Camila iba caminando bajo la lluvia luego de terminar con su novio. Cuando de repente un auto negro se detiene. La joven abogada sin experiencia terminará enfrentada a un debate de sus emociones tras enamorarse de un hombre que solo le trae dolor. Dos colegas que desean ser el único dueño de su corazón y una mujer que no deja de tomar decisiones apresuradas.
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Un gran dolor
Capítulo veintidós
Camila se sintió mal por lo que Lisandro le había dicho, pero no era lo que la ponía peor. En verdad se sentía muy mal. Unas ganas terribles de vomitar se apoderaron de ella y tuvo que ir al baño. Él la siguió, ya que estaba muy preocupado. Se pasó gran parte de la noche descompuesta, por lo que casi no hablaron.
—Toma este té. Te va a ayudar —dijo él, pero ella negó con la cabeza.
—No quiero nada —dijo molesta.
—¿Después de lo que hiciste aún te crees con derecho a enojarte? —le preguntó inquieto.
—Es que siempre me estás controlando y no me gusta. Ya uno de mis compañeros de trabajo sabe que ando con alguien con un BMW. Ni siquiera sé que quiere decir eso —dijo ella molesta.
Lisandro comenzó a reír. Era muy tierna, incluso cuando estaba ebria.
—Es un modelo de automóvil, que algunos suponen que es un lujo innecesario —le explicó él.
Esa noche se la pasaron tranquilos. Ella despertó en la madrugada y mientras él dormía comenzó a terminar lo que tenía que llevar a su trabajo por la mañana. Aprovechó que terminó temprano y le preparó el desayuno a Lisandro. Después llamó un taxi y se fue a trabajar. No sin antes dejarle una nota.
—Que tengas buenos días—
Ya en su trabajo comenzó a transcribir unos documentos cuando vio entrar a Leonel. Él la miró y sonrió.
—¿Qué tienes para decir hoy? —le preguntó ella quejándose.
—Nada, es solo que se nota que te gusta la ropa que llevabas ayer —le dijo y ella se dio cuenta de que no se había cambiado —. Parece que el amigo no te da respiro. Bien por ustedes.
Camila había sido una tonta. No se había dado cuenta de comer antes, cuando salió a beber con sus compañeras de trabajo. Tampoco se dio cuenta de volver a su casa a cambiarse. Además de que había dejado que Lisandro la viera borracha.
—¿Tuviste tiempo de terminar lo de ayer? —preguntó Leonel y ella, sin decir nada, le dio las hojas —. ¿Todo bien Cami?
—Sí, es solo que me duele un poco la cabeza —le indicó ella.
—Si sigues con dolor, vete a casa. Hoy es viernes, no hay tanto trabajo —le dijo él
Camila le dio las gracias y se puso a pasar unos documentos en limpio. Cuando terminó de hacerlo. Empezó a juntar sus cosas. Tenía que ir a casa, ya que se sentía mal. Una de sus compañeras la invitó a beber con ellas, pero le dijo que no podía. Otra le aseguró que una banda que a Camila le gustaba iba a tocar esa noche. Por lo que ella les aseguró, que si se sentía mejor las iba a llamar.
—Cami, estás pálida. ¿Todo bien? —preguntó Leonel preocupado por ella.
—Tengo sueño, y se me estalla la cabeza —dijo ella.
—¿Quieres que te alcance a tu casa? —le preguntó él, pero ella le dijo que no.
Sabía que era el día en que debía ver a Lisandro, por lo que iba a ir a su casa a dormir un rato para esperarlo con mejor humor.
—Bueno. Cuídate —le dijo él mientras la saludaba, ya que una de las chicas lo llamaba.
Camila fue directa a la cama. Se tomó una pastilla para el dolor de cabeza y trató de descansar. Lisandro la llamó a su teléfono.
—Hola —dijo ella entre dormida.
—¿Dónde se supone que estás? —le preguntó molesto.
Ella se había olvidado de avisarle que se había vuelto a casa temprano.
—Estoy en mi casa. Salí antes del trabajo —le dijo finalmente.
—Voy a buscarte ahora —dijo él y colgó.
Ella no sabía cuánto tiempo tenía, pero se dio una ducha rápida y se preparó. Quería verse bien para él. Además, no sabía si a la noche tendría un rato libre para ir a ver la banda que le gustaba.
Lisandro le envió un mensaje pidiéndole que bajara. Ella llegó hasta el automóvil y al subir le dio un beso en la mejilla.
—¿Qué tal el trabajo? —preguntó él.
En realidad, no le interesaba demasiado. Solo quería saber por qué había vuelto antes a casa.
—Bien, como siempre —dijo ella sin entrar en detalle.
En ese momento le llegó un mensaje de una de sus compañeras.
—¿Es importante? —preguntó él.
—Solo son mis compañeras. Quieren que salgamos esta noche —dijo ella sin darle importancia.
Aún no se sentía bien como para volver a salir. Prefería quedarse con Lisandro a solas.
Llegaron a su edificio y cuando Camila bajó del automóvil, él la arrinconó contra el coche.
—¿Por qué vas a salir con ellas? ¿Ya te aburriste de mí? —le preguntó molesto.
Camila no entendía a qué se refería. Ella no había dicho que iba a aceptar la invitación de sus compañeras. Le dijo y me apoyó contra una pared del estacionamiento.
—¿A caso todos los días piensas salir con ellas? —preguntó Lisandro molesto. No quería compartirla. Pero si tenía que hacerlo, prefería que no fuera a diario.
—Estás equivocado. Ayer no me respondiste, y supuse que no querías verme. Por eso hice planes —le intentó explicar, pero él no la dejó terminar.
—Entonces quédate conmigo —le indicó él de manera posesiva.
—¿Qué te está pasando? —le preguntó Camila molesta.
Se suponía que esto iba a ser algo relajado y ahora él venía con esas exigencias. Su cabeza comenzaba a dolerle de nuevo y tuvo que cerrar los ojos. Camila le pidió que la soltara, ya que se sentía mal, pero él volvió a insistir.
—Tal vez lo mejor sea que me lleves a mi casa —dijo ella; sin embargo, él pareció mucho más molesto—. No quiero discutir, no obstante, no me siento bien.
—¿No te sientes bien o estás buscando una excusa para irte con otra persona? —preguntó Lisandro y ella abrió los ojos. Estaba muy molesta.
Camila no iba a soportar que la tratara así, por lo que se soltó y sin decir más salió del estacionamiento. Los tacones le estaban molestando, así que se los quitó. Después de un par de cuadras logró tomar un taxi. Volvió a su casa furiosa. No iba a dejar que la tratara así. ¿Qué mierd* le estaba pasando?
Se tomó otra pastilla para el dolor de cabeza, se cambió y se maquilló. Se sacó varias fotos y se las mandó a él. Ahora sí iba a ver qué clase de chica era. No iba a ponerle una correa, ya que ella nunca había aceptado ser su perrita. Después de eso les escribió a sus compañeras y les explicó que no saldría por el hecho de que estaba muy cansada. Solo deseaba molestar a Lisandro. Unos minutos después él la llamó y discutieron.
Autora: Osaku
FELICITACIONES PORQUE EDITADA COMPLETA Y ERRORES ORTOGRAFICOS. Un poco repetidos los textos.SE NOTA QUE AUTO CORREGISTE LA NOVELA. Eso es responsabilidad.
VALORO QUE LAS NOVELAS LAS EDITES COMPLETAS. Eso es invaluable y sin errores ortográficos. FELICITACIONES.
Me gustan las novelas románticas.