Sinopsis:
En una ciudad donde los sueños y los secretos se entrelazan, dos hombres se encuentran en un camino lleno de amor, traición y autodescubrimiento. Tras un encuentro inesperado, Alex, un fotógrafo con miedo a vincularse, y Javier, un apasionado activista, son arrastrados a una intensa relación que desafía sus creencias, sus pasados y su propia identidad. Rodeados de amigos leales pero con problemas propios, y la presión de una sociedad que a menudo no entiende su amor, ambos deberán enfrentarse a sus demonios internos y decidir si están dispuestos a luchar por lo que realmente quieren.
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Capítulo 3: Primer Cita
La semana que siguió al emotivo encuentro en el parque se extendió entre conversaciones animadas y un hilo sutil de expectativa. Alex y Javier intercambiaban mensajes casi a diario, cada interacción sumando un nuevo ladrillo a la sólida conexión que construían. La idea de una cita formal surgió entre las risas y los guiños, hasta que una noche, Javier, con su típica sinceridad, lanzó la propuesta que había estado flotando en el aire.
"¿Qué te parece si tenemos una cena juntos? Me encantaría compartir una noche especial contigo", dijo con un tono de voz que dejaba entrever su nerviosismo.
Alex sintió una mezcla de emoción y ansiedad vibrar en su pecho. “¡Me encantaría!”, respondió casi al instante, dejando escapar una risa nerviosa. La sonrisa de Javier, iluminada por la pantalla del teléfono, solo intensificó sus sentimientos encontrados de felicidad y temor.
La noche de la cita llegó rápidamente, y Alex se sintió atrapado entre la expectativa y el miedo. Se preparó meticulosamente, eligiendo cada prenda con cuidado. Su mente giraba con preguntas. ¿Sería este el momento en que todo cambiaría? ¿Lograrían dejar atrás sus inseguridades? Cuando miró su reflejo en el espejo, vio a un chico un poco nervioso, pero decidido. Estaba listo para dar un paso adelante.
Cuando llegó al restaurante, un pequeño lugar con luces tenues y una atmósfera romántica, notó que Javier ya había llegado. Lo encontró en una mesa cerca de la ventana, rodeado de velas que titilaban suavemente. Su corazón se aceleró al ver cómo Javier miraba el menú, y notó cómo su rostro se iluminaba al verlo.
“¡Hola, Alex!”, exclamó Javier, levantándose para saludarlo con un abrazo informal, pero lleno de calidez. “¿Te gusta el lugar? Espero que no sea demasiado… cliché.”
A Alex le encantó el lugar. “Es perfecto”, respondió, sintiendo que su entusiasmo comenzaba a disipar un poco la tensión.
Ambos tomaron asiento y, mientras revisaban el menú, la conversación comenzó a fluir orgánicamente, como si estuvieran continuando una charla que se había interrumpido brevemente. Hablaron de sus platos favoritos, de su amor por la comida diversa, y al poco tiempo, decidieron hacer un pedido para compartir. Fueron eligiendo distintos platillos, riendo y disfrutando de los gestos exagerados que hacían al describir cada uno.
Mientras esperaban la comida, el ambiente íntimo les ofrecía un refugio perfecto para una conversación más profunda. Javier comenzó a abrirse un poco más, compartiendo sus experiencias de vida. “La verdad es que siempre he tenido dificultades para ser completamente yo mismo en mis relaciones”, dijo, intentando encontrar las palabras adecuadas. “El miedo a ser juzgado me ha seguido. A veces, siento que la gente no puede aceptar del todo lo que soy”.
Alex sintió un nudo en su garganta. “Lo entiendo. Para mí, ha sido un viaje avanzar a través del miedo y la inseguridad, especialmente en un ámbito como el arte. Hay una presión constante por cumplir con expectativas que otras personas imponen. A menudo, me encuentro dudando si mis ideas son válidas”.
Ambos estaban ahí, dejando caer barreras una a una, mientras compartían sus luchas y esperanzas. Las palabras fluyeron libremente, y la atmósfera se tornó cada vez más íntima. La velada no solo se centraba en una cena, sino en un intercambio genuino de experiencias y emociones. Las inseguridades que habían llevado durante tanto tiempo empezaron a desvanecerse en la conversación.
La cena llegó y comenzaron a degustar los platillos, cada bocado compartido haciendo que sus sonrisas se volvieran más brillantes. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable. Tanto Alex como Javier sabían que este momento era significativo; era la primera cita y, aunque las charlas eran maravillosas, la verdad acerca de sus sentimientos aún permanecía bajo una superficie delicada.
Mientras compartían el postre, una exquisita mousse de chocolate, Javier se inclinó hacia adelante y lo miró a los ojos. “¿Sabes? Me siento muy afortunado de estar aquí contigo. He disfrutado tanto de nuestra conexión”, dijo, y había una chispa en su mirada que hizo que el corazón de Alex latiera más rápido.
