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El Fin Justifica Los Medios

El Fin Justifica Los Medios

Status: En proceso
Genre:Romance / Arrogante / Amor-odio / Duque
Popularitas:26.3k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Arane

Lisel, la perspicaz hija del Marqués Luton, enfrenta una encrucijada de vida o muerte tras el súbito coma de su padre. En medio de la vorágine, su madrastra, cuyas ambiciones desmedidas la empujan a usurpar el poder, trama despiadadamente contra ella. En un giro alarmante, Lisel se entera de un complot para casarla con el Príncipe Heredero de Castelar, un hombre cuya oscura fama lo precede por haber asesinado a sus anteriores amantes.

Desesperada, Lisel escapa a los sombríos suburbios de la ciudad, hasta el notorio Callejón del Hambre, un santuario de excesos y libertad. Allí, en un acto de audacia, se entrega a una noche de abandono con un enigmático desconocido, un hombre cuya frialdad solo es superada por su arrogancia. Lo que Lisel cree un encuentro efímero y sin ataduras se convierte en algo más cuando él reaparece, amenazando con descarrilar sus cuidadosos planes.

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Capítulo 3. Mercado

Margaret Luton se encontraba desayunando en el amplio comedor principal, un espacio adornado con lujosos tapices y muebles antiguos que resaltaban la riqueza de la familia.

Con un gesto imperioso, llamó a Lisel para hacerle compañía. A pesar de no haber dormido nada debido a su escapada nocturna, Lisel se sentía extrañamente enérgica.

—Siéntate, desayunemos juntas —propuso Margaret con una casualidad que no lograba disimular su autoridad inherente.

Desde su infancia, Lisel había padecido estos desayunos. Su padre, entonces lúcido, solía pensar que eran momentos para fortalecer el vínculo entre madre e hija. Pero en realidad, eran tortuosos para Lisel.

Cualquier error, real o inventado, era severamente castigado, y las constantes críticas a su apariencia la dejaban sin apetito. Esta mañana no era diferente, pero Lisel se consolaba pensando en su reciente osadía. Un as bajo la manga que su madrastra nunca sospecharía.

—Mañana será el Baile Real anual—comentó Margaret, degustando con deleite su pan con mermelada de moras y peras.

Lisel optó por no comer, consciente de las consecuencias si lo hacía. La marquesa, notando su silencio, se levantó y colocó sus manos sobre los hombros de Lisel.

—Espero que estés a la altura. Ha sido difícil lograr una oportunidad tan grandiosa.

Lisel apretó los puños, conteniendo su frustración.

—Sí —respondió apenas, y entonces sintió las uñas de Margaret clavándose en sus hombros.

Sabía por qué.

—... madre —susurró Lisel, y el agarre se aflojó.

El resto del día Lisel lo pasó atendiendo los asuntos administrativos de la mansión, sin ayuda de las criadas. Entonces, Deysi irrumpió en la habitación.

—¡Señorita! Oh, Dios, estaba tan preocupada —exclamó Deysi, cerrando la puerta tras ella.

—Lamento no haber venido antes.

Lisel sonrió.

—Tranquila, Deysi —respondió, agradecida por la preocupación de su amiga.

Deysi había sido la única en apoyar su plan de escapada nocturna, aunque al principio se mostrara reacia.

—Ni se lo imagina, señorita, ni pude dormir. La criada mayor me asignó un sinfín de tareas al amanecer —confesó Deysi, visiblemente exhausta.

Deysi, dos años mayor que Lisel, se había convertido en su criada principal y única amiga dentro de la mansión. Comenzó su labor para los Luton a los once años, poco después de perder a sus padres en una terrible epidemia de gripe que había devastado el territorio.

La dolorosa pérdida, similar a la que Lisel había sufrido años antes, las unió rápidamente en una amistad profunda y sincera.

Siempre amable y genuinamente preocupada por Lisel, Deysi se había convertido en mucho más que una simple criada. Era una verdadera amiga y aliada en un hogar donde la calidez y el cariño eran inexistentes.

Cuando Margaret, en un acto de control y desdén, ordenó que todas las sirvientas dejaran de atender a Lisel excepto una para mantener las apariencias, Deysi no dudó en ofrecerse voluntaria.

Su lealtad inquebrantable y su deseo de estar al lado de Lisel en tiempos difíciles demostraban la fuerza y la profundidad de su vínculo. En un mundo lleno de intrigas y soledad, Deysi era un faro de apoyo y comprensión para Lisel, algo que ella atesoraba por encima de todo.

