Por Amarte Asi

...ÖMER...

Una vez que llegamos a la empresa me quedo pensando en lo que Gabriella me dijo, quizás si deba intentarlo. Le pido a un amigo que me averigüe sobre ellas.

Maddie estudia en la universidad primer año de ingeniería y construcción, igual que yo, y Noe están entrando en la secundaria. Corro a la oficina de Gabriella.

– Mí amor –entro.

– ¿Amor, que pasa? –me pregunta–. ¿Paso algo? ¿Estás bien?

– Si, si, estoy bien –le sonrío–. Voy a buscar a mis hijas.

– ¿De verdad? –me sonríe y se levanta–. Pero, ¿ya sabes dónde están?.

– Creo que en la escuela –sonrio–. Iré ahora, ¿te molesta?

– Mí vida... –viene hacia mí–. No me molesta en absoluto, anda ve por ellas.

– Gracias, mí amor –le digo.

Ella me sonríe, Dios cada vez que lo hace me vuelve loco. Me abraza y yo a ella.

– De verdad agradezco tenerte a mí lado –le digo al oído–. Me diste todo lo que siempre quise y más, te amo.

– Yo también agradezco que estés a mí lado –me mira a los ojos–. Los cuatro lo agradecemos –acaricia su vientre.

– Bueno, escúchame una cosa... –toco su vientre–. Me voy pero tu no haces NADA de esfuerzo, ¿quedó claro?.

– Está bien, quedó claro –me dice.

– De acuerdo, en una hora cuando mucho regreso –me agachó y beso su vientre–. Papá enseguida vuelve, hijita.

Le doy un beso apasionado, del cual me cuesta separarme. Me alejo lentamente de ella. Subo al auto y voy a la escuela de Noe, ahí las veo a ambas, Noe abraza a Maddie quien parece que fue a buscarla.

Bajo del auto y me acerco lentamente, ellas van al auto, Maddie ayuda a Noe a entrar a la parte trasera.

– ¡Maddie! –le gritó–. ¡Maddie!

Ella levanta la cabeza y se gira hacia mí, nos miramos.

– ¿Papá? –se queda helada–. ¡PAPÁ! ¡PAPÁ!

– ¿Maddie que te pasa? –Noe sale del auto y me mira–. ¿Papi?

Ambas corren hacia mí y yo hacia ellas, Maddie y Noe se lanzan a mis brazos, las rodeo con todas mis fuerzas besando sus cabezas.

– Papi –dice Maddie enterrando su cara en mí pecho–. Papá, al fin.

– Mis amores, que grandes que están –las miro–. Que lindas.

– Papá, ¿donde estabas? –pregunta Noe–. ¿Cuando saliste de prisión?

– Aamm... hace unos años –digo–. No pude ir por ustedes porque tenía miedo de que quizás no me quisieran y no quería que se enojaran.

– Papá –me vuelven a abrazar–. No sabes cuánto te extrañamos –dice Noe.

– También las extrañe mucho, mis niñas –me seco las lágrimas.

– ¿Donde has estado, papá? –me pregunta Maddie–. ¿Cómo has estado?.

– Tengo muchas cosas que contarles –les acaricio las mejillas–. Pero no podemos hablar aquí.

Los tres nos vamos a un café donde nos sentamos, empezamos a hablar y les cuento que fue de mí estos seis años.

– Entonces, ¿empezaste a trabajar para Ahmed? –me pregunta Maddie.

– Así es y bueno muchas cosas pasaron desde ahí –les muestro mí alianza–. Conocí a una mujer que es mí actual esposa.

– ¿De verdad? –Noe sonríe–. ¿Cómo se llama? ¿Es bonita? ¿Tenemos hermanos?

– Se llama Gabriella, es muy hermosa y gentil, amable, tierna –digo sonriendo–. Tenemos dos hijos mellizos y una bebé en camino

– ¡Que alegría, papá! –dice Maddie–. ¿Cuando los vamos a conocer?.

– Aamm... faltan muchas cosas que hacer –les digo–. Su madre les tiene que dar permiso.