“Yo también”, contestó Alex, sintiendo cómo una mezcla de emoción y vulnerabilidad llenaba el espacio entre ellos. La atracción era innegable, pero algo más profundo se entrelazaba en sus palabras, en su mirada, en la forma en que sus manos casi se tocaban mientras la mesa se interponía entre ellos.
“Pero…” comenzó Javier, rompiendo el breve silencio que había caído. Una sombra de duda cruzó su rostro. “A veces me pregunto si también te asustan estas cosas. La idea de abrirse a alguien más, de permitir que entren en tu vida de una manera significativa”.
Las palabras de Javier resonaron en lo más profundo de Alex, evocando sus propios temores. “Definitivamente me asusta”, admitió. “Quiero explorar lo que hay entre nosotros, pero… tengo miedo de que no sea suficiente, de que no pueda ser lo que esperas”.
Una sincera vulnerabilidad flotaba entre ellos, un entendimiento tácito de que ambos compartían esos miedos. El aire estaba cargado, y era un momento frágil, como si estuvieran en el precipicio de algo grande. “A veces, siento que me estoy arriesgando a una caída que no sé si podré soportar”, dijo Javier.
“Pero a veces, los mayores riesgos traen las mayores recompensas”, respondió Alex, sintiendo una oleada de valor. Miró a Javier con determinación. “Quiero arriesgarme a conocer más de ti, de nosotros, aunque eso implique enfrentar mis temores. Eres alguien especial, y eso despierta tanto en mí”.
Las palabras se deslizaron entre ellos, como un puente que unía sus corazones, y por un momento, el mundo exterior desapareció. Sin embargo, la duda aún no se había disipado completamente. Había un eco de inseguridad que ambos llevaban en sus corazones, y esa voz interna les recordaba lo frágil que podría ser la vida.
Después de la cena, salieron del restaurante hacia un mundo iluminado por las estrellas. La noche era fresca, y un ligero viento acariciaba sus rostros. Javier tomó la mano de Alex de una manera natural, como si lo hiciera desde siempre. La calidez de su toque envió una oleada de electricidad por el cuerpo de Alex. La conexión era tangible y poderosa, pero los temores latentes seguían presentes en sus rostros.
Decidieron caminar por el parque cercano, donde el aroma de las flores nocturnas envolvía el aire. La música suave de la naturaleza acompañaba sus pasos, y las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos. Entre risas y silencios cómodos, la atmósfera se volvió cada vez más romántica.
Finalmente, llegaron a un pequeño claro iluminado por la luna. En medio de la oscuridad, Javier se detuvo y miró a Alex intensamente. Era un momento cargado de significado, una atmósfera que invitaba a un paso hacia lo desconocido. Con el corazón en la mano, Javier se acercó.
“¿Puedo hacer algo?”, preguntó Javier, su voz suavemente temblorosa.
“¿Qué quieres hacer?”, respondió Alex, sintiendo cómo su respiración se aceleraba.
Javier se inclinó levemente, buscando la aprobación de Alex, y en ese instante, un aire de anticipación llenó el espacio entre ellos. Sin más palabras, sus labios se encontraron en un beso que capturó todo lo que había sido dicho y no dicho. Fue un beso dulce y lleno de emoción, una expresión de lo que habían compartido esa noche, pero también un reflejo de sus miedos.
Sin embargo, al separarse, ambos sintieron la verdad de sus inseguridades. Había un temblor en el aire, como si la emoción del momento amenazara con desvanecerse. Las miradas que intercambiaron estaban llenas de preguntas, incertidumbre, pero también de la promesa de algo más.
“Wow”, murmuró Alex, sintiendo que su corazón casi se salía de su pecho. “Eso fue… increíble. Pero…”
“Sí, lo sé”, interrumpió Javier. “Ambos sabemos que hay mucho en juego. Por un lado, quiero seguir adelante, y por otro, tengo tanto miedo de ser herido”.
“Lo entiendo”, susurró Alex, su voz temblando con cada palabra. “No estoy seguro de lo que puede pasar, pero quiero explorar esto. Quiero conocerte más”.
Ambos sabían que, aunque el primer beso los había acercado, el camino por delante estaba lleno de (naturales) incertidumbres. Pero había un compromiso tácito en el aire, una promesa de que harían frente a esos temores juntos. En aquella noche estrellada, con el murmullo del viento como testigo, Alex y Javier tomaron un profundo respiro, listos para afrontar lo que vendría, paso a paso, con valentía y esperanza.
El Amor entre personas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, siempre ha sido muy criticado y mal visto,. Pero también hay quienes como ALEX Y JAVIER a pesar de sus miedos y certeza de que su Amor, no sería fácil de entender, tanto para sus familias como para amigos.
La vulnerabilidad de ambos, fue su centro y en base a eso lograron aceptar que lo más importante era estar juntos en todo y para todo.
AUTOR@ te FELICITO, he leído historias como esta pero en ninguna sea hablado de la aceptación personal. Gracias por compartir tu talento, inspiración y trabajo,, creo que es la primera historia de tu creación qué he encontrado, espero poder leer mas de tu inspirado talento!!!