Una Oportunidad Para Amar Por Última Vez

Antoni no podía apartar los ojos de Betty , trataba de disimular mirando de vez en cuando lo documentos. La luz suave de la mañana se filtraba a través de las ventanas, iluminando su rostro de una manera que casi lo hacía parecer un sueño. Para él, aquel instante era casi alucinante, como si el destino le hubiera dado una segunda oportunidad para enmendar todos los errores del pasado. Pero la alegría que lo embargaba estaba teñida de una profunda duda: ¿Qué pasaría si Betty no sintiera nada por él? ¿Y si había encontrado a alguien más, alguien mejor que él?

El aire estaba cargado de tensión mientras los demás, incluyendo sus padres, Amanda y James, aguardaban afuera de la sala, conscientes de que aquel encuentro no sería simplemente un asunto de negocios. La atmósfera era pesada, casi opresiva, como si todos alli estuviera conteniendo el aliento, una que otra vez se escucha el carraspeó de uno de los presentes,estaban impaciente por saber que estába ocurriendo adentro.Amanda y la señora Valeria se pegaron a la puerta para tratar de escuchar algo.

Antoni dudaba sobre cómo empezar. Las palabras que había ensayado en su cabeza una y otra vez parecían desvanecerse en su boca, dejándolo incapaz de articular siquiera una disculpa. Finalmente, cuando la presión se hizo insoportable, decidió hablar, rompiendo el silencio que había caído entre ellos.

—Betty... —empezó con la voz algo temblorosa, tratando de mantener la calma—. Quiero pedirte disculpas por lo que pasó la última vez que nos vimos.

Betty lo miró fijamente, sus ojos grandes e impenetrables. Antoni no podía descifrar lo que pensaba.

—¿Disculparte? —respondió ella, con un tono que no revelaba ni enojo ni perdón, solo una neutralidad desconcertante—. ¿De qué quieres que te disculpe, Antoni?

El corazón de Antoni se aceleró aún más. Las palabras comenzaron a salir de su boca antes de que pudiera detenerlas.

—Por cómo me comporté aquel día... —explicó rápidamente—. No debí decir lo que dije, ni tratarte como lo hice. Estaba confundido y asustado, pero eso no justifica nada. Nada de lo que dije era cierto. Betty, lo lamento profundamente. Solo espero que... que puedas perdonarme y que podamos volver a ser como antes.

Por un momento, el silencio volvió a llenar la sala. Antoni se mordió el labio, esperando la respuesta que podría determinar el resto de su vida. Betty, sin embargo, mantuvo su mirada fija en él, como si estuviera sopesando cada palabra.

Finalmente, habló.

—Te perdono, Antoni —dijo, con una voz que era a la vez suave y firme—. Pero no podemos ser como antes. He cambiado, y mi vida también ha cambiado. Ahora, trato de vivir ligera, sin cargas innecesarias. Y hay alguien muy importante en mi vida, alguien a quien le daré todo mi amor, sin restricciones.

Cada palabra de Betty era como un golpe directo al corazón de Antoni. ¿Alguien más en su vida? ¿Había encontrado a otra persona? El aire comenzó a faltarle y, por un instante, todo a su alrededor pareció desvanecerse. El solo pensar en ella con otro hombre, formando una familia con él, lo dejaba sin fuerzas.

—Desde que esa persona llegó a mi vida, decidí que lo mejor para mí era perdonarte, y perdonarme a mí misma también —continuó Betty—. Quiero construir una familia, pero una familia en la que reine la paz, no el rencor ni la culpa.

Antoni apenas podía procesar lo que estaba escuchando. ¿Una familia? ¿Con alguien más? Se sentía como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Las palabras que quería decirle, las que había guardado en su corazón durante tanto tiempo, ahora parecían triviales, inútiles.

—¿Y yo qué? —pensó, desesperado, incapaz de encontrar su voz—. ¿Y ahora qué hago con todo este amor que siento por ti?

Antoni estaba tan inmerso en su propio dolor y confusión que no alcanzó a escuchar las últimas palabras de Betty, dónde le contaba de Antonia. Solo veía sus labios moverse, pero las palabras no llegaban a su cerebro, bloqueado por la idea de haberla perdido para siempre.

Cuando Betty se levantó lentamente de su asiento, algo en su postura llamó su atención. Fue entonces cuando lo vio: su abultado vientre, claramente visible a través del vestido. La realidad lo golpeó con una fuerza abrumadora. Betty estaba embarazada.

Los pensamientos de Antoni se arremolinaron en su mente, caóticos e incomprensibles. No podía apartar la vista de su vientre. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que la había visto? ¿Podía ser...? Pero antes de que pudiera articular sus preguntas, Betty ya estaba caminando hacia la puerta.

