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Eros, ¿Un Dios Distraído?

Eros, ¿Un Dios Distraído?

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Malentendidos
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Esther

Existen muchas probabilidades que la muerte de cada uno de nosotros dé lugar a problemas de orden legal. El fallecimiento de una persona puede implicar el pago de una doble indemnización con cargo a una póliza de seguro. Esta misma póliza puede contener una cláusula en la que se señale que la compañía no pagará un solo centavo si el beneficiario se suicida dentro de los dos años siguientes a la fecha de entrada en vigor del documento.

NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Puedes irte a descansar, Pablo.

¿Qué haces?, ¿mantener intrigadas a las personas que hay a tu alrededor?, preguntó Araceli García a Paquita.

Exactamente, confirmó Paquita, es una de nuestras armas.

Guardaron silencio durante unos instantes, Martínez contemplaba, fascinado, el espectáculo siempre cambiante del desierto. Admiraba sus variados colores las largas sombras, el progresivo avance de estas.

Yo no serviría para piloto, dijo por fin.

¿Por qué?, quiero saber Paquita.

Me siento demasiado interesado por el escenario natural, especialmente el del desierto.

Me consta, corroboró Paquita, en cambio, a muchos de mis pasajeros les fastidia y aburre ese panorama. Ellos creen que ahí abajo no hay más que arena.

La oscuridad era mayor cuando la avioneta cruzó el río Colorado, Martínez menos en tensión ahora, apoyó la cabeza en el respaldo de su butaca cerrando los ojos, irguiéndose.

¿Nos saldremos con la nuestra en este viaje, Paquita?, pregunta.

Yo creo que sí.

Martínez trató de recostarse en su asiento.

El vuelo proseguía sin novedad. Al cabo de cierto tiempo, Paquita alargó un brazo, comprobando si el cinturón de Martínez estaba en condiciones. Miró a Araceli García, muy expresiva. La avioneta inició el descenso hacia el aeropuerto de Phoenix.

Martínez despertó, buscando su cartera.

Tienes 5 minutos por delante, manifestó Paquita. El avión acaba de aterrizar, pero pasarán 5 minutos por lo menos antes de que inicie el despegue. Me alegro de que hayan conseguido lo que se proponían... Sintiéndolo mucho, no los hubiera podido llevar a El Paso.

Con el avión de línea ganaremos tiempo, repuso Martínez. Pero de no haber habido esta solución, Paquita, hubiéramos hecho el viaje completo contigo.

La avioneta, ya en tierra, se dirigió hacia el edificio del aeropuerto. Martínez y Araceli bajaron de él. La joven dijo al abogado:

Yo me ocuparé de los billetes.

Echó a correr en dirección a las taquillas.

Paquita saludo a Martínez, agitando alegremente una mano, desde su ventanilla. La avioneta fue alejándose poco a poco.

El gran avión de Las Vegas maniobraba en la pista, cada vez más cerca, obediente a las señales luminosas que hacía un hombre. Finalmente, se detuvo.

Araceli García apareció, corriendo, como antes.

Aquí están nuestros billetes el hecho de que no llevemos equipaje ha facilitado mucho las cosas ahorrándonos ciertos trámites.

Subieron al avión, instalándose cómodamente.

Martínez abatió el respaldo de su butacón, diciendo, satisfecho:

Pues sí, Araceli. Parece ser que lo conseguimos.

¿Crees que llegaremos a tiempo?

No sé... ese boletín de noticias habrá activado las cosas. Yesenia Dávila, la mujer que vendió su pasaje a Kendra Rodríguez, comprenderá que representa un papel en esta historia y, probablemente, lo comentará con algún amigo... Si oyó la radio se pondrá en contacto con la policía... Bueno, el caso es que por nuestra parte, no solo nos hemos superado sino que además, hicimos lo único que se podía hacer.

Martínez entornó los ojos, añadiendo, ya en un murmullo:

Ahora, Araceli, a descansar.

El avión se puso suavemente en movimiento, deteniéndose por unos instantes. Rugieron los motores, después, de pronto, el aparato salió disparado, separándose del suelo y ganando velocidad progresivamente.

Martínez dormía todavía cuando el avión inició el descenso para aterrizar en El Paso.

Araceli García le tocó con el codo.

Estamos llegando, jefe.

Martínez abrió los ojos, moviendo la cabeza varias veces.

¡Uf!, exclamó sonriente, gracias Araceli.

Bueno, jefe, inquirió la joven. Si la policía puede demostrar que Kendra Rodríguez compró su pasaje, viajando con nombre supuesto, nombre que a lo peor ha utilizado para alojarse en algún hotel de El Paso, ¿qué es lo que nosotros podemos hacer?

Tendremos que recurrir al Ingenio, Araceli.

En fin de cuentas, nosotros no sabemos que está aquí. Puede haber continuado el viaje hasta México. Puede haber tomado otro avión que se dirigiera al este o al norte... incluso podría ser que se hubiera encaminado a Las Vegas.

Bueno, ya se te ocurrirá algo, sueles dar siempre con alguna salida en estas situaciones.

Esperemos que esta vez no falle, repuso Martínez. Un buen abogado debe estar dispuesto siempre a enfrentarse con lo inesperado.

Las ruedas del tren de aterrizaje del avión entraron en contacto con el cemento de la pista.

Martínez indicó a Araceli:

Localiza un teléfono lo antes posible, Araceli. Utiliza una de tus cartas de crédito y llama a Pablo Ruiz. Hablaré con él en cuanto conteste.

Araceli García hizo un gesto afirmativo, levantándose.

Tan pronto bajó por la escalera de acceso del avión, se dirigió a buen paso a las cabinas telefónicas.

Martínez, portador de su cartera, la siguió de lejos. No tuvo que esperar más de un minuto ante la cabina en que había entrado su secretaria.

Araceli García le hizo por fin una seña, abrió la puerta del estrecho recinto y alargó el micro receptor a Martínez.

Aquí tienes a Pablo, se limitó a decir.

Hola Pablo, ¿qué hay de nuevo?

¿Estás en El Paso?

Sí.

El sujeto se encuentra ahí. Evidentemente, leyó el nombre que figuraba en el pasaje: Yesenia Dávila. Se dirigió al hotel "Frontera", donde se inscribió con aquel. Así pues, ahora es Yesenia Dávila, de Los Ángeles. En estos instantes se encuentra en su habitación. Uno de mis colaboradores está pendiente de sus movimientos.

Martínez contestó:

Magnífico Pablo, ¿estás en comunicación constante con ese hombre?

Prácticamente, sí.

Bueno, pues vas a decirle en cuanto puedas que abandone esa labor. Dile que se vuelva a casa, ¿Cuál es el número de la habitación que ocupa esa señora?

Es la 1245.

¿Has saboreado ya tus bocadillos?

Todavía no he pensado en ellos... La verdad es que no tengo apetito. Son ya muchos bocadillos de carne picada.

Bien, abandona tu puesto de vigilancia, sal del despacho y disfruta de una cena en regla, voy a tomar las riendas del caso.

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