—Gracias por entenderme y ayudarme a escapar sin ser vista, Deysi —dijo con calidez y sus ojos reflejando gratitud.

—Sé que has estado preocupada por mí, pero todo ha salido bien.

Había un tono de alivio en su voz, mezclado con un toque de emoción. El Baile Real estaba a la vuelta de la esquina. Un evento que marcaría un punto de inflexión en sus planes.

—El Baile Real es mañana. Debemos ir al mercado central a recoger mi pedido —continuó Lisel, su mente ya trazando los detalles de lo que debía hacer.

Castelar era la cuna de la nobleza, residencia de la realeza y la capital del Reino de Castella.

Castella era un país peninsular con siglos de historia. Su vasto territorio se extendía desde el frío norte, en las alturas de montañas nevadas, hasta las costas del sur.

El norte, único paso terrestre hacia otros territorios, estaba protegido por guerreros valientes y leales, evitando la invasión de bárbaros.

Lejos de territorios belicosos, la riqueza de Castelar como capital de Reino, no solo radicaba en su posición estratégica, sino también en su comercio de telas y diamantes preciosos, muy cotizados en otras tierras.

A lo largo de su historia, Castella había sido gobernado desde Castelar por reyes poderosos y estrategas. Pero el actual monarca, Leopold Lanverd, había llevado al país a una crisis económica. Y su hijo, el Príncipe Heredero, Teodor Lanverd, amenazaba con ser aún peor.

Su ascenso al trono podría significar la ruina total de todo el país.

Lisel y Deysi paseaban por el ajetreado centro del mercado de Castelar. Un mosaico de comercios ambulantes y elegantes tiendas. Mientras las voces de los mercaderes y los sonidos de la capital llenaban el aire. Lisel se sentía abrumada por la efervescencia de vida a su alrededor.

—Enseguida vuelvo, señorita —anunció Deysi con un tono resuelto, recibiendo un saquito pesado de monedas de oro de manos de Lisel.

—Ve con cuidado —le instó Lisel con un leve matiz de preocupación en su voz.

A ella misma le era imposible recoger su pedido en la armería. Si algún curioso la veía entrar, se desatarían rumores inoportunos.

Observando cómo Deisy se perdía entre la multitud, Lisel se envolvió en sus pensamientos, sintiendo una sutil inquietud. La plaza, un tapiz de colores y bullicio, parecía girar a su alrededor. Mientras esperaba, reflexionaba sobre los riesgos de sus actos, consciente de las posibles repercusiones.

De repente, un golpe en su hombro la sobresaltó, haciéndola tambalear.

—Mis disculpas, bella dama —se apresuró a decir un joven caballero.

Su uniforme negro bordado con hilos de oro reflejaba su posición como Guardia Dorada de Castelar. Era el cargo más alto entre los caballeros encargados de mantener el orden en toda la capital.

—No hay motivo de inquietud —respondió Lisel, con una cortesía distante.

El joven se presentó como Kevin e intentó entablar conversación, pero el desinterés de Lisel era evidente.

Justo entonces, un alboroto estalló en un puesto cercano. Un comerciante gritaba airado mientras su mercancía de frutas exóticas se esparcía por el suelo. El caballero de la Guardia Dorada se excusó y se dirigió al tumulto.

A lo lejos, un individuo con una capa oscura, que había causado el revuelo, observaba a Lisel mientras mordisqueaba una manzana verde. Sus ojos grises destellaban con una curiosidad penetrante. Después, se alejó con agilidad, desvaneciéndose entre la multitud de compradores.

Lisel, al distinguir la silueta de la capa en la distancia, sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Era idéntica a la que llevaba aquel misterioso hombre la noche anterior.

"Qué ridículo" se regañó mentalmente, intentando despejar la idea de que pudiera ser más que una coincidencia.

"Es solo una capa, debe haber muchas iguales".

No obstante, algo en la manera en que aquella figura se alejaba, con un andar firme y decidido, despertaba en ella una sensación inquietante, un nerviosismo que no podía sacudirse.

—Señorita Lisel, ya estoy de vuelta —anunció Deysi con una sonrisa, acercándose a ella.

Su semblante irradiaba el alivio de haber completado su tarea.

—Vámonos a casa.

