una misteriosa casa donde constantemente desaparecen las personas que entran en su interior.
Sara es una joven introvertida. a la que constantemente molestan sus compañeros de clases. un día, cuando camina sola de regreso a casa. se encuentra con un grupo de chicos que la llevan hasta la misteriosa casa del bosque donde como una broma. la hacen entrar para ver si es capaz de volver a salir.
ella y otro dos chicos se aventuran dentro de la casa. para descubrir que paso en realidad con todas esas personas que desaparecieron allí.
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capitulo 3: pantano
María trató de abrir la puerta, pero está no cedió - Ábrete - comenzó a golpearla con furia desmedida, déjanos salir.
- basta María - Mateo la aparto de la puerta de un jalón - eso es inútil no ves que no quieren dejarnos salir.
El chico también había comenzado a perder los nervios, pero trataba de disimular el miedo que sentía.
- ¿qué hacemos? - María lo miró con los ojos inundados en lágrimas, pero esto a él no le causo nada en absoluto. ¿qué había pensado cuando se fijó en ella? - se preguntó mientras la veía llorar. Era una persona egoísta y malvada. A la que no le importaba lastimar a otros.
Y lo había arrastrado con ella. A él, que solo la había acompañado porque pensaba que era la mejor opción que podría escoger.
Soltó un suspiro y se acercó a la puerta, examino el número que tenía 997. Debajo de este número había una pequeña cerradura que se camuflaba en la madera. Y unas palabras que apenas se veían "búscame, estoy en la habitación"
Cómo si entendiera, Mateo comenzó a mirar a su alrededor, pero el lugar estaba completamente vacío. - ¿qué haces? - Mariana levantó la mirada un tanto molesta al ver que él no la consolaba. Lo vio buscar algo en el suelo y también ella comenzó a buscar como si supiera de qué se trataba.
Ambos buscaron por largo rato hasta que la puerta por donde habían entrado, se abrió tras ellos.
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Sara se quedó de piedra cuando se encontró de frente con la mirada de los otros dos chicos, que la miraban con asombro.
Quiso dar la vuelta, pero la puerta se cerró, dejándola encerrada en la habitación, con los chicos que habían intentado matarla.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando cruzo miradas con María que la miraba con odio - ¿así que eras tú? - mateo se interpuso entre ambas pues las intenciones de atacar de María.
- yo...- Sara quiso decir algo, pero el miedo le impedía pensar con claridad
- ¿sabes como abrir esta puerta? - Mateo la miró sin expresión alguna, se sentía cansado y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de salir de allí. Incluyendo dejar inconsciente a María para que dejara de armar tanto lío.
Sara negó con la cabeza - no lo sé - María quiso decir algo, pero Mateo le lanzo una mirada de advertencia para que se mantuviera callada.
- dice que debemos buscar una llave. Justo aquí, en esta habitación - explicó el chico señalando lo escrito en la puerta.
- llave ¿te refieres a esta? - Sara tocó la superficie de madera de la puerta y allí casi invisible se podía distinguir una pequeña llave de color marrón. Sara trató de tomarla, pero María fue más rápida y antes de que pudieran detenerla, abrió la puerta y entro en la siguiente habitación.
Segundos más tarde se escuchó un fuerte grito del otro lado de la puerta - María - Mateo corrió hacia la puerta que continuaba abierta y también entro, seguido por Sara que no quiso quedarse sola en ese lugar.
La siguiente habitación estaba oscura, y no había manera de saber como era el lugar, ni mucho menos donde se encontraba María.
- busca el interruptor de la luz - Mateo se pegó a la pared para moverse hacia donde se escuchaban los lamentos de María. Pero le resultó un tanto complicado, ya que cada pocos segundos sus manos se tocaba con algo viscoso. Sara por su parte, se sentía cada vez más asustada y no dejaba de retroceder hacia la puerta, por donde habían entrado.
De repente, el lugar se comenzó a llenar de una luz opaca. Dándoles una mejor visión del sitio. Tanto, Sara como Mateo contuvieron un grito de terror.
No se trataba de una habitación, sino más bien de algo semejante a un pantano.
- ayuda - María se encontraba en medio de unos animales similares a babosas, que comenzaban a subir por sus piernas.
