Un Amor Inesperado

Anoche tuve la experiencia más maravillosa de mi vida y hoy despierto en los brazos de este hombre que me ha hecho sentir la mujer más hermosa y deseada del mundo.

Sus besos tienen la habilidad de hacerme perder la razón. La manera en como acaricia mi cuerpo es maravillosa. Las sensaciones que ha despertado en mí son completamente nuevas.

Jamás había cuestionado mi vida sexual con Enrique, nunca fuimos muy sexuales y para mí estaba bien. Ahora pienso que ninguno de los dos estaba completamente satisfecho, en realidad él satisfacía sus necesidades con alguien más.

Llegan a mi mente imágenes de anoche y no puedo describir el placer qué sentí. Antonio fue tan delicado y considerado conmigo, se aseguro de que me sentiese cómoda en todo momento.

Sin duda tiene mucha experiencia en este ámbito y yo casi nada. Caigo en cuenta de que es la primera vez que falto a dormir a mi casa. Ni siquiera antes de casarme hice algo así.

Ayer después de hacer el amor una segunda vez, ambos caímos rendidos y nos quedamos dormidos de inmediato.

Él aún duerme, la sábana cubre apenas su cuerpo y yo no pierdo la oportunidad de admirarlo. Mi imaginación se quedó corta.

De pronto comienza a moverse y yo finjo seguir durmiendo. Me muevo a la par que él y acabamos abrazados de cucharita. En esta posición puedo sentir cierta parte de su anatomía qué ya no esta precisamente dormida.

Intento no moverme para no parecer qué lo estoy provocando. Únicamente, la sábana cubre mi cuerpo. Hunde su rostro en mi cuello y lo besa, una de sus manos sube a mis senos y la otra acaricia mi pierna.

Mi cuerpo reacciona a su toque, la excitación se hace presente y sin pensarlo ya me estoy frotando contra él.

Su mano llega a mi intimidad, me estremezco con cada roce. Nuestra respiración se torna agitada, con besos ahoga mis gemidos.

Lo siento retirarse y escucho abrir el cajón de la mesa de noche, se protege y vuelve a mi lado. Vuelve a besarme y a tocarme, se acomoda y de un movimiento ingresa en mí. Suelto un grito de sorpresa y de placer.

Nos movemos encontrando nuestro ritmo, estoy tan sensible qué no tardo en alcanzar la cima y él me sigue. No deja de abrazarme, nos tona un poco recuperar el aliento.

- Que hermoso es despertar contigo a mi lado- susurra en mi oído.

- Fue una noche maravillosa y un hermoso despertar.

- No quiero dejarte ir.

- Tampoco quisiera irme, pero el deber me llama. Además debo ir a casa a cambiarme primero.

- ¿Por qué no le llamas a Romina y te tomas el día? Podemos salir o quedarnos aquí y me dejas seguir disfrutando de ti.

- A ese ritmo te vas a empalagar y después no vas a querer ni verme.

- Eso nunca, puedo confirmar que has desplazado a mi adición por el café. Ahora me declaro adicto a ti.

- ¿De dónde sacas frases tan lindas?

- Es lo que despiertas en mí. Cuando te tengo cerca no puedo pensar más que en besarte, abrazarte y a partir de hoy en hacerte el amor.

- Comienzo a pensar que también serás mi adicción- respondo besando sus labios- Necesito darme una ducha.

- Perfecto, tomaremos nuestra primera ducha juntos.

No me deja protestar cuando ya me lleva en brazos a la regadera. Y sí, ahí volvimos a hacer el amor. Este hombre tiene un apetito sexual desmedido y estoy descubriendo qué eso me encanta.

Nos vestimos e insiste en que desayunemos juntos, pero ya es muy tarde y debo llegar a la cafetería. Me lleva a mi casa, nos despedimos en el auto. Besa tan rico que me cuesta separarme.

Al cerrar la puerta lanzó un profundo suspiro, han sido muchas emociones para una sola noche. Subo a mi habitación, busco mi ropa, me cambio, maquillo y peino en tiempo récord.

Llego a mi negocio y me da gusto ver el excelente equipo qué han conformado los chicos. Se llevan muy bien y trabajan de maravilla.

Me sirvo un café y un croissant ya qué no he comido nada desde anoche. La gente va y viene, la mujer que estaba aquella noche con Enrique de nuevo está aquí. Se acerca a paso firme a la donde estoy.

- Johanna, ¿podemos hablar?

- Disculpa, ¿te conozco?

- Sabes que si y me gustaría hablar contigo.

Accedo y le pido que me acompañe a mi oficina, no entiendo de que quiere que hablemos.

- Me presento, soy Ana Fernández y supongo que Enrique te habrá hablado sobre mí.

- Lamento decepcionarte, Enrique no me ha mencionado nada sobre ti.

- No quería ser yo la que develara la verdad, más no tengo opción. Desde hace varios años Enrique y yo somos amantes y vengo a pedirte que nos dejes ser felices.

- No entiendo tu petición, fui yo quien solicitó el divorcio y no tengo el más mínimo interés en interponerme en su vida. Es Enrique quien no me deja en paz. Yo espero que ustedes arreglen sus asuntos y ten por seguro que no tengo por qué intervenir en su relación. Si me disculpas, tengo que volver a trabajo.

- Enrique solo tiene herido el ego y dentro de poco se dará cuenta de que somos el uno para el otro y de verdad espero que cuando eso suceda no quieras separarnos.

- Para nada, puedes estar tranquila. Hay una cosa que debes tomar en cuenta y es que tenemos dos hijos en común y debido a eso tendremos que seguir en contacto.

- Lo entiendo y te pido una disculpa por venir así, pero pensé que eras tú quien no quería divorciarse.

- Bueno, ya sabes la verdad. De verdad debo volver al trabajo

- Claro.

Ambas salimos y ella se marcha. No dejo de preguntarme a qué ha venido en realidad. Me parece que está vez Enrique se topó con la horma de su zapato.