Arderá Mi Alma

Cuando el sol brilla a lo alto y las aves juegan entre las hojas piensas... este día será perfecto. El viento soplando suavemente el rostro de los niños en el parque mientras bajaban por la resbaladilla. Los castillos de arena que formaban al quitar sus cubos de encima y un cachorro recostado en el verde césped gozando del templado calor que recibía. Una postal de ensueño en el que cualquier desearía permanecer.

Al otro lado de la calle se erguía el enorme bosque de cipreses que se mantenían en pie allí hace décadas. La vida que le daban a la ciudad era venerada por todos. Allí se albergaban la mayoría de esos pájaros que se alimentaban de las migas que los ancianos les arrojaban. Pero ese día algo los alerto.

La enorme bandada de aves se alzó repentino ante algo que sólo ellos percibieron. Para muchos fue un espectáculo verlos bailar de esa forma entre los árboles y luego alejarse, pero para los más viejos no fue buena señal. En su débil azaña de advertencia ya había sido demasiado tarde. Ese día las noticias habían anunciado una desgracia.

En el cuartel de la Guardia Civil pocas veces sonaba la sirena roja. Una de las pocas señales que paralizaba a los superdotados. De inmediato se anunció el ataque en el parque central. Uno de los guardias Maestros que sobrevivió al ataque dijo haber visto a aquel hombre. El más temido de los rebeldes. Ese día todo el mundo supo de su regreso. A partir de este momento nada volvería a ser como antes.

El grupo de médicos trataba de recuperar la poca vida que había quedado en ese sembradero de dolor. Ver a los restos que quedaban de esos ancianos cubriendo a los aterrados niños ya sin vida. Calcinados unos y otros hechos trizas. Esparcidos por todo ese verde césped que ahora era de un brillante rojo carmín. Todo ese bosque había sido arrancado de raíz de su suelo firme y convertido en cenizas. Nadie sobrevivió. Sólo uno que fue obligado a llevar el mensaje a la Guardia Civil. Un atormentado Maestro que custodiaba el parque. Su mirada perdida había sido clave de la manipulación que su mente tuvo. El dominador de masas lo obligó a llevar en mensaje de su regreso y luego se quitó la vida arrojándose por la ventana.

No se pudo hacer absolutamente nada. Solo llorar por las víctimas.

Se anunció a la población lo ocurrido y de las precauciones que se debía tomar. Pero solo empeoró la situación. El pánico invadió las calles y los superdotados no daban abasto. Era momento de emplear el plan B.

_ ¡No es momento aún! Todavía es riesgoso llevarlos a las calles.

_ Pero Directora Génesis. No tenemos el tiempo suficiente para prepararlos. Los postulantes deben ayudar a la Guardia Civil ya.

_ ¡Tsk! Esto no saldrá bien... Pero si no hay otra opción... Qué cada superdotado del instituto se reúna conmigo en el campo. Evaluaremos a los postulantes y le asignaremos un instructor acorde.

.........

Enfadados, todos los instructores, incluidos los cocineros habían sido reunidos al campo de entrenamiento. Al otro lado se encontraban los postulantes de todos los años incluidos los más recientes. Las instrucciones eran simples, atacar o defender. El Dr. Gabriel era uno de los clasificadores y la Directora Génesis asignaría a cada instructor un postulante acorde su don.

En el centro permanecía el difusor de pesadillas, apodado por todos por recrear todo aquello que los instructores deseen.

Uno a uno de los postulantes iniciaron por defender a un hombre del ataque del difusor. Los heridos eran rápidamente atendidos por el grupo de enfermeros, mientras que los más duros eran apartados del resto por no acatar las órdenes del Dr. Gabriel. Para la mayoría enfrentarse a sí mismos era difícil. Así se podría conocer el verdadero poder y personalidad de todos. Hasta que llego el momento de Lilit.

Inmóvil e inapetente de lucha se encontraba frente su copia. ¿Cómo clasificar a un postulante que no demuestra su otro lado de la cara?

El Dr. Gabriel miró de reojo a la Directora Génesis llamándola a su encuentro.

_ Usted atacará a su doble. Pero deberá dejarse ganar.

_ No lo entiendo doctor.

_ Sólo haga lo que le digo. Puede que salga lastimada, pero algo me dice que esta muchacha será de defensa.

_ Pero... ¿Qué tengo yo que ver aquí?

El Dr. Gabriel solo sonrió y volvió la vista a Lilit convencido de su teoría.

Sin más la Directora Génesis ingreso al campo con Lilit y el difusor activo e inmóvil. Dio uno o dos pasos y no noto respuesta alguna.

