La Felicidad NO Esta Hecha Para Mi

Capítulo 21: "Un Milagro Perdido"

"Martín, él... Él no va a lograrlo. Los médicos dicen que no le queda mucho tiempo", me dice Nicolle en una de nuestras llamadas, con la voz entrecortada por el llanto.

Siento cómo mi corazón se estruja al escuchar sus palabras. "Oh, Nicolle. Lo siento tanto, mi amor. No puedo imaginar el dolor que estás atravesando."

Ella solloza suavemente al otro lado de la línea. "Es... es devastador, Martín. Mi padre siempre ha sido tan fuerte y lleno de vida. Verlo así, luchando por cada respiración, es desgarrador."

Cierro los ojos, sintiendo cómo la impotencia y la tristeza se apoderan de mí. "Desearía poder estar ahí contigo, Nicolle. Desearía poder brindarte mi apoyo en persona."

"Yo también lo deseo, Martín", susurra con voz temblorosa. "Pero en este momento, mi lugar está aquí, con mi familia. No puedo dejarlos solos en un momento tan difícil."

Asiento en silencio, entendiendo perfectamente la posición en la que se encuentra. "Lo sé, mi amor. Sé que tu familia te necesita ahora más que nunca. No quiero que te preocupes por mí, yo estaré bien."

Nicolle guarda silencio por unos instantes, y puedo imaginar las lágrimas rodando por sus mejillas. "Martín, ¿y si... y si mi padre no logra superar esto? ¿Y si no vuelvo a tiempo para nuestra boda?"

Siento un nudo formarse en mi garganta al escuchar sus palabras. "Nicolle, mi amor, no pienses en eso ahora. Lo importante es que tú estés ahí, apoyando a tu padre y a tu familia. Todo lo demás puede esperar."

Ella suelta un suspiro tembloroso. "Pero, ¿y si todo se derrumba? ¿Y si perdemos la oportunidad de estar juntos?"

Tomo una profunda respiración, tratando de encontrar las palabras adecuadas para consolarla. "Nicolle, mírame. Pase lo que pase, nada va a cambiar lo que siento por ti. Tú eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida, y voy a estar aquí, esperándote, sin importar cuánto tiempo tome."

Escucho cómo Nicolle solloza al otro lado de la línea, y mi corazón se parte al imaginar su sufrimiento. "Martín, yo... yo no sé qué hacer. Tengo tanto miedo de perder a mi padre y de perderte a ti también."

"Nicolle, mi amor, escúchame", le digo con firmeza. "Vas a superar esto. Sé que es difícil, pero tienes la fortaleza para enfrentar este momento. Y yo voy a estar aquí, apoyándote en todo lo que necesites."

Ella toma una profunda respiración, tratando de calmarse. "Gracias, Martín. Gracias por ser tan comprensivo y por estar a mi lado en estos momentos tan difíciles."

Sonrío con tristeza, aunque sé que ella no puede verme. "Siempre estaré aquí para ti, Nicolle. No importa lo que suceda, vamos a superarlo juntos."

Después de colgar, me quedo en silencio, con la mirada perdida. Lucía se acerca y posa una mano reconfortante en mi hombro.

"Martín, ¿cómo estás?"

Suspiro profundamente y la miro con una expresión de dolor. "Lucía, es... es terrible. El padre de Nicolle está muy enfermo, y ella está devastada."

Lucía me mira con empatía y toma mi mano entre las suyas. "Oh, Martín. Lo siento tanto. Debe ser una situación tan difícil para ella."

Asiento en silencio, sintiendo cómo las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos. "Sí, y me siento tan impotente. Quisiera poder estar ahí, a su lado, brindándole mi apoyo."

Lucía me abraza con fuerza, ofreciéndome el consuelo que tanto necesito. "Lo sé, hermano. Pero Nicolle te necesita aquí, estable y fuerte, para cuando regrese."

Me separo un poco y la miro con una mezcla de tristeza y determinación. "Tienes razón, Lucía. Tengo que ser fuerte, por ella y por nuestra familia."

Lucía me sonríe con orgullo. "Así se habla, Martín. Tía Mariana estaría tan orgullosa de ver la fortaleza que has demostrado en estos momentos."

Al escuchar el nombre de mi tía, siento cómo una sensación de calidez me envuelve. "Sí, Lucía. Tía Mariana siempre ha sido mi fuerza y mi inspiración. Sé que, desde donde esté, está cuidando de nosotros."

Lucía asiente con una sonrisa comprensiva. "Así es, Martín. Y yo también voy a estar aquí, acompañándote y apoyándote en todo lo que necesites."

Tomo su mano con gratitud y le sonrío con sinceridad. "Gracias, Lucía. No sé qué haría sin ti."

Los días pasan lentamente, y cada conversación que tengo con Nicolle me duele aún más. Escucho cómo su voz se va debilitando, cómo la angustia se apodera de ella cada vez más.

"Martín, mi padre... Mi padre está empeorando", me dice en una ocasión, con la voz entrecortada por el llanto. "Los médicos dicen que es cuestión de días."

Siento cómo mi corazón se encoge al escuchar esas palabras. "Oh, Nicolle. Lo siento tanto, mi amor. Desearía poder estar ahí, a tu lado."

Ella solloza suavemente al otro lado de la línea. "Yo también lo deseo, Martín. Necesito tanto tu fortaleza y tu apoyo en este momento."

Cierro los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas para consolarla. "Nicolle, escúchame. Sé que esto es una prueba terriblemente difícil, pero tienes que ser fuerte. Tienes que estar ahí para tu padre y para tu familia."

"Pero, ¿y si... y si no logro volver a tiempo?" pregunta con desesperación. "¿Y si todo se derrumba? ¿Y si perdemos nuestra oportunidad de estar juntos?"

Siento cómo un nudo se forma en mi garganta al escuchar su angustia. "Nicolle, mi amor, mírame. Pase lo que pase, nada va a cambiar lo que siento por ti. Tú eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida, y voy a estar aquí, esperándote, sin importar cuánto tiempo tome."

Ella suelta un suspiro tembloroso. "Martín, tengo tanto miedo de perderlo todo. No sé si voy a poder soportarlo."

"Nicolle, sé que es difícil, pero tienes que ser fuerte", le digo con firmeza. "Sé que tu padre es una persona valiente y luchadora. Y sé que tú también tienes esa fortaleza dentro de ti."