Ella se detuvo por un breve instante, mirando a Antoni con una mezcla de tristeza y resignación, esperando alguna reacción, alguna señal de que él entendía lo que acababa de decirle. Pero Antoni estaba paralizado, incapaz de moverse o de hablar. Betty interpretó su silencio como desinterés o incluso rechazo. El dolor en sus ojos era evidente cuando finalmente salió de la sala, cerrando la puerta suavemente tras de sí.

Una vez en el pasillo, Betty se encontró con James, Amanda y los padres de Antoni, que la miraban con preocupación. Pero ella no podía detenerse a hablar, no cuando su corazón estaba tan destrozado. Caminó rápidamente hacia el ascensor, sus manos temblando mientras intentaba contener las lágrimas.

—No pasa nada, mi amor —susurró mientras acariciaba su vientre—. Vamos a estar bien sin él. No necesitamos a tu papá.

Amanda, que había seguido a Betty, la alcanzó justo antes de que las puertas del ascensor se cerraran. Sin decir una palabra, la abrazó, consolándola mientras las lágrimas de Betty finalmente caían libremente. La llevó a la casa de los padres de Betty, a buscara la maleta ,ella regresaria ese mismo dia a los angeles, quería ir a su lugar seguro, donde pudiera encontrar un poco de paz.

Dentro de la sala de juntas, el silencio era casi tangible. Antoni seguía inmóvil, con la mirada perdida en la puerta por la que Betty había salido. Sus padres y James entraron rápidamente para saber que había pasado con Betty.

—Antoni, hijo —dijo su madre en voz baja—, ¿qué ha pasado? ¿Qué te dijo Betty?

Pero Antoni no respondió. Apenas era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Sin decir una palabra, se levantó y salió de la sala, sus pasos lentos y vacilantes. Caminó por los pasillos, sintiendo que el mundo se había vuelto irreal, hasta que llegó a su coche. Todo lo que sabía era que necesitaba escapar, encontrar un lugar donde pudiera ahogar el dolor que lo consumía.

Sin pensar demasiado, condujo hasta un bar. Allí, empezó a beber, intentando en vano apagar los pensamientos que lo atormentaba. Bebió hasta que la realidad se difuminó, hasta que las emociones que lo desgarraban se convirtieron en un zumbido distante en su mente.

Horas más tarde, el barman, preocupado por su estado, decidió llamar a uno de los contactos del celular del cliente ,y le marca a James. Cuando James llegó, encontró a Antoni apoyado en la barra, murmurando palabras incoherentes, con la mirada perdida y una botella vacía frente a él.

—Antoni, amigo, ¿qué demonios ha pasado? —preguntó James, intentando ayudarlo a levantarse—. ¿Por qué estás así? ¿Qué te dijo Betty? ¿Qué pasó en esa reunión?

Pero Antoni no podía responder. Todo lo que podía hacer era repetirse las mismas preguntas que lo habían atormentado desde el momento en que Betty salió de la sala: “¿Y yo qué? ¿Y ahora qué hago con este amor por ti?”

James, incapaz de obtener alguna explicación, pagó la cuenta y llevó a Antoni a su coche. No sabía qué había sucedido, pero estaba claro que su amigo estaba destrozado.

De camino a la mansión de los padres de Antoni, el silencio entre ambos era abrumador. Antoni estaba demasiado perdido en sus pensamientos como para notar nada a su alrededor. Cuando finalmente llegaron a la mansión, James ayudó a Antoni a entrar y lo dejó en su habitación, sabiendo que no había mucho más que pudiera hacer.

Esa noche, Antoni tuvo pesadillas. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Betty, sus palabras resonando en su cabeza. “Una familia”, había dicho ella, pero no con él. El dolor de saber que había perdido la oportunidad de ser parte de esa familia lo dejaba incapaz de descansar. Todo lo que había imaginado, todo lo que había soñado, se había desmoronado en un solo instante.

Mientras tanto, Amanda llega con Betty a la casa de sus padres, Betty se despide de sus padres, disimulando su dolor. Amanda se quedó a su lado, sin decir mucho, solo estando allí para ella. Finalmente, parten hacia el aeropuerto, cansada de tanto llorar Betty, se durmió en el coche, cuando de pronto sintieron el impacto de otro carro que venía a alta velocidad, lanzando el carro lejos. Betty reacciona por el dolor en su vientre y dirige su mirada buscando a Amanda,no la ve por ningún lado. Llegan unos hombres que vivían cerca del lugar y la sacan para ayudarla, la llevan a la casa de una mujer anciana que había sido enfermera, para que la ayudara. Betty se quejaba del dolor, la niña ya iba a nacer, solo rogaba a Dios que su bebé estuviera bien.

Llega la ambulancia y Amanda es el único herido que encuentran, la llevan a la clínica más cercana.

¿Qué pasará con Betty y su bebé? ¿Cuál será la reacciona de Antoni al saber la verdad? ¿Qué pasará con manda?

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