Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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CAMBIO DE PLANES
...EVANS:...
Me llevé a la Señorita Liliam al pasillo para que nadie escuchara. El pasillo estaba solitario así que me detuve pero no le solté el brazo.
— ¿ Qué rayos pretende ? ¡ En el estudio negó y se hizo la ofendida cuando le insinué que andaba en algo con el General Itans y ahora resulta que la pillaron con las manos en la masa ! — Gruñí con voz severa.
Sus ojos se encendieron, trató de zafarse de mi agarre pero no la dejé.
— ¡ Crea lo que quiera !
— Responda con la verdad ¿ Tiene algo con el General Itans? — Exigí y bajo su mirada — Mireme a los ojos y responda.
Me observó a la fuerza.
— ¡ Me gustaría decir que sí porque el General Itans es un hombre respetable y noble, él si sabe como tratar a una mujer y no se comporta como un troglodita pero no voy a causarle más problemas con usted, ni que pague por algo que no debe... No, no tengo ninguna relación amorosa con él!
La suelto bruscamente y retrocede pero no me conformo con su respuesta, más bien me ha enojado más que hable así de un hombre que apenas conoce, como si fuera el mejor hombre del mundo.
— ¿ Qué explicación tiene para lo que dijo Lady Rita ?
Se cruzó de brazos — Fue malinterpretado, al parecer la duquesa y sus hermanos les encanta inventar historias que no son y a usted le encanta creer en sus palabras, pregúntele a la duquesa que fue lo que sucedió entre ella y el General Itans... Me defendí y defendí a mi amigo para hacer justicia, porque eso es lo que es, el General Itans es mi amigo.
Me quedé desconcertado, Anabella siempre había ignorado al general, seguramente él había inventado una historia donde era la víctima para tener el apoyo y la comprensión de Liliam, para envolverla y para hacer que se fijara en él, tal vez como un tipo de venganza contra mí por haberle quitado la oportunidad de que Anabella lo tomara en cuenta.
Pero su juego estaba por terminar, solo faltaba poco para que se largara a la misión que le encargué y eso me caía como anillo al dedo.
Me acerqué lo suficiente para que levantara la cabeza.
— Gracias a su sentido de la justicia estuvo a punto de arruinar nuestra cuartada, por ayudar a su general me hizo quedar como un hombre sin autoridad, ni dignidad que permite que su prometida se revuelque con el general del ejército, con su hermano y no sé con cuántos más.
Me fulmina con la mirada mientras sus ojos se llenan de lágrimas — Pues termine con esto de una buena vez, anuncie que no nos vamos a comprometer, así su imagen no quedará manchada por mis supuestos actos, lo mejor será que cada quién se mantenga alejado del otro durante el lapso del trato, yo a usted no lo soporto, odio estar cerca y seguramente usted también, así que acabe con la mentira... Además, es usted quién se revuelca con la duquesa y no se molesta en fingir ante mi presencia, usted no tiene dignidad que perder majestad — Gruñe con ironía — Simplemente ya la ha perdido.
Aprieto mis manos en puños, ha sobrepasado el límite, sigue enojándome con sus actos irresponsables que me hacen pasar vergüenza y me dejan mal parado, pero esto se iba acabar y no de la manera que ella quería. Si me odiaba tanto no iba librarse tan fácilmente de mí. Le iba cortar sus alas de libertad de una forma que no iba evitar.
La tomé del brazo de nuevo.
— Me ha dado una expendida idea, una que nos mantendrá más cerca.
...****************...
Después de que todos los invitados habían llegado y que supuse que no faltaba nadie más, me dispuse a anunciar lo que yo había pensado. Al parecer mi hermano había exagerado con la cantidad de invitados, el salón estaba a reventar de personas. Me sonrió con miedo desde lejos cuando notó mi mirada fulminante. Eidan no se había acercado a saludar ya que aún seguía siendo acosado por la hermana de Anabella.
La música se detuvo con un solo gesto de mi parte y todos guardaron silencio, guiando sus miradas al frente, dónde yo me hallaba junto con la Señorita Liliam, quién se encogió ante tantas miradas. La tomé de la mano y quiso zafarse pero apreté mi agarre y le dí otras de mis miradas.
Observé a todos los presentes antes de proyectar mi voz.
— ¡ Gracias a todos los presentes por asistir a nuestra celebración, en ésta grata y amena noche los he reunido para darles una importante noticia... — Digo mientras entrelazo mi brazo con el de Liliam — Hoy declaro que me comprometo a unir mi vida para siempre con Lady Liliam.
