Corazones Rotos.

...Helios....

Realmente estaba muy orgulloso de mí mismo, si bien mí divorcio con Luna fue muy doloroso. Realmente me ayudó muchísimo ir de viaje con Oriana y Nathan, afortunadamente mí mejor amigo fue detrás de una brasilera hermosa, según él, va a hacerla su esposa, pero hay que esperar a ver.

Yo, por mí parte, pase de tener el corazón roto, a tener una una relación con mí hermosa y joven asistente. Oriana ahora es mí novia y vamos a vivir juntos, quizás para muchos sea apresurado, pero no quiero estar lejos de ella, la quiero conmigo las 24 horas del día. Afortunadamente para mí, ella se siente igual. Nos amamos y no queremos separarnos nunca.

No he sabido nada de Luna, mucho menos de Connor, lo cuál es satisfactorio para mí. Ya llegamos a casa, le pedí a un amigo que comprara una casa nueva y grande para mí y mí novia. Quería darle a Oriana el mundo entero y comenzaría por una casa, luego, poco a poco, le daría todo y más.

¿Quién diría que la chiquilla con la que me tope por casualidad, sería ahora la mujer de mí vida? Eso sí que no lo esperaba, ¿Habrá sido el destino? ¿Casualidad? No importa lo que fue, importa lo que es, amo a Oriana y jamás la dejaré ir.

La ayudé a mudar todas sus pertenencias a nuestro nuevo hogar, y también moví mis cosas allá. Era nuevo para ambos, pero estábamos dispuestos a dar éste paso, por nosotros, por nuestra relación.

Le dije que podía tomarse el tiempo que quisiera para descansar antes de comenzar a trabajar nuevamente, pero mí pequeña caprichosa no quiso. Ella quería estar conmigo en todo momento, casa, trabajo, descanso, ¡Todo! Pero no me quejo, su compañía me causa paz, ella es todo lo que siempre quise y no sabía que necesitaba. A veces agradezco en silencio la infidelidad de Luna, porque de no haber sido por su traición, no habría conocido a mí niña de ojos azules.

...Oriana....

Le pedí a Helios que me llevara a la casa de mis padres, estaba emocionada porque por fin podría volver a verlos. Tenía regalos para todos, incluidos mis hermanos, estaba tan feliz que juro que podía morir. Les conté todo lo que hicimos, como mí relación con mí novio iba cada vez mejor e incluso que nos mudamos juntos. Todos estaban felices por mí, claro, pero me dijeron que no vaya muy rápido, ya que no querían que sufriera otra decepción amorosa.

Entendí que sólo querían cuidarme, pero en cierto modo me sentí algo ofendida. Porque Helios nunca haría algo para lastimarme y, aunque mis padres sólo estaban preocupados por mí, sabía perfectamente que Helios me amaba y nunca me haría daño. Él no es como Kaleus, es diferente, me ama como nunca antes nadie me ha amado. Y, lo que es más importante, yo también lo amo.

Luego de haber pasado el día con ellos, regresé a mí nueva casa en donde mí amado y perfecto novio me esperaba pacientemente para cenar juntos. Tan pronto como lo vi, corrí hacia él y me arrojé sobre sus fuertes brazos, besando cada parte de su rostro hasta finalmente unir nuestros labios en un beso apasionado.

—¿Cómo te fue, mí amor? –quiso saber entre besos, pero no quería hablar ahora, lo necesitaba físicamente, quería sus besos, sus brazos y caricias, lo quería dentro de mí–.

Él rápidamente captó la indirecta y nos olvidamos de la cena, comenzamos a ir a nuestra habitación para hacer el amor.

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...Nathan....

Cuando estábamos en Bahamas, conocí a una hermosa mujer brasilera que me hipnotizo cuando la ví bailar. Ella lo tiene todo, piel hermosa y bronceada. Ojos negros, cabello repleto de rulos, labios gruesos y carnosos. Hermosos muslos gordos y la cantidad justa de senos que me gusta.

La ví ahí, moviendo su cuerpo de la forma más sensual posible, creo que sintió mí intensa mirada porque volteó, y sin dejar de moverse, comenzó a bailar mirándome fijamente mientras me sonreía. Era una invitación silenciosa, una que no estaba dispuesto a rechazar por nada en el mundo.

Me acerqué a ella, Dios, olía delicioso. Enterré mí rostro en su cuello, llevé mis manos a sus caderas y comencé a bailar con ella.

