ELLA ES MIA

Andréa desliga el teléfono y se lo entrega a Fabrício. Él lo toma y le lanza una mirada deseosa. Andréa siente cómo su cuerpo se eriza por completo y se siente algo incómoda con esa situación.

Fabrício: Bueno, ahora que todo está resuelto, ¿qué te parece si cenamos?

Andréa: Me parece genial, tengo mucha hambre.

Fabrício: Perfecto, espera a que me dé una ducha y nos vamos.

Fabrício se quita la camisa frente a Andréa, quien se cubre el rostro y emite un pequeño grito, volviendo de espaldas. Él se divierte con la situación y se acerca a ella, hablándole al oído.

Fabrício: Perdona, no quise incomodarte.

Al sentir su aliento cálido en su oído, Andréa siente cómo su intimidad se humedece, algo que nunca había experimentado. Abre los ojos de par en par y se gira rápidamente, chocando con el pecho de Fabrício, lo que provoca que pierda el equilibrio y caiga sobre la cama. Él intenta sostenerla, pero acaba cayendo sobre ella. Ella siente cómo el miembro de Fabrício aumenta de tamaño en su intimidad, lo que la pone más sonrojada. Intenta alejarse, pero él es mucho más grande y fuerte, por lo que sus movimientos no llevan a nada. Él le sonríe, le da un beso en la frente, se levanta y la ayuda a levantarse, luego se gira y va directamente al baño a ducharse. Ella, por su parte, se sienta en el sillón del cuarto y se siente confundida, intentando comprender lo que acaba de suceder.

💭 Andréa: ¡Dios mío, qué calor es este! ¿Qué sensación es esta en todo mi cuerpo? Es como si una agradable electricidad lo recorriera todo, y esta humedad en mi intimidad, ¿de dónde viene, Dios mío?

Andréa nunca ha tenido una relación o ha salido con alguien. Siempre que alguien mostraba interés en ella en la escuela, su prima Ester hacía todo lo posible por arruinarlo. Si no era su prima, era su primo con su instinto de protección demasiado elevado, pensaba ella en ese momento. Y como nunca había estado en una fiesta, anoche fue la primera vez, no tuvo la oportunidad de que alguien la coqueteara. Andréa coloca su mano en la frente y piensa:

💭 Y este beso en la frente, ¿qué significa? Tuvo muchas ganas de llamar a Sara, seguramente ella sabría explicar todas estas nuevas sensaciones, pero desafortunadamente no podía, además de no tener celular, no quería arriesgar la seguridad de su amiga.

Fabrício está en el baño tratando de calmar a su amigo con una ducha fría, lo cual es casi imposible, cada vez que piensa en Andréa, su amigo cobra vida involuntariamente.

💭 Fabrício: ¡Esta mujer va a acabar conmigo!

Después de aliviarse en el baño, fue la única manera que encontró de calmar a su amigo, sale de la ducha y se dirige al vestidor para cambiarse. Cuando sale, ya cambiado, ve a Andréa sentada con las piernas cruzadas en el sillón, perdida en sus pensamientos. Esta escena lo maravilla. Andréa parece tan frágil, con su mirada inocente, y él siente el deseo de protegerla de cualquier mal.

Fabrício: ¿Vamos?

Andréa salta del sillón asustada y dice medio desorientada:

Andréa: Vamos, claro.

Él baja las escaleras delante y Andréa lo sigue, observando la mansión por primera vez. Mira a su alrededor, fijándose en cada detalle.

💭 Andréa: Wow, qué casa más hermosa, nunca vi tanto lujo en un solo lugar.

Fabrício se detiene al final de la escalera, pero Andréa, distraída mirando la casa, no se da cuenta y choca contra su espalda.

Andréa: ¡Ay! -se lleva la mano a la nariz.

Fabrício se da vuelta y pregunta:

Fabrício: ¿Estás bien?

Andréa mira a ese hombre guapo y se pierde en sus ojos verdes grisáceos. Su cuerpo se eriza por completo y vuelve a sentir esa agradable electricidad. Vuelve a la realidad y dice:

Andréa: Sí, perdón, me distraje mirando tu casa.

Fabrício se da cuenta de que ella lo estaba mirando con malicia, sonríe de medio lado y pregunta:

Fabrício: ¿Te gusta lo que ves?

Andréa: ¿Ah? ¿Cómo así?

Fabrício: Me refiero a la casa.

Andréa: Sí, claro, la casa, ¿de qué más podría ser? Sí, es muy bonita.

Andréa habla y siente cómo sus mejillas arden de vergüenza. Fabrício no dice nada más, pero disfruta de esa situación. Se dirige al comedor y Andréa lo sigue en silencio. Al llegar al comedor, Andréa queda asombrada por tanta comida y ve a Solange.

Andréa: Buenas noches, señora Solange. ¿Cómo está?

Voy hacia Solange y le doy un abrazo apretado. Solange devuelve el abrazo y dice:

Solange: Estoy bien, mi niña, siéntate y come un poco.

Fabrício, que está viendo toda esa intimidad, se aclara la garganta y dice medio seco:

Fabrício: Bueno, ya que se conocen íntimamente, dispensamos presentaciones. Solange, puedes servir la cena.

Solange: Sí señor, señor Fabrício.

Se sientan y Solange comienza a servir la cena. Andreia se siente incómoda viendo a Solange trabajar sola, se levanta y dice:

Andréa: Déjame ayudarte.

Solange: No te preocupes por eso.

Andréa: De ninguna manera, insisto.

Fabrício: Andréa, por favor, siéntate. Este es su trabajo.

Por el tono de voz de Fabrício, ambas notan que está irritado. Solange, que ya conoce a su jefe, entiende el motivo de la irritación, pero Andréa no entiende y se sienta un poco decepcionada pensando que hizo algo malo.

La cena continúa en un silencio mortal, solo se escucha el ruido de los cubiertos en el plato. Andréa interrumpe el silencio diciendo:

Andréa: Señor Fabrício, me gustaría ir a buscar algunas prendas a mi apartamento.

Fabrício: No es necesario que me llames señor, no soy tan viejo.

Andréa: Es necesario, usted es mi jefe y si alguien me ve con intimidad llamándolo por su nombre puede interpretar las cosas de manera equivocada.

Fabrício mira fijamente a Andréa con una mirada indescifrable.

Fabrício: Como prefieras. Bueno, como iba diciendo, le pediré a mi chofer que vaya a tu apartamento a buscar algunas prendas. Si necesitas algo más, solo avísame y lo compraré.

Andréa: Ok, gracias, lo que usted ya me compró es suficiente.

Fabrício: ¿Podemos seguir cenando?

Andréa: Ah, una cosa más. Creo que la habitación en la que estaba es la suya, ¿estoy en lo correcto?

Fabrício solo asiente con la cabeza en afirmación.

Andréa: Si puedes darme otra habitación, no quiero molestarte más de lo necesario, puedo quedarme con doña Solange.

Fabrício: ¿No crees que puedes molestar a Solange instalándote en su habitación?

Andréa piensa por unos segundos y responde:

Andréa: No creo, pero puedo preguntarle a ella.

Fabrício: No hace falta, pediré que te den otra habitación, hay muchas vacías aquí en la mansión. ¿Algo más?

Andréa: No, solo eso.

Fabrício: ¿Podemos seguir cenando entonces?

Andréa solo asiente con la cabeza en afirmación y vuelve a comer con la cabeza baja. Fabrício la observa comer y se pregunta dónde cabrá toda esa comida, considerando que ella es baja y delgada.