Gabriela

Tomé rápidamente una taza de café. Estaba atrasado. Me desperté como a las cuatro de la mañana con una horrenda pesadilla, escuchaba unos gritos ahogados de una jovencita. Trataba de ir tras ella. Pero habían muchos árboles y pasto largo. Trataba de de avanzar y no podía. Yo a mi vez le gritaba que me esperara. Que la salvaría. Me angustiaba pensar el porqué gritaba de esa forma. Se escucha el sufrimiento en su voz.

Tomé mi auto, eran las siete y media, cuando iba entrando. Cómo estaba ya de día podía ver tanta gente que venía caminando, algunos con sus perritas en brazos, otros tirando de ellos. No eran animales de paseo. Eran de campo, animales de trabajo. Eran gente buscando un futuro mejor para sus hembras.

Hoy venía preparado, con zapatillas y buzo. Ella no tendría motivos para reírse de mi atuendo. Mi teléfono lo dejé en el auto. Hoy era el día de ella y no iba arruinar.

Esperé fuera del galpón. Nadie me había invitado a entrar a la casa. Así que estaba afuera.

Salió don Samuel y me pidió entrar.

-- Gabrielita estaba tan cansada que se está levantando recién. Pasé a tomar un café con nosotros, Verena prepara un rico café.

Entré, todo se veía muy limpio, era muy humilde la casita de mi gatita, era como el porte de mi cocina. Saludé a la mujer pequeña, ella se presentó.

-- Hola soy Verena, amiga del alma de Gaby. Y tú eres el Banquero supongo...

--Sientate toma un café, hice unas sopaipillas con zapallo. Si no te gustan te las comes igual.

Con esa amenaza las probé con un poco de temor, pero al rato estaba sacando varias más. Eran deliciosas.

Estaba comiendo mi cuarta sopaipilla y la veo salir de la ducha, me atragante iba solo cubierta con una toalla y su pelo completamente suelto, era largo y ondulado, en mi imaginación, sentía mis dedos pasar por su cabello. Nos miramos y quedamos ambos en nuestro mundo. Fue un instante maravilloso. Se veía infartante, si era hermosa. Ahora verla así toda sonrojada y al natural, lo era más.

Hans, recapacita me decía mi conciencia. Ella no es para ti. Pero mi corazón como palpitaba me decía lo contrario.

Verena, rompió el instante mágico y le dijo que la fila era larga y muchas personas habían llegado de amanecida. Que tenía que salir a hablar y explicar que con los suministros no alcanzarían para todos y que tampoco podría operar más.

Se marchó rauda a su dormitorio supongo. diez minutos después venía lista, con su pelo amarrado en un tomate en alto. Me saludó con un movimiento de su cabeza y me dijo:

-- Tenemos otro ayudante? tómese su café. La jornada será larga y usted puede irse cuando quiera. No es su obligación acompañarnos. Éste compromiso era de los tres. Se agradece su ayuda.

Cómo si supiera que vendría todos los días a ser su ayudante con tal de verla. Solo sentirla a mi lado ya era suficiente pago para mí. Mi gatita chucara.

Ella salió y reunió a las personas, les explicó que solo operaria veinte de las que estaban inscritas. Que la próxima semana se podrían operar las demás. Que si venían de muy lejos Don Samuel podría llevarlos a su domicilio. Era mucho el sacrificio para ellos.

Si yo hubiera tenido dónde resguardarlas lo hubiera hecho. Muchos venían esperanzados. Una mujer levantó el brazo y le dijo:

--Doctorcita traje mis cuatro perritas, he caminado toda la noche con ellas vivo a treinta kilómetros de aquí. Con mi hijito las traíamos tirando. Cómo nos vamos a devolver.

--Podria hacer una excepción..

--Y yo.?? Caminé desde el pueblo de al lado con mi perrita es pequeñita no demorará mucho. por favor no le de la espalda. Ya debe tener perritos dentro. Estuvo malita hace como un mes...

Por favor vinimos con mis tres niños, traemos a nuestra perrita es grande pero los niños la adoran.

La ví tan compungida, estaba envuelta en un mar de dudas.

--Disculpen, por favor. La doctora tiene un problema es humana como todos nosotros. No podemos pedirle milagros. Ella ustedes se abran dado cuenta que no puede más. Por favor. Miren, yo les ofrezco trasladarlos a sus domicilios, quedarán anotados y la próxima semana sus perritas serán retiradas de sus casas y cuando estén listas serán llevadas allá.

Sentía su mirada en mi, que más podría hacer para ayudarla. Era una gran mujer y una gran persona, con una alma noble y buena. Nunca conocí a nadie como ella.

Pensaba si a lo mejor, hacemos el amor se me terminará ésta calentura y volveré a ser el mismo idiota de siempre? Jajaja, cómo si pudiera convencerla. Apenas le he tocado la mano. Iluso de mí. Pero no pierdo nada con intentar tocar un poquito más.

Cuando se tomaron los acuerdos, y se aclaró todo. Y se entregaron las últimas perritas. Pudimos respirar. Eran casi las ocho de la tarde. Verena había preparado café y sandwich para los cuatro. Estábamos reventados. Pero alegres los tres de haber hecho está labor y yo egoístamente feliz de a cada rato rozar a propósito a mi gata. Esa era la mejor paga del mundo.

Ella salió a despedirse, me agradeció y me dijo que realmente había sido de gran ayuda. Yo me llené de felicidad al escuchar de su boca ese halago. Me agaché y le dí un beso en su mejilla. Que ganas de pasar mi lengua por su cara y sentir el sabor salado que seguramente debe tener, pero solo me conforme con eso. Posar mis labios por segundos en su piel. Y sentir su olor. Esa mujer era un afrodisíaco, cada vez que la tenía cerca era peor. Quería todo de ella.

Gabriela, me tienes loco. Deberé ducharme con agua muy pero muy helada..🥵