Todos aplauden, la Señorita Liliam se queda estupefacta, aún sin asimilar nada cuando me coloco frente a ella y saco uno de los anillos de mi bolsillo. Tomo su mano izquierda con elegancia y sutileza.
— Juro no romper bajo ningún concepto éste juramento hasta el día de nuestra unión matrimonial — Dije, observando a la señorita de forma victoriosa y con arrogancia, la mano de Liliam temblaba, sus ojos se aflojan, no de emoción sino de impotencia, pero cualquiera de los presentes lo podía interpretar como una señal clara de felicidad.
Deslizo el anillo de mi madre en su dedo anular y me sorprendió cuando le quedó a la medida.
Liliam aún sigue ida y completamente enojada, las lágrimas se deslizan por sus mejillas. La multitud vuelve a aplaudir. Saco el otro anillo de mi bolsillo y tomo su mano, lo coloqué en su palma mientras me acerqué a su oído.
— Ahora, prometida... Debe jurar que me será fiel y que me obedecerá en todo momento y sin objetar a mi voluntad como rey y como futuro esposo — Susurré y se tensa.
Ladea su rostro de modo que queda a centímetros del mío y me observa con odio.
— Querrá decir que jure ser su esclava — Jadea mientras tiembla.
— Cuando se convierte en prometida de un hombre de la realeza, el compromiso es mayor, hay leyes que debes cumplir, sus actos rebeldes y empedernidos se acabaron, no podrá pasar tiempo con otro hombre que no sea yo, ni salir del palacio sin mí, ahora estamos más cerca uno del otro, creía que se iba librar de mí, pues no, mientras éste aquí, usted permanecerá a mi lado — Gruño y aprieta su boca en una línea.
Me alejé mientras ofrecía mi mano derecha. Todos se quedan en silencio cuando ella desliza el anillo en mi dedo anular.
— Juro ser fiel, obedecer a su voluntad y apoyarlo como rey y como esposo — Dijo de forma seca.
— Hay que hacer un brindis por nuestro futuro juntos — Me acerqué, rodeando su cintura y guíe mi boca a la suya pero la señorita Liliam giró su rostro, atreviéndose a rechazarme, mis labios terminaron en su suave mejilla — No me vuelva a rechazar ante mis súbditos o sabrá lo que es ser humillada en público — Gruñí contra su oído.
Me aparto y sonreí mientras las copas llegaban. Tomo una y todos brindan por el compromiso.
La Señorita Liliam se queda tensa mientras bebe de su copa y la música vuelve. Me iba encargar de que no me volviera a ver con odio y tampoco que subestimara mi poder, ya era suficiente de su rebeldía y desprecio hacia mí.
...LILIAM:...
Sentí mucho enojo e impotencia.
¿ Qué pretendía el rey al desistir de optar por la verdad? Al parecer quería hacerme la vida imposible, al parecer quería encadenarme a él. No iba permitirlo, además él no podía retenerme más tiempo del acordado. Tal vez con su poder planeaba hacerlo. No, yo no iba quedarme más de uno año si la situación se resolvía, si me retenía a la fuerza escaparía y no me importaba romper un compromiso que era una farsa.
Jurar y prometer en vano no cambiaba mis ideales y principios. No había manera de que cambiara de opinión sobre su persona, lo odiaba, ahora más que pretendía acorralarme para someterme a su voluntad.
Me dieron ganas de desenmascararlo pero me serené, nadie iba creer en la palabra de una recién llegada sin sangre real.
Esa era otra cosa que no podía creer. El Rey Evans era adoptado, no tenía sangre Asgarria pero al parecer había olvidado sus orígenes humildes y se comportaba como un prepotente controlador. Aún no podía creer que éramos del mismo orfanato.
Toqué el anillo en mi mano mientras el rey hablaba con algunos estirados. Era precioso, con un pequeño diamante en forma de gota en el centro y delicado, el anillo que hubiese deseado para mí compromiso de sueño y que no fuera una farsa y con un hombre que solo lo hizo para retenerme.
La fiesta estaba aburrida, no había chistes y juegos como en las celebraciones del pueblo, yo no encajaba en aquel sitio, los temas que esos magnates trataban eran tediosos y para nada interesante, cosas de su mundo de riquezas, ninguno parecía darse cuenta que había un mundo auténtico afuera y que había mucha gente con problemas reales.
