Amantes A Través Del Tiempo

Capítulo 22

Los siguientes años trascurrieron con una mezcla de alegrías, desafíos y nuevos logros para la familia Gutiérrez. Sofía y Alejandro seguían brindando a Lucas todo su amor y dedicación, mientras el pequeño iba creciendo y desarrollando sus habilidades a un ritmo admirable.

En el colegio, Lucas se había ganado el cariño y la admiración de compañeros y maestros. Participaba activamente en diversas actividades, desde el equipo de baloncesto hasta los talleres de arte y teatro. Su determinación y su espíritu alegre lo convertían en un ejemplo inspirador para todos.

Sofía y Alejandro asistían con orgullo a cada uno de los eventos y presentaciones de su hijo, emocionados de ver cómo Lucas se desenvolvía con confianza y disfrutaba plenamente de su infancia.

Una tarde, mientras la familia disfrutaba de una salida al parque, Lucas se acercó a sus padres con una expresión emocionada.

—¡Mami, papi! —exclamó, con su voz vibrante—. ¡Me han elegido para representar a la escuela en las olimpiadas especiales de atletismo!

Sofía y Alejandro lo miraron, sorprendidos y emocionados.

—¿En serio, mi amor? —preguntó Sofía, con los ojos brillantes de felicidad—. ¡Eso es maravilloso!

Lucas asintió, con una sonrisa radiante.

—¡Sí! —respondió, entusiasmado—. El maestro dice que tengo mucha habilidad y que puedo ganar una medalla.

Alejandro se acercó a él y lo abrazó con orgullo, sintiendo que el corazón le latía con fuerza.

—¡Estamos tan orgullosos de ti, campeón! —exclamó, depositando un beso en su mejilla—. Sabía que lo lograrías.

Lucas correspondió al abrazo, riendo con alegría.

—¿Vendrán a verme, verdad? —preguntó, con esperanza.

Sofía se unió al abrazo, acariciando el cabello de su hijo con ternura.

—Por supuesto, mi amor —aseguró, con una sonrisa radiante—. Estaremos ahí apoyándote en cada momento.

Lucas los miró, con sus ojos brillantes de emoción.

—¡Gracias, mami y papi! —dijo, abrazándolos con fuerza—. ¡Les prometo que daré lo mejor de mí!

Sofía y Alejandro se miraron, rebosantes de orgullo y amor por su hijo. Habían recorrido un camino difícil, lleno de desafíos y obstáculos, pero verlo triunfar de esa manera les demostraba que todo había valido la pena.

El día de las olimpiadas especiales, el estadio se llenó de emoción y alegría. Cientos de niños con diferentes discapacidades se preparaban para dar lo mejor de sí en las diversas disciplinas.

Cuando le tocó el turno a Lucas, Sofía y Alejandro contuvieron la respiración, observando con atención cada uno de sus movimientos. El pequeño se lanzó a la pista con determinación, superando obstáculo tras obstáculo con una fuerza y una elegancia que dejaban sin aliento a los espectadores.

Cuando cruzó la línea de meta, recibiendo una ovación ensordecedora, Sofía y Alejandro no pudieron contener las lágrimas de orgullo y alegría.

—¡Eso es, mi amor! —gritó Sofía, aplaudiendo con entusiasmo—. ¡Eres el mejor!

Lucas buscó a sus padres entre la multitud y, al verlos, les dedicó una sonrisa deslumbrante. Poco después, su nombre fue anunciado como el ganador de la medalla de oro, y los aplausos y vítores llenaron el estadio.

Cuando Lucas se acercó a ellos, Sofía y Alejandro lo recibieron con abrazos y besos, sintiendo que sus corazones rebosaban de felicidad.

—¡Mi niño, estamos tan orgullosos de ti! —exclamó Alejandro, con la voz temblorosa—. ¡Eres un campeón!

Lucas se aferró a ellos, riendo con alegría.

—¡Lo logré, mami y papi! —dijo, mostrándoles su medalla con orgullo—. ¡Es para ustedes!

Sofía lo abrazó con fuerza, sintiendo que las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Tú te la has ganado, mi amor —susurró, besando su frente con ternura—. Nosotros solo hemos estado aquí para apoyarte.

Alejandro les rodeó los hombros con sus brazos, y los tres se fundieron en un abrazo lleno de amor y gratitud.

En ese momento, Sofía y Alejandro se sintieron los padres más afortunados del mundo. A pesar de todos los desafíos que habían enfrentado, su amor y su dedicación habían logrado forjar un niño fuerte, resiliente y lleno de alegría.

Mientras observaban a Lucas recibir los vítores y las felicitaciones de todos los presentes, Sofía y Alejandro se miraron, sintiendo que sus corazones rebosaban de orgullo y amor.

—Lo logramos, mi amor —murmuró Alejandro, estrechando a Sofía con ternura—. Nuestro Lucas es un niño extraordinario.

Sofía asintió, dejando que una sonrisa serena se dibujara en su rostro.

—Sí, mi amor —respondió, con la voz cargada de emoción—. Juntos hemos construido una familia maravillosa.

A partir de ese día, la vida de la familia Gutiérrez siguió avanzando con nuevos retos y alegrías. Lucas continuó sorprendiendo a todos con sus logros y su espíritu inquebrantable, convirtiéndose en una inspiración para quienes lo rodeaban.

Sofía y Alejandro, por su parte, se mantuvieron firmes en su papel de padres dedicados y amorosos, brindándole a su hijo todo el apoyo y las oportunidades que necesitaba para desarrollar su potencial.

Con el paso del tiempo, Lucas fue creciendo y adquiriendo una mayor independencia, pero Sofía y Alejandro siempre estuvieron a su lado, guiándolo y animándolo a enfrentar cada nuevo desafío.

Juntos, como una familia unida y resiliente, lograron superar todas las adversidades y construir una vida llena de amor, alegría y logros. Y mientras observaban a su hijo brillar y florecer, Sofía y Alejandro sabían que todo el esfuerzo había valido la pena.