—Me estás seduciendo, amor... –murmuré con voz ronca, ya estaba duro y ella ni siquiera me había besado aún. Ésta mujer era peligrosa, pero me encantaba, la quería, anhelaba, deseaba todo de ella. Su boca, sus sonrisas, sus regaños, sus lágrimas y fluidos, lo quería todo para mí, la quería a ella–.

—¿Lo hago? –rió de forma descarada, dios, su voz, creo que estoy jodidamente enamorado–.

Recuerdo que mí madre siempre solía hablarme del amor a primera vista, ella se enamoró de papá tan pronto como lo vió. Él tampoco fue la excepción, dijo que tan pronto como vió a mamá, supo que ella era la mujer con quién se casaría y formaría una familia. Ellos me enseñaron con sus respectivas experiencias, que el amor a primera vista existe. Sin embargo, yo siempre me mostré escéptico a esa creencia, porque había conocido a miles de mujeres a lo largo de mí vida, había tenido intimidad con muchísimas más, pero ninguna me hacía sentir nada aparte de placer momentáneo.

Además, ¿Cómo puedo creer en el amor cuando he visto la traición en primera fila? Si, hablo de Helios y Luna, mí amigo estaba completamente enamorado de su esposa. Le fue fiel, leal, le daba todo y más. Pero ella simplemente me fue infiel con quién considerábamos nuestro amigo, lo peor es que ella no se arrepiente para nada. ¿Cómo puedo creer que el amor existe cuando he visto el desamor?

Pero creo que, quitando eso de lado, por fin puedo entender las palabras de mis padres, porque cuando ví a ésta mujer, mí corazón se volvió loco. Y cuando me sonrió, lo supe, ésta será la mujer de mí vida, aquélla que será mí esposa, la que me dará hijos. La mujer que estará a mí lado hasta el fin de los tiempos, aquélla que amaré de forma real, leal e incondicionalmente.

—Me llamo Nathan... Pero pronto podrás llamarme tu esposo –susurré en su oído, mordiendola. Ella soltó un gritito que me hizo sonreír, volteó y rodeó mí cuello con sus brazos, sin dejar de moverse. Enarcó una ceja y me regaló una sonrisa traviesa–.

—Yo soy Nita... Pero pronto podrás llamarme la mujer que te abandonará luego de haber tenido sexo salvaje~

Ambos reímos ante su ocurrencia, porque creí que eso era, una ocurrencia, una simple broma, pero no fue así. Ciertamente, luego de haber tenido la mejor noche apasionada de mí vida, me levanté y la busqué, pero Nita ya no estaba.

Sin embargo, ella dejó una nota:

—«Si algún día vienes a Brasil, ven a buscarme. Con cariño, Nita»

¿Cómo se atrevía a irse sin despedirse? No quería que se fuera, la quería conmigo. Maldita sea, ya quería proponerle matrimonio y apenas llevaba conociendola una noche. Me estaba volviendo loco, entonces llamé a la única persona que sería capaz de aconsejarme ahora mismo.

—Hola hijo, ¿Qué tal las Bahamas?

Escuchar la voz de papá siempre me calmaba, él era mí refugio, al igual que mamá. Y cada vez que no sabía que decisión tomar, los llamaba, ellos siempre sabían qué decir.

—Hola papá, yo... –Solté un suspiro frustrado, pero no quería perder tiempo–. La encontré papá, encontré a la mujer que será mí esposa, pero ella se fue de regreso a su país, ¡Regresó a su país!. Sé que mamá y tú siempre me hablaron del amor a primera vista pero, ¿Sería muy descabellado ir en busca de una mujer a la que conocí apenas unas horas?

Papá guardó silencio unos segundos, pero luego soltó una carcajada.

—¿Descabellado? Hijo, literalmente yo le propuse a tu madre tener un hijo juntos apenas la vi –dijo riendo–. Ve a Brasil y trae a mí futura nuera a la casa, queremos conocerla.

No pude evitar sonreír de alegría, sólo eso necesitaba. Acabé la llamada e hice mis maletas, le expliqué a Helios que me iría, me dió su apoyo por supuesto. Subí al primer taxi que encontré y me fui al aeropuerto, no sabía cuántas horas de vuelo serían, tampoco tenía la certeza de que la dirección fuera la correcta, pero buscaría casa por casa si fuera necesario, porque tenía que encontrarla; tenía que encontrar a mí futura esposa.