Me mantuve callada y con mirada indiferente, como la mascota del rey, a veces se dirigían a mí y yo respondía cortante. La verdad es que intenté alejarme pero el rey no me dejó, se mantuvo sujetando mi brazo con el suyo, se sentía firme y era tan grande que mi delicado brazo ni se notaba entre tanto músculo. Lo cierto es que mi cabeza apenas rozaba la parte superior de su brazo, maldición ¿ Cuánto media ? ¿ Un metro noventa ?
Sacudí mi cabeza, concéntrate.
Eidan se acercó y me relajé un poco.
Estaba guapo con un traje color azul y su cabello recogido y bien peinado.
— ¡ Felicidades a los prometidos ! — Dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras nos rodeaba a ambos con sus brazos.
— Gracias pero no es necesaria tu efusividad — Cortó el rey con un tono de molestia mientras se alejaba.
— Deberías agradecerme y abrazarme porque gracias a mí tuviste las agallas de comprometerte con ésta hermosa joven — Dijo Eidan mientras me tomaba la mano de forma cariñosa, fingí una sonrisa pero sorpresivamente el rey rompió nuestros agarres. Tomando mi brazo y alejándolo.
Esto es el colmo, tampoco puedo darle la mano a otro hombre.
— No deberías inflar tu ego con la metida de pata, yo fuí quién tuvo que remediar esto — Gruñó él.
Eidan viajó su mirada del rey a mí.
— Al menos finjan que están felices por haberse comprometido, parece que hay un funeral — Dijo y el rey puso los ojos en blanco.
— No me molestes ¿ A caso Lady Rita se cansó de ti ?
Eidan puso rostro de espanto y observó en todas las direcciones — Lo cierto es que me escapé de ella, está loca, es realmente una acosadora que no me deja respirar.
El rey frunció el ceño — Es descortés hablar mal de una dama.
— Toda mujer que venga de esa familia no es una dama — Eidan hizo un gesto de indignación.
— Haz silencio y comportate — Lo regañó el rey.
Comprendí que hablaban de la hermana de la víbora y me enojé más, ya que por culpa de esa mustia el rey había cambiado de opinión y me terminó juzgando más y de la peor forma. Al parecer se le nublaba el entendimiento cuando se trataba de esas cucarachas.
Dentro de poco empezaron las parejas en la pista de baile y Eidan notó mi aburrimiento y mi indiferencia, no había dicho ni una palabra desde que él se acercó. Solo comí unos bocadillos que seguramente eran más costosos que mi vida de campesina y también bebí solo un poco ya que jamás había tomado de más.
— Evans ¿ Por qué no bailas con Liliam ? Ella se ve aburrida, no querrás que termine retirándose — Sugirió Eidan y lo observé, negando con la mirada y suplicando.
El Rey Evans arqueó sus perfectas cejas peinadas — Desconozco si la señorita Liliam sabe bailar.
— No, no se bailar — Corté rápidamente y Eidan se rió.
— No seas tímida Liliam, por supuesto que sabes, lo hiciste muy bien en la plaza — Dijo efusivo, tanta amabilidad me estaba empezando a molestar, parecía no darse cuenta de que yo odiaba a su hermano y de que no quería bailar con él.
— ¿ En la plaza ? — El rey frunció el ceño.
— Si, cuando fuimos a la ciudad habían unos músicos en la plaza y Liliam empezó a danzar de una forma excelente, es muy buena bailarina.
Sentí el rostro caliente mientras me incomodaba ante la mirada intensa del rey. Eidan estaba tomándose el papel de cuñado muy a pecho.
— No, eso no es un baile de salón — Dije y resopló.
— No seas modesta, vamos impresiona a tu prometido — Dijo pero ambos nos quedamos mirándonos sin movernos.
— Eidan, será mejor que te retires y vuelvas con Lady Rita, ella si te soporta — Gruñó el rey.
Eidan se cruzó de brazos — Ustedes dos parecen un par de desconocidos, al parecer ni siquiera han tenido una primera conversación.
— Deja de ser un metiche — El rey le dió una mirada de advertencia a su hermano.
Eidan movió sus manos y se alejó, me zafe del agarre del rey y caminé para la salida pero me tomó la mano. Nuestros dedos rozaron, sentí un escalofrío intenso que me recorrió de pies a cabeza, me sobresalté y lo observé por encima del hombro, fingiendo que su toque no me afectó.
Me observó intensamente mientras me daba una expresión intimidante y severa.
— Usted y yo iremos a la pista de baile, me mostrará que tan buena es al bailar — Demandó.
Esa niña es un diamante en bruto, pobre de la duquesa cuando ella aprenda a manejarse por si sola.