Melanie fue llevada a la guillotina, junto con su familia, gracias al descubrimiento de sus crímenes. Sin embargo, se arrepentía del ser que fue, ¿tendrá una segunda oportunidad para cambiar sus decisiones?....
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Capítulo 1
-¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué volví aquí?-
Mientras abría los ojos y veía donde estaba, maldecía por dentro….
Para que me comprendan tendría que comenzar a contar mi primera historia y del por qué estoy maldiciendo tan profundo…
En mi primera vida, que recuerdo, fui una bella dama de la alta sociedad, era muy bella, cabello largo y plateado, figura esbelta, ojos grises, una tez tan blanca como la nieve.
Mi familia poseía el mismo poder que la realeza, incluso siempre se mantenían en buenos términos, ya que si se enfrentaban amabas fuerzas, sería algo catastrófico para nuestro reino, los que más sufrirían los daños de una guerra civil serían las personas de bajos recursos.
Mi familia estaba en lo más alto de los rangos nobiliarios y se conformaba por: mi padre el Duque Gerald Liberto, alto, con cabellos similar al mío, al igual que mis hermanos; mi madre la Duquesa Francesca Liberto, ella contaba con una belleza única, lástima que ninguno de sus hijos pudo siquiera asemejarse al color rojizo de su cabello, o heredar esos ojos que parecían dos rubíes prendidos fuegos; mi hermano el sucesor del ducado Marcos Liberto y mi hermana Margaret Liberto, eran gemelos, por lo que se parecían demasiado y yo Melanie Liberto, la menor de la familia Liberto. En definitiva si veías a mi familia, la única que resaltaba era mi madre, ya que los tres parecíamos una copia fiel de mi padre.
La Duquesa Francesca y el Duque Gerald
Los hermanos Marcos y Margaret
Melanie Liberto
Fui criada con lo más lujoso, al igual que mis hermanos. Sin embargo, ellos fueron rectos, honestos, con un corazón noble, llenaron de gloria el ducado…. Por mi lado, solo fui una mocosa caprichosa, egoísta, avariciosa y solo quería controlar todo. Había una razón por la que se me subieron los humos desde muy pequeña, en principio únicamente me rodeé de amistades y doncellas que aprovechaban mi posición, mis padres y hermanos estaban muy ocupados con sus quehaceres y no me prestaban mucha atención. Siempre me ofrecían llevarme con ellos, pero prefería ser una holgazana en su lugar. Pero esto no fue la razón principal por la que me creía demasiado…
En esa época el día del nacimiento de un nuevo integrante de cada familia, sea rica o pobre, se tenía por costumbre invitar a un sacerdote del templo, para que presagie buenos augurios, no exclusivamente al bebe recién nacido y sino a toda su familia.
Para mi nacimiento el presagio fue muy bueno, demasiado bueno, se decía que iba a ser la dama más importante del imperio e iba a sentarme en el trono de la emperatriz. Por lo que crecí con esa carga en mis hombros, una carga que la única en la familia que se la tomo como verdadera fui yo. Mis familiares solo reían, eso me llenaba de coraje.
Así que crecí aislándome de mi familia, con malas compañías, creyendo que tenía el puesto de emperatriz ganado… y si, esa fórmula no iba a terminar bien.
Cuando cumplí mis diecinueve años, después de un año de suplicar, logré que me comprometieran con el príncipe heredero, en aquel entonces, odié mucho al emperador, quien era el tío del príncipe.
El monarca había impuesto una ley donde se prohibía hacer acuerdos matrimoniales con menores de edad y los compromisos no debían ser forzados por nadie de la familia, él mismo firmaba los compromisos, para evitar que los nobles vendan a sus hijas. En aquel momento lo odié, porque quería, desde muy pequeña, ser la prometida del príncipe heredero.
Por otra parte, mucho de por qué el sobrino del emperador fue elegido para el trono y no un sucesor del monarca, no sé… Solamente recuerdo que se decía que el emperador sufría una grave enfermedad, de tal magnitud que le impedía realizar lo necesario para concebir un heredero.
Fue una persona que murió joven, un poco antes que yo llegue a mi trágico final.
Sé que fue amado, ya que desde muy corta edad estuvo en el campo de batalla, dando gloria al imperio, recuperando territorio que nos pertenecía y evitando más guerras innecesarias, todos lamentaron su final más que nada por su edad tan temprana de dejar este mundo, creo que tendría unos veintiséis años. Fue una historia triste, pero no le preste, en ese momento, mayor importancia, en sí nunca lo vi en persona, pienso recordar una sola vez escuchar su voz, pero nunca lo vi personalmente, era muy reservado, pero un buen monarca al fin y al cabo, cosa muy contraria de su sucesor.
Después que falleció el emperador, el príncipe fue coronado y se comenzó a pedir que se case. Al cabo de dos años logré mi cometido y nos casamos. La verdad que lo nuestro, nunca fue amor, él me odiaba por atosigarlo, para casarnos y yo solo codiciaba el poder, en el camino pisoteé, maltraté, hice tratos con nobles de poco monta… entre otras cosas que hoy en día me avergüenzo profundamente…
Como era de esperar toda la sumatoria de mis veintiún años de vida, dieron fin a mi primera vida. Me senté en el asiento de emperatriz, solamente por un día.
Al siguiente día, me entere de que el augurio de mi nacimiento no era solo las lindas palabras que me había contado mi familia, había algo más… el presagio decía, así como puede ser la mujer más importante de este reino, también puede ser la más odiada y llevar a toda su familia a la muerte…
Quien diría que estas cosas eran tan precisas… a la mañana siguiente de mi coronación se descubrieron todos mis crímenes, me llevaron a la guillotina, no solamente a mí, sino que a toda mi familia.
Mi corazón dolía cada vez que veía rodar la cabeza de un familiar… Que tonta fui, si tan solo pudiera revertir el tiempo… Nada más recuerdo sus rostros rodar y mis lágrimas caer, mientras el príncipe, en ese momento emperador, veía todo desde su palco con una sonrisa y a su lado una niña de doce años. Ya que lo primero que hizo, apenas subió como emperador, fue sacar todas las leyes impuestas por su tío.