El Último Acto De La Villana Caída

Isabella en su habitación sonreía, pues los diarios no demoraron en hablar sobre la marquesa, estaba feliz de que esa recibiera su merecido. Leía atenta a cada una de las noticias y chismes que había en los diarios de la sociedad aristocrática, con una copa de vino en la mano disfrutaba de ese día tan maravilloso que estaba teniendo.

La emperatriz por su parte se encontraba furiosa, Isabella no era lo que ella creía, se notaba que tonta no era, así que empezó a considerar y usar sus cartas, el hecho de que Isabella no tenga poderes le permitirá a la emperatriz utilizarla para su propio beneficio, el poder de la emperatriz consiste en la manipulación, es capaz de hacer que alguien haga y diga lo que ella quiera, y definitivamente lo usará en Isabella, pues al ella no tener poderes es una mente fácil de manipular.

La emperatriz a pesar de tener un poder como ese no lo usaba, pues al usarlo dejaba un pequeño rastro de la magia utilizada, que un gran mago sería capaz de descubrir, además, de que cualquier mente no es fácil de manipular, es necesario que sea alguien sin poderes, ya que así la magia no deja rastro. La emperatriz está decidida en utilizar a Isabella a su antojo, pues al tenerla de su lado, también el duque lo estará, si su hija es feliz el hará lo que sea para que su felicidad no se opaque.

Isabella obvio sabe de los poderes de la emperatriz y no duda de que quiera usarlos con ella, es más en la historia original ella lo hace una vez, pero como Isabella no había despertado su poder nadie lo noto.

— Maldita bruja, pero ya verá, conmigo no se puede meter —

— ¿Qué vas a hacer? —

— Jesús —

— No, soy lissa —

— Deja de hacer eso, casi me da un infarto —

Isabella se puso una mano en el pecho mientras respiraba agitada por el susto que se llevó.

— Tampoco es para tanto —

— Pues claro, para ti no lo es... Tú eres el fantasma —

— Pero si ni siquiera me ves, aunque podría hacer que me veas, —

Una pequeña joven etérea se apareció frente a Isabella, quien solo se llevó un gran susto al ver a la joven fantasma.

— Mejor deja que solo escuché tu voz —

— No, así es más fácil hablar contigo, no sé por qué no lo hice antes, pero bueno ahora ya me ves —

— verte como tal no, pero veo una pequeña joven transparente frente a mí, asustaras a mucha gente sabes —

— Tú serás la única capaz de verme, por alguna razón no puedo hacer esto con los demás, ¿Qué crees que no intente por lo menos asustar a los cobardes que me asesinaron? — la chica empezó a agitarse.

— Lo siento, vamos ya dime a quien hay que matar y vengar tu muerte — Isabella arrugó la cara — o debemos torturarlo hasta la muerte.

— Torturarlo hasta la muerte, pero antes debo contarte que fue lo que me pasó para que me entiendas —

— Si, si me cuentas quizás entenderé tu rabia —

La chica se acercó a Isabella y se sentó frente a ella, a pesar de su apariencia fantasmal, la chica podía mostrar su tristeza y enojo al hablar, Isabella incluso sintió que esta historia sería muy fuerte de oír.

— Fue en la academia, ese día recibí una nota me pedían ir fuera de la academia, en el bosque cerca de ella, yo como tonta fui sola pues no tenía amigos, cuando llegue allí estaba uno de los dos miserables — un sollozo salió de sus labios — el utilizó su magia para paralizarme, fue allí cuando ví al otro desgraciado, entre ambos abusaron de mí y luego me asesinaron, se les fue de las manos y terminaron ahorcándome, estaban asustados, tanto que corrieron a la academia dejándome allí tirada.

— Que crueldad, dime los nombres. Haré que paguen los malditos, desearan jamás haberlo hecho, te aseguro que los atormentare tanto que ellos mismos querrán acabar con sus vidas, pero no podrán, de eso me encargo yo —

Isabella se encontraba enojada, estaba dispuesta a todo con tal de vengar la muerte de esta pobre chica, se enfrentaría a quien fuera, esos malditos no se saldran con la suya, estaba indignada, pues le resultaba increíble que estas cosas pasarán, como podían ser tan miserables y hacer algo tan vil, era solo una jovencita.

— Te juro, te prometo que no se salvarán, ellos pagarán y lloraran lágrimas de sangre —

Isabella estaba ofuscada, que caminaba por toda la habitación.

— Sé que tu llegada a este mundo no fue coincidencia y que gracias a ti poder yo ahora tengo esta conexión contigo, estoy segura de que lo harás y yo te ayudaré en todo lo que necesites, no lo olvides yo soy un fantasma, puedo averiguar muchas cosas —

— Si, quizás no fue coincidencia llegar hasta aquí, pero ya dime quienes son, necesito que me digas sus nombres —

— Sé que enfrentarte a ellos va a ser difícil, son personas poderosas, y tienen una gran influencia en la sociedad, por eso mi muerte quedó impune, a pesar de que era tan poderosa ese día no pude hacer nada —

— Si, lo no se será fácil, pero lo haré, en nombre de la justicia, pero ya dime los nombres —

Isabella ya se estaba impacientando, pues la chica le estaba dando vueltas para decir el nombre.

— Por favor Isabella debes tener mucho cuidado —

— Nombres, solo dime los malditos nombres—

— ok, el príncipe Nicola —

—¿Ese quien es? Nunca había oído de el — Isabella suspira y empieza a repasar en su mente a ver si lo recuerda.

— Es el príncipe del reino vecino de ling cheng, el es tercer príncipe de Siria —

— Bien lo buscaré y lo torturaré, o quizás le envié un regalo, dijiste que fueron dos, ¿Quién es el otro? —

La chica miró a Isabella y a su alrededor, pues el siguiente nombre si era conocido por muchos.

— El otro es...

Toc Toc...

— Isabella, soy yo tu Nana Rita, vengo para que bajes a cenar —

Isabella enojada miró hacia la puerta, llegó a ella como un vendaval y habiendo miro a la mujer y colocando una sonrisa de lo más falsa le dijo.

— Rita, acabas de interrumpir algo muy importante, diles a mis padres que estoy con dolor de cabeza y no podré acompañarlos, por favor que no me interrumpan más, adiós — Isabella sin esperar respuesta empezó a cerrar la puerta.

— Pero señorita —

Al final Isabella cerró y volvió a la cama, dónde lissa la esperaba, pues ella necesitaba saber quién era el otro desgraciado, por eso cuando lissa al fin le dijo el nombre no lo podía creer.

— El otro de mis asesinos fue el príncipe heredero Adrián Mercer, puede parecer tonto, pero te aseguro que no lo es, ese desgraciado fue quien me ahorcó hasta la muerte, está loco —

— y además, quieren que sea mi prometido, maldito psicópata desgraciado —