– No lo hará, ella te metió a prisión –dice Noe–. Dudo que nos de permiso de verte.

– Hijas mías... no estoy enojado con su madre o su padre –suspiro–. Si ellos guardan rencor, siento pena.

– Además con el drama de que Ezequiel engaño a mí mamá –dice Noe.

– Entiendo será complicado –les digo–. Pero si pasan por mí empresa, podremos vernos.

– Claro que iremos, papá –dice Maddie.

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...GABRIELLA...

Reviso los planos que me mandaron para verificar, la verdad es que están bastante bien.

– Perdone, señora –entra Eimmy–. Lamento molestarla

– No pasa nada –le sonrío–. ¿Que ocurre? ¿Paso algo?

– No, es que hay un hombre buscando al señor Ömer –me dice–. Quiere hablar con él.

– ¿Quien es te lo ha dicho? –le pregunto.

– No, no me ha dicho nada –me mira–. Por eso vine a hablar con usted.

– Uff... bueno, vamos a ver qué quiere –me levanto lentamente.

Salimos de la oficina y voy a la sala de reuniones, ahí está parado un hombre rubio y alto, se gira hacia mí.

– Buenos días –le digo–. ¿Puedo ayudarlo?.

– Quería ver a Ömer Leviens –dice.

– Pues tuvo que salir de urgencia –le digo–. ¿A qué se debe esta visita?.

– Primero lo primero... –me dice mirándome de arriba abajo–. ¿Quien eres tu?.

– Gabriella Leviens, la esposa de Ömer –me cruzo de brazos–. ¿Que quiere?

– Con que su esposa, ¿eh? –dice–. Tiene buen gusto debo admitir, es muy afortunado.

– Sino va a decirme porque está aquí... –digo con autoridad–. Creo que es mejor que se vaya de inmediato de aquí, con todo respeto claro.

– Me voy entonces... –me dice–. Pero nos veremos pronto, nos vemos.

No se quién sea este tipo pero no me agrada nada, no me trae buena espina. Tocó mí vientre con delicadeza y vuelvo a mí oficina.

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...EZEQUIEL...

Salgo de la empresa de Leviens, la verdad es que tiene una bella esposa. Miro por última vez el edificio antes de subir a mí auto. Decido hacer una llamada.

<< – Señor, ¿necesita algo? – >>

<< – Si, quiero que me investiguen a una persona – >>

<< – Bien, digamos el nombre y lo haremos – >>

<< – Se llama Gabriella Leviens, es esposa de Ömer Leviens– >>

<< – De acuerdo, mañana tendrá su información – >>

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...GABRIELLA...

Ya es hora de salir, estoy muy cansada y quiero volver a casa. Tengo sueño por el embarazo soy muy dormilona.

Bajo al estacionamiento para salir de la empresa cuando unas manos familiares toman mí cintura... Ömer.

– Has vuelto –le digo.

– Así es, volvió tu amado esposo. ¿Y como está la esposa más bella del mundo? –me besa el cuello.

– Pues estoy bien... –le digo–. ¿Y..? ¿Pudiste encontrar a tus hijas?

– Si, estuve hablando con ellas hasta hace unos minutos –me dice feliz–. Han crecido tanto

– Es normal, ha pasado mucho tiempo –me giro hacia él–. ¿Las volverás a ver? ¿Por qué no las invitas a cenar a casa?

– Será bastante complicado conociendo a sus padres –dice suspirando–. Pero lograré estar cerca de ellas.

– Me alegro que las hayas encontrado –le sonrío–. Aamm... un hombre vino a verte hoy

– ¿Un hombre? –pregunta–. ¿Que hombre, amor?

– No lo sé, mí vida –bajo la mirada–. Pero no me agrado nada ese tipo

– Mmmhh... bueno, mañana averiguaré quien es –me besa–. Ahora no te preocupes, no le hace bien ni a ti ni a nuestra bebé. Vamos a casa

– Vamos, mí amor

Nos tomamos de las manos y subimos al auto.