Qué es la belleza?, pienso que es un término que se inventó el ser humano, solo para menospreciar a los que no encajan en un patrón determinado, yo siempre he creído que existe mucho más en las personas que solo un rostro bonito, pero ciertamente en esta sociedad en la que vivimos los estereotipos de belleza ya están anclados y es algo muy díficil de cambiar,... pero no imposible...
NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo XXII No pierdas tu esencia
Los días seguían pasando y la actitud de Isabella se hacía cada vez más dominante, donde quiera que ella llegará se robaba las miradas y eso estaba volviendo loco a Ignacio, ya que su esposa a él no le dedicaba ni una sonrisa, ella accedió a dormir con él en la misma habitación, tenían relaciones, pero era solo eso, era solo sexo, él quería hacer el amor con su esposa, pero no sabía cómo recuperar a su amada Isabella, porque la mujer que vivía con él se hacía llamar Bella.
— Hija te veo muy cambiada, no te pierdas mi niña, no dejes de ser ese ser hermoso que siempre has sido. — dijo Miranda preocupada por su hija.
— Qué prefieres, acaso quieres que los demás me sigan lastimando. — respondió Isabella restándole importancia a las palabras de su madre.
— Hija, pero puedes darte a respetar sin necesidad de perder tu esencia. — comento Miranda.
— Ja, ja, ja mi esencia?, eso de que me ha servido, solamente para que me utilicen y luego me desechen, no mamá yo me siento bien así y así seguiré.
Isabella se levantó de la silla del comedor y se fue a la habitación que compartía con Ignacio, al llegar vio que su esposo salía del baño, así que para descargar su ira se lanzó a él y empezó a besarlo, últimamente ella utilizaba a Ignacio para desquitar todo el resentimiento que llevaba dentro, una hora después Isabella se levantó de la cama y se fue al baño, después de hacer esas cosas se sentía muy mal y en el baño descargaba entre lágrimas su frustración.
Mientras Ignacio se sentía mal porque él sabía las razones por las cuales Isabella hacia esas cosas, pero su amor por ella era tan grande que soportaba eso y más.
— Te gustaría acompañarme a cenar fuera?. — pregunto Ignacio casualmente.
— Tienes alguna reunión de negocios?. — pregunto Isabella desinteresada.
— Algo así, vamos acompáñame. — insistió Ignacio.
— Está bien, te acompañaré.
Una hora después Ignacio iba manejando a un lugar apartado de la ciudad, él se había prometido recuperar a su esposa y lo iba a lograr a como de lugar.
— A donde nos dirigimos?. — pregunto Isabella confundida.
— Ya casi llegamos, solo ten paciencia.
Unos minutos después llegaron a una casa de campos, el lugar era realmente hermoso, pero a Isabella no parecía darle ningún tipo de emoción.
— Qué hacemos aquí?. — pregunto Isabella confundida.
— Quiero que pasemos nuestra luna de miel aquí. — respondió Ignacio bajando del auto.
Isabella bajo también del auto y camino tras de él gritando algunas cosas.
— No seas ridículo, de que luna de miel hablas.
— Pues la nuestra, la de quién más.
— Quiero volver a la casa.
— Te explico, solo teníamos gasolina para llegar aquí, en una semana nos vienen a buscar mientras tanto nos tocará quedarnos aquí.
— Eres un idiota, acaso tomaste en cuenta lo que yo quería.
— Pensé que esto era lo que querías.
— Pues pensantes, mal, quiero irme a la casa y es mi última palabra.
Ignacio solo camino a la casa y dejó a Isabella molesta parada al lado del auto, Isabella era muy testaruda y no se movió de su lugar, una hora después empezó a hacer frío y se empezó a escuchar los sonidos que hacían los animales de la naturaleza, Isabella sintió temor, así que decidió entrar a la casa, una vez dentro la calidez del lugar la inundó y además olía delicioso, Ignacio estaba en la cocina preparando la cena, así que ella solo se acercó con cara de disgusto.
— Bienvenida, si quieres subes a la habitación y te cambias de ropa. — dijo Ignacio a penas la vio, le preocupaba que sé enfermera.
— Gracias, tan querido! — dijo Isabella sarcástica.
— De nada mi Bella esposa, ve cambiate ya casi está la cena.
Isabella fue a la única habitación que había en aquel lugar, realmente la casa no era tan grande solo tenía un piso, la sala era pequeña y había una chimenea, la cocina parecía de juguete, pero a pesar del espacio el lugar era muy bonito y acogedor, al entrar a la habitación Isabella vio un juego de ropa, era como la que ella usaba antes, le pareció estúpido por parte de Ignacio querer que ella regresará a ser como lo era antes, sin más que hacer Isabella se puso aquella cómoda ropa seca su cabello y se quitó el maquillaje, ella, si Ignacio quería jugar, entonces ella jugaría con él.
— Ya está lista la cena?. — pregunto Isabella sentándose a la mesa.
— Si, solo te estaba esperando para servir. — respondió Ignacio maravillado con la apariencia de Isabella.
— Ok.
— Te ves hermosa, me recuerda el día que te conocí. — dijo Ignacio con melancolía.
— Sí, imagino que te acordaste de la niña idiota e ingenua a la que todos pisoteaban.
— Pues lo que recordé fue a la mujer de sentimientos hermosos que ayudaba a todo aquel que lo necesitaba y que soñaba despierta.
— Para lo que sirve soñar. — dijo Isabella poniendo los ojos en blanco.
Ignacio sirvió la cena y se sentó junto a Isabella, él fue muy atento con ella, le sirvió la comida le ayudo a cortar la carne, le sirvió la bebida y hasta en algún punto limpio las comisuras sé su boca, Isabella solo aceptaba las atenciones de Ignacio, solo lo hacía con la intención de que cuando ella lo rechazara Ignacio se sintiera muy mal.
Una vez terminaron la cena, Isabella se dispuso a sentarse cerca de la chimenea, su pose era provocativa así que empezó a leer una revista que tenía a mano, leyendo se encontró con un artículo que llamó su atención, en este se veía a Álvaro y a la estúpida de Lucero muy felices, se estaba anunciando su compromiso, Isabella hizo una mueca de disgusto y desprecio, en la revista decía que se casarían en la ciudad donde ella vivía, al parecer la suerte estaba de su lado, está sería la oportunidad perfecta para arruinar a esos dos.
Perdida en sus pensamientos el cansancio la venció y termino dormida en el sofá, Ignacio al verla la levantó y la llevo a la cama dejándola con mucho cuidado y luego acostándose el a su lado, abrazándola con delicadeza y así también se quedó dormido él.