Teresa es una joven de campo que se enamora del hijo de su patrón, este se tiene que ir a la ciudad por sus estudios y le promete que regresará para casarse con ella...
Su corazón se rompe cuando él llega y no lo hace solo, sino con una joven modelo, quien llama su prometida y les dice que está embarazada...
Unos días después ella decide casarse con su mejor amigo quien está enamorado de ella desde niños, pero sucesos terribles la hacen quedar viuda a poco tiempo, al quedar sola y a cargo de la herencia de su esposo, su determinación la lleva a convertirse en una fiera para defender su honor y no bajar la cabeza ante nadie. ¿Quién fue el asesino de su esposo? ¿Quién es el que quiere verla arruinada?
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Paranoia.
En un gimnasio donde se practican distintos deportes, Pedro Emilio lleva a Teresita a una sala de entrenamiento, esta se encontraba desconcertada, sus ojos parpadean incrédula por lo que veía, ya había pasado un mes desde que se casó con Pedro Emilio, sus acciones cada día la aferraban a estar con él, a darle su amor y todo lo que le hiciera feliz.
Pero estar allí, en ese lugar, donde la mayoría de hombres y algunas mujeres estaban entrenando fuertemente, la hacía creer que después de ese accidente que tuvo en el pueblo, se estaba volviendo realmente loco y paranoico.
Cada vez que salía, él estaba con ella, no podía salir sin su seguridad, había contratado a dos guardaespaldas para su cuidado, aún así no la dejaba salir sola, aunque se supone que al ser una pareja de recién casados, se deben contar todo, él se guardaba todo, eso hacía que Teresita no dejara de pensar en que o quien lo hacía sentir amenazado.
Pedro Emilio: mi amor, ya nos inscribí, vamos a practicar defensa personal, en la tarde tienes cita para practicar tiro.
Teresita: ¿Qué dices? ¿También quieres que aprenda a disparar?
Pedro Emilio: tienes que protegerte de todas las formas posibles, no voy a estar a tu lado siempre (dice angustiado mirando a todos lados)
Teresita: ¿te estás escuchando? ¿por qué haces esto? Dime, ¿qué te preocupa?
Pedro Emilio: hay cosas que es mejor no decirlas (frunce su ceño mirando a otro lado)
Teresita: Pedro Emilio, cariño, mírame (voltea a mirarla, en sus ojos puede ver la angustia)
Toma su mano y la coloca sobre su corazón, ella lo mira suavemente tratando de transmitirle un poco de paz, de hacerle entender que puede confiar en ella.
Teresita: ¿qué es lo que sucede amor? Dímelo.
Pedro Emilio: yo... He... Solo no quiero perderte.
La abraza fuertemente envolviendo sus brazos en ella, aspira en su cabello llenando sus fosas nasales del aroma de su amada, hace a un lado su cabello y deja dos besos en su cuello haciéndola estremecer.
Pedro Emilio: por favor, mi vida, haz esto por mi (susurra con voz temblorosa)
Teresita: está bien, luego me cuentas por qué tanta seguridad, sé que ahora estamos trabajando juntos, pero eso no tiene que ver con esto.
Pedro Emilio: si mi amor, luego te cuento (besa sus labios con hambre lo que deja a Teresita deseosa de más que besos)
Desde que se entregó a él, no ha podido dejar de sentir ese deseo irrefrenable de querer que le haga el amor en cada momento, su forma de amarla cuando están en la intimidad la hace enloquecer, pero él la respeta y si no es ella quien se insinúa, es incapaz de pasar de los besos, es un caballero después de todo.
Por otra parte, Pedro Emilio sentía la necesidad de que Teresita pudiera defenderse, había sentido que los seguían, sabía que no podía estar tan tranquilo después de desaparecer del pueblo, sabía que Luis José los estaba buscando y si era como él lo imaginaba, tenía contactos del bajo mundo y pronto daría con ellos.