De un salto fue al difusor y lo golpeo, pero este desapareció como el mismo aire entre sus manos. No entendía lo que sucedía. Supuso que la máquina se había descompuesto pero detrás de ella se activó nuevamente. Esta vez se había proyectado una bestia enorme. De piel oscura y rajada. De unos dos metros de altura se posaba hincada en sus patas traseras mientras que se sostenía con sus enormes brazos por delante. Sus ojos diminutos lo volvían ciego y sus inexistentes oídos lo hacían sordo. En sus fauces se veía todas esas enormes filas de dientes y su fétido y putrefacto aliento mientras su babeante boca regaba el campo. Con cada respiración sus orificios encima de su hocico se levantaban y percibían el nerviosismo de Génesis. Nadie entendía el porqué apareció una bestia de esas características. El difusor no había sido alterado. Los libros que la Directora Génesis hacía traducir a Lilit pudo haberla inducido a crear una criatura así.

El Dr. Gabriel permanecía inmutable a esta situación. Por un instante Génesis dudo de su decisión pero continuo con las instrucciones. Volvió hacia la bestia y de un solo golpe la derribo sin esfuerzo. Su rostro cubierto de sangre y polvo mostró aquel profundo corte que le partía la frente hasta la mejilla. Su don la curo rápidamente pero no lo suficiente para detener el siguiente ataque. Posado sobre su pecho, poco a poco vencía su resistencia y aplastaba sus costillas. El sonido de sus huesos podía oírse como se rompían y volvían a sanarse. Una tortura para un novato. Pero algo poco común en un dotado de su nivel.

La desesperación de no poder hacer el más mínimo movimiento se habían apoderado de la Directora Génesis. Lilit sólo estaba allí a un costado con su cabeza abajo. Evitaba todo contacto visual con ella.

La situación se había salido de control. La bestia ahora buscaba devorar las extremidades de la Directora, pero esta ya no poseía las mismas fuerzas. Su don de curación tenía un límite.

_ Doc... ¡Doctor Gabriel!! Detenga... ¡Pare esto ya! _ Exclamaba ya aterrada

_ Esta fue idea suya Directora Génesis. Hágase responsable se las consecuencias.

_ ¡No!... Aaaj ¡Director Samuel!

Pero nadie hacia nada.

_ ¡Alguien! ¡Ayuda! Aaaaagh _ Su brazo había sido alcanzado por la bestia y está había comenzado a jalar con fuerza. Su piel poco a poco comenzaba a desgarrarse.

_ ¡¡Lilit!! ¡¡Auxilio!!

En lo más profundo de su mente un recuerdo volvió a su memoria como un golpe en seco que la trajo de regreso. Esa mujer... la que había visto aquel día tendida sin vida y sin ropa, también le habia pedido auxilio. Pero aquella vez no pudo hacer nada. Esta vez sentía algo diferente en su cuerpo moviéndose por sus venas. La adrenalina se había apoderado de ella. Su fuerza regresó al punto de doler cada uno de sus músculos. Y su hambre había regresado. El odio y rabia nublaron su mente. Sus ojos se volvieron tan negros como la misma oscuridad del infierno. Su rostro dibujó aquella sonrisa siniestra nuevamente y la llevó a ver a la Directora Génesis luchando por mantener su brazo en su lugar.

_ Hambre... tengo mucha hambre...

Todo se detuvo en un instante. Inmóviles observadores se encontraban firmes sin aliento a un costado. Aterrados e inútiles esperando el peor de los desenlaces sin ninguna intención de involucrarse. Todos menos uno.

La vista del Dr. Gabriel era incapaz de seguir sus pasos. Había visto aquello que tanto había anhelado encontrar. Era como encontrar el eslabón perdido. Su mayor descubrimiento. Sus ojos brillaban y lloraban de emoción. Aquella oscuridad lo habían invadido. Ser dichoso de ver tal demostración de poder ante aquella bestia que había sido capaz de vencer a un dotado de tal nivel. Una novata, una postulante, una superdotada había derribado de un solo golpe a aquella bestia.

Génesis se incorporó débil tambaleando mientras usaba lo último de sus fuerzas para curar sus heridas y vio como aquella joven se convertía es esa bestia.

Su instinto humano había desaparecido en cuestión de segundos. Sin emplear ninguna técnica de sus libros. Sin hacer el más mínimo esfuerzo. En un abrir un cerrar de ojos la encontró comiendo la carne de esa extraña bestia. Como un animal salvaje y sediento de sangre. Vio la peor de las escenas.

Volvió de inmediato la vista al Dr. Gabriel pero este yacía inmóvil en el piso. Rodeado por los médicos luchaban por traerlo a la vida de regreso. Sus ojos negros. Poseídos de oscuridad y sin vida. Todo era tan extraño.

Pero Lilit... ella en igual estado seguía con vida.

De inmediato recordó lo que descubrió en la burbuja. Esto había sido el resultado del dolor que había vivido en aquel entonces. En esto podía llegar a convertirse esta niña. Pero... ¿Hasta donde podía llegar su poder una vez regresada su memoria? El dolor de aquel entonces la convirtió en esto. Y yo la traje de regreso.