TU AMOR EGOÍSTA.

Luego de la incómoda conversación terminamos de comer y el se levantó primero de la mesa. Unos minutos después me fui a mi habitación.

Al entrar noté que había una foto del día de mi boda.

— Esa es la foto que debe ir ahí. — Dijo el.

— Tienes razón. — Ya no le quiero llevar la contraria.

— Ya tenemos un año casados. ¿Cuándo vamos a tener un hijo?

— NUNCA. — Eso me alteró de nuevo.

— ¿Qué dijiste?. — Su semblante cambió. Mi respiración se agitó. Siempre que lo veo enojado me imagino lo peor.

— Tal vez soy estéril. — Fue lo primero que se me ocurrió.

— ¿Qué?

— Yo ... No te lo había querido decir pero el doctor me dijo que tengo un problema el la matriz, tal vez no pueda tener hijos. — Lágrimas salieron de mis ojos, pero eran de miedo, aunque por el cambió en su semblante supongo que pensó otra cosa.

— No te preocupes por eso. Te llevaré a tratamiento, haré lo que sea necesario. — Ojalá fuera verdad lo que estoy diciendo. Así no tendría que preocuparme por mantener está mentira.

Al día siguiente fui al centro comercial con mi madre, invité a Claudia hace mucho que no la veo y la extraño.

Hablamos un rato me dijo cosas que me contó que había terminado su amistad con Sandra. También me contó que sabe sobre mi matrimonio forzado, le hice creer que al principio fue así pero que ahora ya lo quiero. Ella me creyó y después decidimos ir de compras. En la tienda nos dijeron que alguien había pagado todo por nosotras. Adiviné quién fue.

Al salir nos encontramos a Tobias.

— Hola mi amor. — Me dió un beso en la mejilla.

— ¿Que haces aquí?.

— Te extrañé y quise venir a verte. _ Tomó mi mano.

— ¿Clau nos das un segundo?. — Voltee a verla.

— Claro, te espero en la joyería. —Se adelantó.

— ¿A qué viniste?.

— Ya te lo dije, te extrañé y decidí venir. —Acarició mi mejilla.

— Dime la verdad.

...Tobías....

...Horas antes....

Hoy desperté y no la ví a mi lado, ella siempre se levanta después de mi.

Bajé y no estaba, Henrry me dijo que había ido de compras con su madre.

El teléfono que le dí tiene una aplicación para escuchar sus conversaciones.

Subí a mi habitación y encendí mi computadora para escuchar lo que hacía y con quién hablaba.

— ¿Porque le dijiste esas cosas?, ¿no me digas que tú sabes que...?.

— ¿Qiue Tobías te obligó a casarte?. — ¿Claudia lo sabe?, ¿quién se lo dijo?.

— ¿Desde cuándo lo sabes?.

— Días después de la boda fui a tu casa y escuché a tu padre discutiendo con Laila sobre el contrato. ¿Porqué no me contaste.?

— No es algo que me enorgullece.

— Te entiendo. Si Tobías te maltrata yo te puedo ayudar a divorciarte.

...¿Con que quieres ayudarla?. Haré que te arrepientas....

Saqué mi celular.

— Henrry.

— Dígame señor.

— No amiga el no me maltrata, es muy lindo y cariñoso conmigo. — Dijo Raquel. Yo me quedé sorprendido.

— Si no te maltrata ¿porque lloras?. — Preguntó su amiga.

— Es que me siento mal de que el sea un buen esposo y yo no pueda amarlo.

Soy el peor esposo del planeta y aún así me defiende.

— No te preocupes, seguro que pronto te vas a enamorar, tu esposo es muy guapo y si te trata como dices su matrimonio será feliz.

— Si, yo también estoy segura. Por favor no le cuentes a nadie lo que sabes.

— No tienes que pedírmelo. ¿Qué te parece si nos olvidamos de todo y vamos de compras?. — Sugirió Claudia.

— Típica terapia tuya.

— El mundo puede cambiar pero mis buenas costumbres no.

— Henrry prepara el auto voy a salir.

— Si señor.

Cerré mi computadora y me arreglé para ir a ver a la mujer que amo.

Llegué a la tienda donde estaban y la ví probando un vestido tras otro.

Cuando ví que ya no escogerían nada pasé a la cajera y le di mi tarjeta para pagar.

Después salí y cuando ellas salieron fui a besar a mi esposa.

...(Actualmente.)...

— ¿A qué viniste?.

— Ya te lo dije, te extrañé y decidí venir. —Acaricie su mejilla.

— Dime la verdad.

— Es la verdad. Quiero pasar una tarde linda contigo.

— Está bien. Esperó que no te aburras.

— Jamás, eres la mujer que amó, lo que más me gusta es pasar tiempo contigo. — Le tomé la mano y fuimos con Claudia.

— ¿Que piensas comprar?.

Raquel observó detenidamente cada cosa.

— ¿Puede mostrarme ese. — Señaló un anillo de plata que parecía muy caro.

— ¿Para quién es ese anillo?

Raquel lo pago. Se acerco a mi.

— Esperó que te guste. — Me paso una cajita con el anillo adentro.

¿De verdad lo compró para mí?.

No me lo creía.

Estaba más que feliz de recibir un obsequio de la mujer que amo.

— Todo lo que tú me das me gusta. — Le di un pequeño beso en los labios y le sonreí con mucha felicidad.

— Dejen de contar dinero enfrente de los pobres.— Se tapo los ojos al ver mi gesto.

Raquel le sonrió.

— Sólo compraré algo para mí padre y nos vamos.

— Claro. — Respondí.

Ella buscó en los aparadores y compró una esclava de oro con pequeños diamantes.

— Es hermosa, seguro que a tu padre le encantará. — Dijo Claudia.

— Eso espero.