Gracias al cielo, Teresita aceptó trabajar con él, ella lleva la administración de los negocios mientras que él solo se encarga de entregar los pedidos de los clientes, además estaba a poco tiempo de inaugurar una pequeña tienda de perfumes, es un regalo para su amada aunque ella aún no lo sabe.
Practicaron una hora defensa personal, dónde a Pedro Emilio no le gustó mucho la cercanía del instructor hacia su esposa, se moría de celos, pero sabía que quién la metió en eso fue él mismo, luego de terminar se fueron a entregar algunos pedidos, así llegó la hora del almuerzo y la invitó a comer fuera.
Mientras comían al aire libre, Pedro Emilio se dió cuenta de un hombre que los miraba cada cierto tiempo, su ceño se frunce incómodo, Teresita voltea a mirar hasta donde su marido tiene puesta la vista.
Teresita: ¿lo conoces?
Pedro Emilio: no, siento que nos ha estado siguiendo desde hace un rato.
Teresita: amor...
Pedro Emilio: siento que me estoy volviendo paranoico, pero no te preocupes, no estoy loco, solo quiero proteger a la mujer que amo (toma su mano y deja un suave beso que hace suspirar a Teresita)
Después se dirigen a su casa, una vez dentro Pedro Emilio se deja caer en el sofá con pesadez, recordaba perfectamente que ese hombre los había mirado atentamente unos días atrás, además estuvo cerca de ellos en el supermercado el día de ayer y hoy en el restaurante.
¿Qué quería exactamente?
¿Por qué los seguía?
Será que...
Teresita al ver a su esposo pensativo no pensó en otra cosa que aliviar su malestar, se sentó a horcajadas sobre él, empezó a dejar besos en su cuello, Pedro Emilio al sentirla tan cariñosa, sabía lo que su mujer deseaba y quien era él para negarse, también deseaba hacerle el amor con locura.
Muchas veces se contenía por respeto, sabe que no se casaron porque ella realmente lo amaba, ha comenzado a mostrarse más abierta con él a raíz de la convivencia y eso le encantaba, ella era una adicta a sus besos, él era un adicto a su cuerpo o ¿era al contrario?
Teresita comienza a mover sus caderas sobre su esposo, este la toma de su trasero ayudándola a hacer movimientos envolventes, gime al sentir como rozan sus partes bajas sobre la tela, su cuerpo se calienta y comienza a sentir placer, olvidándose de toda preocupación, la levanta entre sus brazos y la lleva hasta la habitación.
La coloca sobre la cama, la mira con adoración, sus mejillas sonrojadas por el deseo, sus labios entre abiertos exigiendo atención y su cuerpo contorneándose en un baile erótico, sus ojos la detallan brevemente para luego apoderarse de sus labios.
Sus manos pelean por quitarse la ropa, Pedro Emilio quita su camisa, luego baja y besa su cuello mientras desabrocha el sujetador, lo quita y lanza lejos, la recuesta para mirar sus hermosos senos que se encuentran duros y erizados, su boca se hace agua y les da la misma atención a cada uno mientras baja su mano para quitar el pantalón junto a la ropa interior.
Una vez desnudos él pasa su mano entre sus piernas deleitándose de la humedad de su esposa, con sus respiraciones entrecortadas gimen deseosos por lo que sigue, Pedro Emilio coloca su frente sobre su amada y se va adentrando poco a poco en su interior, Teresita clava sus uñas en los antebrazos de su esposo, mientras la sensación de penetración la abruma, le deja besos por todo su rostro mientras comienza a entrar y salir en un vaivén rítmico.
Teresita pasa sus manos a su cuello acariciando mientras se besan y sus cuerpos se mueven al mismo ritmo, Pedro Emilio se voltea junto a ella dejándola encima, ella se ríe y sabe lo que quiere, comienza a cabalgar como toda una potra salvaje haciéndolo gruñir de placer, la ayuda a mantener el ritmo tomando sus caderas con fuerza hasta quedar exhausto por el intenso orgasmo.