¡UN MILLÓN POR DIEZ NOCHES! (Dinastía Belf III)

Arinka entro al departamento con la mirada llena de soberbia.

—Victoria—¿Qué haces aquí?

–Arinka—Te dije que vendría por mi hija. ¿Dónde está?

Arinka volteaba a todas partes, esperando encontrar a Tanya.

—Victoria—Ella ahora está en el colegio.

Arthur se quedó callado intentando comprender que pasaba.

—Arinka —Entonces la esperaré.

—Victoria—No, no lo harás.

—Arinka—Tú no puedes prohibirme verla, ella se irá conmigo en cuanto sepa toda la verdad de como tus padres me la arrebataron.

Victoria enfureció y camino hasta ella dispuesta a sacarla, pero una voz la detuvo.

—Abogado—No puede tocar a mi clienta, señorita Alekseev.

Victoria abrió los ojos de asombro.

—Victoria—¿Usted que hace aquí?

—Abogado—Se me ha ordenado ser el abogado defensor de la señora Arinka.

—Victoria—¿Qué?.

Había sido como un balde de agua fría para Victoria. De verdad que la suerte no estaba de su lado ese día.

—Arthur—¿Victoria que pasa?.

Victoria miró de inmediato la cara de Arinka, ella tenía una sonrisa burlona.

—Arinka—¿Qué pasa, Victoria? ¿Por qué te miras sorprendida?

—Victoria—No me importa que vengas aquí con tu abogado, este es mi departamento y si quiero sacarte lo hago.

—Arinka—No puedes hacerlo...

—Abogado—Señora Arinka, no debemos molestar más a la señorita Alekseev, nuestro objetivo solo era ponerla al tanto de la demanda.

—Victoria—¿Qué demanda?

—Arinka—Una demanda por la custodia de Tanya, pospuesto.

El abogado sacó de su maletín una carpeta negra y se la entregó a Victoria en la mano. Ella la tomó con molestia.

—Victoria—No puedes pelear la custodia, Arinka.

—Arinka—¿Por qué no? Tengo todo el derecho, Victoria. Soy una pobre mujer a la que le fue arrancada a su bebé, de sus brazos.

—Victoria—Sabes que eso no es verdad.

—Arinka—¿Y quién probará que no lo es? Tú, quien fue la amante de Rupert Weisz y ahora...

Arinka le echo una mirada rápida a Arthur Belf y después la regreso de vuelta a Victoria.

—Arinka—Tu reputación no te será de mucha ayuda frente a un juez, Victoria.

Victoria agachó la mirada a los papeles en sus manos.

—Arthur—¿Vika?

Arthur pudo ver la cara de angustia de Victoria.

—Victoria—Lárgate de mi departamento.

Le ordenó con enojo a Arinka. El abogado abrió la puerta para Arinka.

—Abogado—Hasta luego señorita, Alekseev.

Él le dio una mirada rápida antes de cerrar la puerta, sentía lástima por aquella hermosa mujer que su único error fue aparecer frente a los ojos de Rupert Weisz.

—Arthur—¿Victoria? ¿Victoria dime que pasa?

Victoria tomó su abrigo, su bolso y salió del departamento. Arthur salió detrás de ella, pero para su mala suerte cuando salió del edificio, ella ya había tomado un taxi.

Victoria no podía contener el enojo. Llegó al edificio Weisz, los empleados la veían pasar como alma que lleva el diablo. En el piso de precidencia se detuvo el ascensor y sin importarle nada, Victoria paso directo a la oficina de Rupert. La secretaria al verla fue detrás de ella, quería impedir que entrará, le gritaba que se detuviera.

La puerta de la oficina fue abierta de manera abrupta. Rupert estaba recargado sobre su silla, con una sonrisa sombría, ya había escuchado el escándalo y los gritos.

—Victoria—¡Eres un maldito!

Rupert se levantó de su silla y camino hasta ella, con toda la tranquilidad.

—Secretaria—Señor Weisz yo...

—Rupert—¡Lárgate!

Le gritó sin quitar los ojos de Victoria, la secretaria salió despavorida de la oficina.

—Rupert—Te dije que era cuestión de tiempo para que volvieras por tu propia voluntad, a mí.

Victoria empuño las manos.

—Victoria—Quiero que nos dejes tranquilas. Que te lleves a Arinka de vuelta a donde sea que la hayas sacado.

—Rupert—La única forma que existe para eso, es que tú vuelvas a mí Victoria.

Rupert levantó la mano hasta la mejilla de Victoria y la acarició.

—Rupert—Vuelve a mi cama y en cuestión de segundos, haré que Arinka desaparezca para siempre de la vida de Tanya.

Por un momento Victoria se lleno de desesperación.

—Victoria —Pero, yo no quiero volver a ser tu amante.

—Rupert—No, esta vez las cosas serán diferentes.

Victoria lo miro a los ojos sin entender. Rupert camino de regreso a su escritorio y tomó una pequeña caja de color negro y la abrió.

—Rupert— Esto será tuyo, Victoria.

Giró hacia ella y le mostró un anillo de oro platinado, con un enorme diamante.

—Rupert—Te convertiré en mi esposa.

Victoria abrió los ojos de asombro.

Victoria —No, no, no pienso regresar a tu lado, ni como amante, ni como nada.

Rupert camino hasta ella y levantando la mano queriendo tocarla de nuevo, pero Victoria lo empujó.

—Victoria—Te dije que no volvieras a poner tu asquerosa mano en mí.

Rupert endurecio el rostro.

—Rupert—No te hagas la difícil Victoria, que sí yo lo deseó, puedo destruir tu vida con solo un tronar de dedos. Así que déjate de estupideces y acepta que tú destino está a mi lado, que el infierno es para nosotros dos, Victoria.

—Victoria—No te tengo miedo Rupert. Voy a luchar con toda mi fuerza contra ti.

Rupert soltó una carcajada llena de sarna.

—Rupert—Adelante Victoria, será divertido ver como te esfuerzas para fracasar.

Metió la mano en sus bolsillos y camino hasta su escritorio y se recargó en él. A pesar de la tranquilidad con la que actuaba, su pecho estaba lleno de ira, él la quería de vuelta en su vida. Porque para Rupert Weisz, ella era de su propiedad.

—Victoria—Nunca volveré a tu lado Rupert.

Refuto Victoria antes de salir de la vista de Rupert.