En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 21: Una Atracción Innegable
Leonhard Blackwood no solía visitar bares, y menos aún cuando necesitaba aclarar sus pensamientos. Sin embargo, aquella noche, el peso de los últimos días lo empujó a uno de los lugares más exclusivos de la ciudad, donde las luces suaves y la música de jazz ofrecían un refugio temporal del caos de su vida. No podía sacarse a Viktor Ivanov de la cabeza. La intensidad con la que aquel hombre lo desafiaba era tan irritante como... fascinante.
Leonhard se sentó en la barra y pidió un whisky doble. Mientras observaba el movimiento pausado del barman, su mente volvía, inevitablemente, a Viktor. Sus ojos verdes brillantes, su sonrisa arrogante, y esa manera de enfrentarlo sin reservas. Desde que lo conoció, Viktor había logrado lo que nadie más: poner en jaque su imperturbabilidad.
De repente, un aroma familiar lo sacó de sus pensamientos. Feromonas. No cualquier feromona, sino la de un alfa que conocía demasiado bien. Giró la cabeza y lo vio: Viktor, de pie al otro lado del bar, con una copa en la mano y una sonrisa sardónica en los labios.
—No sabía que frecuentaras lugares como este, Blackwood —dijo Viktor, acercándose con la calma de un depredador que ha encontrado su presa.
Leonhard levantó una ceja. —Y yo no sabía que acechabas a tus rivales fuera de horario laboral.
Viktor soltó una risa baja, tomando asiento a su lado. —No te sobreestimes. No estoy aquí por ti.
El tono casual de Viktor no coincidía con la intensidad de su mirada. Leonhard lo observó de reojo, consciente de que el aire entre ellos comenzaba a cargarse. No era la primera vez que esto sucedía, pero algo en aquella noche era diferente. La tensión no era solo rivalidad. Era algo más visceral, algo que ninguno de los dos podía ignorar.
—¿Y qué te trae aquí, Ivanov? —preguntó Leonhard, llevando su vaso a los labios.
Viktor tomó un sorbo de su bebida antes de responder. —Negocios. Aunque ahora parece que también debo lidiar contigo.
Leonhard dejó escapar una risa seca. —Siempre tan encantador.
El silencio que siguió no era incómodo. Era un juego de poder, un duelo implícito donde ambos sabían que el primero en ceder perdería. Fue Viktor quien rompió el silencio, inclinándose ligeramente hacia él.
—Dime algo, Blackwood. ¿Siempre tienes esta necesidad de controlar todo a tu alrededor?
Leonhard lo miró fijamente, sus ojos grises fríos como el hielo. —Solo cuando es necesario. ¿Por qué? ¿Te molesta?
—Más de lo que debería. —Viktor sonrió, pero sus palabras estaban cargadas de una sinceridad que sorprendió a Leonhard.
Por un momento, Leonhard no supo qué responder. Había algo en la franqueza de Viktor que lo desarmaba. Antes de que pudiera pensar en una respuesta adecuada, Viktor habló de nuevo.
—Sabes, Blackwood, me pregunto si alguna vez dejarás de actuar como si nada ni nadie pudiera afectarte.
Leonhard dejó el vaso sobre la barra y giró ligeramente hacia él. —¿Y tú, Ivanov? ¿Cuándo dejarás de actuar como si siempre estuvieras en control?
La sonrisa de Viktor se desvaneció ligeramente, y por un instante, la máscara que ambos llevaban comenzó a resquebrajarse. El espacio entre ellos parecía encogerse, y el aroma de sus feromonas se mezclaba en el aire, aumentando la tensión.
—Tal vez cuando encuentre a alguien que valga la pena perder el control —respondió Viktor, su voz apenas un susurro.
Leonhard sintió un calor subir por su cuerpo, un deseo que había estado tratando de reprimir desde que conoció a Viktor. Era peligroso, irracional, pero en ese momento, no le importaba.
—¿Y cómo sabes que esa persona no está justo frente a ti? —preguntó Leonhard, su voz baja y desafiante.
Viktor lo miró fijamente, y por un momento, el mundo pareció detenerse. Era una provocación, pero también una confesión. Sin embargo, antes de que alguno pudiera decir algo más, un grupo de hombres entró al bar, interrumpiendo el momento.
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Más tarde esa noche, Viktor regresó a su penthouse. Cerró la puerta detrás de él y se dejó caer en el sofá, frustrado consigo mismo. ¿Cómo era posible que Leonhard Blackwood pudiera afectarlo tanto? Cada vez que estaban juntos, era como si una parte de él cediera ante algo que no quería admitir.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su teléfono. Era un mensaje de Mikhail: "El acuerdo con los Kingsford está progresando. Te lo explicaré en detalle mañana."
Viktor dejó el teléfono sobre la mesa y se frotó las sienes. Su vida estaba llena de obligaciones, expectativas y luchas de poder, pero últimamente, todo parecía girar en torno a una sola persona. Era frustrante, pero al mismo tiempo, no podía ignorarlo.
Decidido a distraerse, fue hasta la cocina y abrió una botella de vino. Mientras servía una copa, recordó la manera en que Leonhard lo había mirado esa noche. Había algo en sus ojos, algo que Viktor no podía definir pero que lo atraía de manera inexplicable.
—Maldito Blackwood —murmuró para sí mismo, llevándose la copa a los labios.
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Por su parte, Leonhard también se encontraba en su mansión, mirando por la ventana mientras la ciudad se extendía bajo sus pies. La reunión con Viktor en el bar había sido un error. No porque se hubiera encontrado con él, sino porque no había podido controlar sus propios pensamientos y emociones.
Viktor Ivanov era una contradicción. Un hombre que lo desafiaba y lo intrigaba al mismo tiempo. Leonhard estaba acostumbrado a tener el control, a mantener a las personas a distancia, pero con Viktor, nada parecía funcionar como debería.
El sonido de su teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de su asistente: "La reunión con los Ivanov ha sido reprogramada para la próxima semana. Todo está en orden."
Leonhard dejó el teléfono sobre la mesa y se pasó una mano por el cabello. La próxima semana significaba más encuentros con Viktor, más enfrentamientos, más... todo. Pero por alguna razón, no podía decir que lo lamentaba.
Mientras la noche avanzaba, ambos hombres, separados por la distancia pero unidos por algo que aún no podían nombrar, se encontraron pensando lo mismo: ¿Qué demonios iba a pasar ahora?
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El destino parecía decidido a mantenerlos cerca, y aunque ambos luchaban contra ello, había una parte de ellos que no podía evitar preguntarse si, después de todo, esto no era exactamente lo que necesitaban. Una lucha, un desafío, y tal vez, solo tal vez, algo más.
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