Dos jóvenes de la misma clase social, pero con diferentes personalidades. Se verán envueltos en una difícil situación. Ambos serán secuestrados, para beneficios de otros. ¿Qué pasará con ellos? ¿Lograrán salir ilesos luego de pasar un proceso traumático? Los invito a leer
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Capitulo 4
Edgar y Alondra estaban en la habitación, agitados, sudados, y evidentemente satisfechos, después de hacer el amor. Ella sabía que él la amaba, era su debilidad y hacia todo para complacerla. Quería que la ayudara en el próximo desfile, y que mejor que pedírselo en la cama.
— ¿Qué pasa, amor?— le preguntó Edgar, al notar cierta preocupación en su rostro.
— Amor, en unos días, es el desfile de Versace. Quiero abrir el evento.
— ¿Cambiaron de ideas los encargados? Me dijiste que te habían elegido.
— Sí, pero al parecer van a elegir a otra modelo. Convéncelos, por favor.
— Alondra, no me gusta interferir en esos asuntos. No es lo mío.
Ella se levantó de la cama, histérica. — Edgar, en esta ciudad todos te obedecen. Con una llamada puede resolver ese problema.— Empezó a llorar, logrando que él se preocupara. Edgar se levantó, la abrazó y le prometió que ella sería la modelo estrella de la noche.
Alondra sonrió satisfactoriamente, había logrado su objetivo. En realidad, a ella no le importaba tanto abrir el evento, lo que quería era vencer a Madolyn. Dejarla en ridículo y ser la modelo principal, al menos en ese momento.
Al cabo de unos minutos, Alondra fue a la habitación de Samuel. Él estaba acostado, los moretones de su rostro eran muy notables. Ella se acercó y con preocupación le preguntó por lo sucedido.
Él sonrió con desdén, y le contestó.— Fue el desgraciado de Edgar. Pero le voy a cobrar cada golpe con creces.
— ¿Qué? ¿Pero por qué? ¿Se enteró de que tú y yo estamos juntos?— preguntó exasperada.
Samuel se acomodó en la cama, y la miró de arriba a abajo.— No seas pendeja. ¿Crees que si él se entera de que tenemos una relación, te va a coger como lo hizo hace un rato? Te escuché gemir. A veces pienso que disfrutas más con él que conmigo.
— No seas idiota. ¿Por qué te golpeó?
Él le dijo los motivos, sin omitir ningún detalle.
— Desgraciado. Es una niña ¿No es suficiente conmigo?
— Y yo, ¿Soy suficiente para ti? Tenemos un maldito trato y siento que te estás enamorando del imbécil de mi primo.
— Sabes qué, estás insoportable. Me alegro de que te haya golpeado.
Ella dio la vuelta para retirarse y él le dijo. — Si Edgar se entera de que tú y yo cogemos, nos mata. Él no es de lo que perdona una traición, y menos si se trata de nosotros.
La mujer volteó y lo miró con desprecio.— No se puede enterar. No por ahora.— dijo y salió.
Ellos mantenían una relación sentimental desde hace tres años. Él le pidió a ella que se acercara a su primo para engatusarlo, y obtener dinero fácil. Sin embargo, en el proceso, ella se enamoró de Edgar. Algo que ignoraba Samuel, pero ya tienes sus dudas.
En la mansión Parker, Madolyn no quiso bajar a cenar. Odiaba compartir la mesa con el asistente de su papá. Erick, un apuesto hombre, de ojos verdes, cabello negro, alto, corpulento, todo un caballero. Pero un ser irritante para la joven, ya que no le agradaba su presencia.
— ¿Puedo pasar?— preguntó Isabel, detrás de la puerta.
— Si vienes a darme un sermón, te advierto que no estoy de humor.
Isabel tomó esas palabras como un “adelante” y entró a la habitación.
— ¿Qué tienes? Es por Erick, ¿verdad?
— Le he pedido mil veces que no se presente aquí, cuando yo esté en casa. ¿Por qué demonio él no lo puede entender?— dijo la joven, con voz apagada.
— ¿Por qué no olvida lo que pasó? Ya supéralo, han pasado dos años.
— Sí, claro. Como no fue a ti que dejaron plantada en el altar. En un maldito pueblo, lleno de pueblerinos ignorantes, mirándome y sonriendo por mi desdicha.— expresó con resentimiento.
— Estuve ahí, viví esa experiencia a tu lado.
— Dejemos de hablar del pasado. Erick, que le dé gracias a Dios, que no les dije a mis padres lo que me hizo.
Isabel tenía una duda, y nunca se había atrevido a preguntar. Sintió que era el momento, y preguntó. — Madolyn, ¿tuviste sexo con él?
La joven respiró profundamente. Muchas veces se le insinuó, hasta llegó a desnudarse frente a él, para provocarlo.— No… Le agradezco que nunca me quiso tocar. Supuestamente, esperando la noche de boda.
Las jóvenes hablaron por varias horas, después Isabel se fue a su habitación.
A la mañana siguiente, Madolyn e Isabel estaban en un centro comercial. La religiosa quería comprar algunas cosas para los niños del orfanato “Esperanza”.
A Madolyn no le gustaban esas actividades, le parecían aburridas. Pero su asistente aún no se recuperaba, y necesitaba la ayuda de alguien para elegir unos vestidos. Aunque sabía que Isabel no tenía buen gusto.
Alondra se estaba probando un vestido verde, de seda. Madolyn la vio y se acercó a ella.
— Amiga, qué bueno verte. Qué buena elección.— dijo Madolyn, con hipocresía.
— Hola. Sí, me gusta este vestido. Me lo llevo.
Madolyn sonrió descaradamente, llamó a la encargada de la tienda y le dijo.— Si mal no recuerdo, pagué ese vestido ayer. Entonces, ¿por qué ella se lo está probando?
Alondra palideció, no podía tener tanta mala suerte. La encargada le pidió que se quitara el vestido, puesto a que ya estaba pagado. Ella, avergonzada, se lo quitó.
— Amiga, ese vestido era para celebrar después del desfile, pero te lo regalo. De todas maneras, ya no me lo voy a poner. Ahora… Cuando te lo pongas y te mire el espejo, ahí voy a estar yo.
Alondra sonrió y decidió presumir a su prometido. — Querida, siempre tan generosa. Lástima que no voy a aceptar tu regalo. A mi novio no le gustaría saber qué alguien me hizo un regalo tan costoso.
— ¿Al fin Erick te hizo caso?
— No. Soy la prometida de Edgar Lewis.
Madolyn recordó ese nombre, pero no lo relacionó con ella. Pensó que seguro se trataba de otro hombre. Quizás debía buscar esa información en las redes sociales, pero no le iba a dar importancia a Alondra.
— Felicidades.
Isabel y Madolyn salieron de la tienda.