Ivette Mora es una madre de dos hijos que prefiere pasar su vida sola, el maltrato y desamor que sufrió con el padre de sus hijos dejó huellas en lo más profundo de su ser, en una jugada del destino se cruza con Gustavo Martínez y viven una historia de amor plena. Pero un error hará perder la confianza, allí empezará la difícil tarea de reconquistar a su amor o dejar que todo se pierda.
Una historia de amores y desencuentros.
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Ivette decide darse una oportunidad de amar
Ese día después de responder a Gustavo que estaba ocupada, Ivette sintió un pequeño nudo en la garganta, para ella, sin darse cuenta Gustavo ya estaba en su corazón.
Decidió ese día juntarse en su casa con sus amigas Maru y Dayana.
—Amiga! ¿Cómo estás? — le dijo Maru con mucho cariño, dándole un abrazo apretado.
Ivette la recibió con alegría aceptando un presente que ella traía.
Dayana también la abraza y le dice —Amiga, te hemos extrañado mucho.
—Bienvenidas a mi casa!— fue una cena linda, maravillosa, alegre, junto a los hijos de Ivette. Luego sus hijos se fueron a descansar. Llegó el momento de hablar cosas más de adultos.
— ¿Cuándo vuelves a trabajar? Preguntó Dayana.
—En cuatro semanas más, eso estima el médico, ya que debo recuperar bien mis anticuerpos.
Dayana le dijo en tono de picardía — Necesitan un hombre que te renueve los anticuerpos — a carcajadas se reía contagiando su risa a Maru e Ivette.
—Daya por favor! - respondió Maru qué estaba sonrojada con lo que dijo Dayana.
Ivette permaneció en silencio después de reírse y Dayana le dice —Ah! Ya hay alguien Por ahí, por eso te has recuperado—Se reía más, ella tenía la particularidad de ser quien hace reír.
—Solo es un amigo.
—¿Y todavía nada de nada? - Preguntó Dayana —Haciendo una seña sexual muy sugerente.
—¡Dayi por favor! - le dijo Maru tratando de hacerla callar.
Al mismo tiempo Ivette le dijo ¡pero Dayi!
—Amiga, es hora que te den una buena sacudida, de feliz, vive el momento y no te Enamores — Le decía Dayana.
—Nooo — respondió Maru — debes conocerlo, estar segura que te gusta y que se quieren.
—Ay no que aburridas! Vivan el momento
Ivette estaba como en las caricaturas cuando un diablito le habla en un oído y del otro lado el ángel. Una decía que se anime a estar con alguien y otra decía, tomate el tiempo y sé cauta.
Fue una charla llena de risas y comentarios de todo tipo. Pasaron una cena tan agradable de pronto reían hasta que les dolía el estómago, hasta que tocó el teléfono de Maru, era su pareja que pasaba por ella y también se llevó a Dayana.
—Amiga nos vemos pronto, esperamos tu regreso — Dijo Maru al despedirse.
— Después nos cuentas como te va con tu "Amigo" — dijo Dayana siempre con su sonrisa encantadora.
Ellas tres eran esas amigas que siempre se necesitan en la vida, fieles la una a la otra, que se acompañan en todo, malos o buenos momentos, siempre tienen la mano extendida cuando sentían caer, si bien no era amistad de toda una vida, el cariño y fidelidad que se tenían era envidiable. Solían compartir una vez al mes ya sea una cena, un té o un desayuno fuera del entorno laboral, durante el tiempo que Ivette estuvo en tratamiento se había suspendido esta práctica, y esta era la primera junta después de la superación del cáncer.
Finalmente al despedirse Ivette se fue a descansar, no podía dormir, daba vueltas y vueltas pensando en Gustavo, recordaba las palabras de sus dos amigas, se reía sola de todo lo que había provocado contarles algo mínimo de Gustavo, ese día al pare er la voz del diablito fue más fuerte, decidió escuchar a Dayana y darse una oportunidad con Gustavo.
Decidió escribir antes de dormir "Extrañé caminar contigo"
Cuando vio ese mensaje Gustavo, sintió una gran alegría.