguar quién está detrás de esto y qué planean.”

Natalia asintió, ya formulando un plan en su mente. “Voy a reforzar la seguridad inmediatamente. También haré que investiguen el origen de esta carta. Si alguien está planeando algo, lo descubriremos.”

Alejandro tomó la mano de Lucía, ofreciéndole apoyo. “No estás sola en esto, Lucía. Vamos a enfrentar esto juntos, como siempre.”

A medida que la investigación avanzaba, la tensión en la Torre Ferrer aumentaba. La carta había sido un recordatorio de que las sombras del pasado aún acechaban, y todos sabían que no podían permitirse bajar la guardia.

Unos días después, Natalia convocó a una reunión urgente en su oficina. Había recibido información inquietante de sus contactos en Europa.

“Hemos rastreado el origen de la carta hasta un pequeño pueblo en las afueras de Moscú,” informó Natalia. “Pero eso no es lo más preocupante. Según mis fuentes, hay rumores de que alguien ha estado haciendo preguntas sobre la Torre Ferrer y sus operaciones. Parece que están buscando algo, o a alguien.”

Alejandro se inclinó hacia adelante, intrigado. “¿Podría ser alguien que busca venganza? Tal vez un antiguo aliado de Dimitri o alguien que fue perjudicado por nuestras acciones.”

“Esa es una posibilidad,” respondió Natalia, “pero aún no tenemos suficientes detalles para estar seguros. Lo que sí sabemos es que esta persona tiene recursos y está decidida a acercarse a nosotros.”

Lucía, sintiendo la presión de la situación, se levantó y comenzó a caminar por la oficina. “No podemos esperar a que hagan su próximo movimiento. Tenemos que ser proactivos. Necesitamos reforzar nuestra seguridad, no solo aquí, sino también en nuestras operaciones internacionales.”

Natalia asintió. “Ya he tomado medidas para aumentar la seguridad en todos nuestros sitios, pero voy a intensificar las investigaciones. También voy a mantener contacto cercano con nuestras filiales en Europa para asegurarme de que estén al tanto de cualquier amenaza.”

A medida que las semanas pasaban, la vigilancia en la Torre Ferrer se intensificó. Lucía y Alejandro se mantuvieron enfocados en su trabajo, pero la carta seguía en sus mentes, un recordatorio constante de que alguien los observaba desde las sombras.

Una tarde, mientras revisaba documentos en su oficina, Lucía recibió una llamada de un número desconocido. Dudó un momento antes de contestar, y al otro lado de la línea escuchó una voz que reconoció al instante.

“Lucía,” dijo la voz, “¿pensaste que todo había terminado? Apenas estamos comenzando.”

Era Dimitri Ivanov.

Lucía sintió que se le cortaba la respiración. “¿Cómo conseguiste este número? Estás en prisión. No deberías tener contacto con nadie.”

Dimitri rió, un sonido frío y carente de humor. “Subestimaste mi alcance, Lucía. La prisión no puede detenerme, y ciertamente no puede protegerte a ti. Todo lo que has construido está en peligro, y cuando caiga, tú caerás con ello.”

Antes de que Lucía pudiera responder, la línea se cortó. Se quedó mirando el teléfono, su mente corriendo a mil por hora. Dimitri había encontrado una manera de contactar con ella, y lo que era peor, sus amenazas eran reales.

Inmediatamente, llamó a Alejandro y Natalia para informarles de la llamada. Sabían que esto cambiaba todo. Dimitri no solo estaba detrás de la carta, sino que tenía recursos y personas fuera que trabajaban para él.

“Tendremos que tomar esto con la máxima seriedad,” dijo Alejandro, visiblemente perturbado. “No podemos permitir que Dimitri destruya lo que hemos construido. Vamos a luchar.”

Natalia, siempre calculadora, asintió. “Voy a intensificar las medidas de seguridad y rastrear cualquier comunicación relacionada con Dimitri. No le daremos la oportunidad de actuar.”

Lucía sabía que estaban en una situación crítica. Dimitri era un enemigo peligroso, y su influencia, incluso desde la prisión, era más fuerte de lo que habían imaginado. Pero no estaba dispuesta a ceder. La Torre Ferrer era su vida, su legado, y lucharía con todas sus fuerzas para protegerla.