- ¿por qué no se mueve? - Sara se preguntaba que le impedía salirse de allí, hasta que vio con horror, que detrás de María había otra criatura de mayor tamaño. Que la mantenía sujeta con una especie de cuerda viscosa semitransparente que salía directamente de su cuerpo.
- asqueroso - Sara trato de abrir nuevamente la puerta, pero está se había quedado en blanco y no había rastro de la pequeña cerradura, ni de su llave.
- cuidado - Mateo trato de acercarse a María, pero también fue capturado por la babosa gigante. Que ahora extendía sus tentáculos semitransparentes hacia los pies de Sara.
Ella consiguió esquivarlo por muy poco, cayendo al húmedo suelo, las babosas más pequeñas comenzaron a arrastrarse hacia ella. Sara examinó rápidamente el lugar, buscando otra salida. Y vio con horror como más babosas emergen del agua de pantano.
Quiso gritar, pero nuevamente la voz de su hermana la animó a ser valiente - no temas Sara, busca la puerta.
-¿cuál puerta? - ya se estaba cansando de eso y solo quiso darse por vencida. El dolor en su cabeza no desaparecía y cada vez era más fuerte. Levantó los ojos hacia los dos chicos que continuaban pidiendo ayuda a gritos. Y entonces la vio, una puerta violeta con el número 996 - ¿cómo se supone que voy a llegar hasta allí?
Su respiración se agitó y su cerebro se puso a trabajar, buscando la manera de acercarse a la puerta sin ser atrapada.
- listo lo tengo - no sabía si su hermana la escuchaba o no, aun así, le pidió que la guiara hacia la salida.
Corrió con todas sus fuerzas, esquivando a las babosas que trataban de subirse a sus zapatos y cruzando sin ningún cuidado junto a María y Mateo que la miraron alejarse con rumbo a la salida.
- no vas a ayudarnos - grito María histérica al ver como sin ningún esfuerzo, Sara abría la puerta. Una luz cegadora atravesó la entrada que se acababa de abrir, iluminando todo el lugar como un gran sol. las babosas comenzaron a retroceder de vuelta al agua, para refugiarse.
Sara tuvo que cubrirse el rostro. Pues la luz era tan brillante que incluso con los ojos cerrados, le era imposible estar de pie allí.
Una vez libre Mateo corrió hacia ella y la aparto, cerrando la puerta de golpe.
El lugar volvió a quedar semi - oscuro y por fin Sara pudo abrir los ojos, que dolían por la exposición a la luz - no vallamos por allí.
- ¿y entonces por dónde? - María se acercó a ellos con los brazos cruzados, y cara de poker - no ves que esa es la única salida que tenemos, es que no ves que esas cosas pueden regresar en cualquier momento.
- si, pero...- Mateo quiso discutir con ella, pero Sara que ya no soportaba más el dolor de cabeza, lo detuvo.
- que tal si buscamos otra puerta - molestos por no poder discutir en paz Mateo y María asintieron y comenzaron a buscar. mientras buscaban la salida evitaron a toda costa ser atrapados nuevamente por las pequeñas babosas que volvían a salir del agua
- allí está - por fin Sara encontró el número que buscaba, la puerta número 995, era verde como el agua del pantano, y en su superficie estaba pintada la imagen de la criatura gigante que los había atacado cuando entraron a la habitación.
Trataron de abrirla, pero está no tenía picaporte. Solo una ranura dónde debían colocar algo dentro.
- eso es asqueroso - grito María asqueada al entender de que se trataba.
Los otros dos la miraron confundidos - hay que ver lo tontos que son. No es obvio lo que hay que hacer.
Los chicos continuaron en silencio sin entender nada.
- olvídenlo - María comenzó a buscar algo en el suelo. Y Sara la imitó sin saber que buscaba en realidad.
-¿qué buscan?- Mateo noto que nuevamente se acercaban las babosas y el pánico lo atrapó. Comenzó a desesperarse y entonces lo vio, una babosa exactamente igual a la gigante, pero está era más pequeña -oooh- fue allí que lo entendio.
Corrió hacia la babosa y tomándola entre sus manos, la estampó contra la puerta y está se desintegró, convirtiéndose en una masa viscosa que se deslizó hacia la ranura y fue absorbida por esta. La puerta se abrió, pero justo la babosa gigante apareció furiosa, dispuesta a matar a los asesinos de su bebé.
- corran, rápido - Mateo tiro de las chicas y juntos cruzaron la puerta.