—Aún hay un lugar al que quiero ir —respondió Lisel, señalando hacia una librería cercana con una fachada antigua.

Al entrar, el bibliotecario de ojos claros y cabello canoso las recibió con una sonrisa acogedora, su rostro se iluminó al reconocer a Lisel.

—Señorita Luton, mucho tiempo sin verte. ¿Cómo ha estado? —su voz era cálida, mezclando familiaridad y respeto.

Tras intercambiar cortesías y anécdotas ligeras, el hombre se animó:

—Creo que tengo el libro perfecto para ti. Aunque, para ser honesto, no queda otro. Creo que ya ha leído todo lo demás.

—Tratamiento y cosido de heridas profundas —leyó Lisel en voz alta al ver el título.

Sus ojos brillaron con un interés genuino.

—Es perfecto —afirmó con una sonrisa sincera.

—Realmente me preocupa que te interesen tanto estas labores médicas desde pequeña —comentó el bibliotecario, con una mezcla de admiración y preocupación en su tono.

—Es simple curiosidad —respondió ella, manteniendo la sonrisa.

Aunque el bibliotecario no parecía del todo convencido, le devolvió la sonrisa con afecto.

—Ah, y también quiero algunos libros sobre hierbas medicinales —añadió Lisel, su curiosidad despertando aún más interés.

—¿Herbología? —el hombre ajustó sus gafas, claramente sorprendido.

—Nunca pensé que le interesaran las labores de fitoterapia, señorita Luton.

El bibliotecario, aún desconcertado, seleccionó cuatro voluminosos libros y los describió brevemente: uno sobre remedios para la gripe y otros síntomas del frío, otro explorando el uso de plantas para aliviar dolencias musculares, un tercer volumen centrado en el rejuvenecimiento de la piel mediante hierbas, y el último, que captó especialmente la atención de Lisel, trataba sobre venenos y antídotos.

—Me llevo los cuatro —declaró Lisel con decisión.

Al volver a la Mansión Luton. Lisel entregó los libros a Deysi con una instrucción precisa.

—Envía estos libros a Lucas y dile que preste especial atención al de venenos y antídotos.

Lucas, el hermano menor de Deysi, era un prometedor talento en el estudio de las propiedades y las aplicaciones medicinales de las plantas y sus extractos. Cursaba su formación en una renombrada academia sobre recursos terapéuticos en la zona sureña de Castelar.

Un lugar donde el cálido sur se encontraba con el mar. Desde la muerte de sus padres, Deysi había trabajado incansablemente para financiar los estudios de Lucas, quien había mostrado un talento innato para la herbología.

Lisel compartió con Deysi el significado detrás de la elección del cuarto libro. Explicándole la importancia que tenía para ella y el particular pedido que quería hacerle a su hermano esta vez.

Aunque no conocía a Lucas personalmente, confiaba en su habilidad. Los remedios para dormir que Lucas enviaba, fruto de sus estudios, eran extraordinariamente efectivos. Aliviando su propio insomnio causado por las presiones de su vida.

Deysi mantenía una comunicación seguida y cariñosa con su hermano a través de cartas que enviaba a la academia. La sirvienta siempre esperaba con ansias las respuestas de su querido hermano. Plagadas de noticias y anécdotas de su aprendizaje como herborista.

Su admiración y amor por él eran evidentes en cada palabra que escribía y en cada historia que compartía con Lisel.

Para Lisel, era conmovedor ver cómo Deysi y Lucas, separados por gran distancia, mantenían una relación tan estrecha y llena de cariño. Esta unión fraternal le hacía reflexionar sobre su propia familia, que, a pesar de vivir bajo el mismo techo, carecía de calidez y cercanía.

Mientras estaban en la intimidad del dormitorio de Lisel, Deysi le entregó una caja plateada.

Al abrirla, reveló una hoja fina y brillante, delgada como el papel, su tamaño no mayor al dedo índice de Lisel.

—Aunque no lo parezca, está extremadamente afilada en este lado —explicó Deysi, refiriéndose a la hoja.

Lisel, con apenas un roce, se cortó el dedo. Una sola gota de sangre cayó al suelo, y Deysi se apresuró por un paño, alarmada.

—¡Señorita! ¡tenga cuidado, por favor! —exclamó con preocupación.

—Deysi, es perfecto —sonrió Lisel, admirando la hoja y contemplando las posibilidades que esta representaba.

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JERITSABELA
Margaret es una Putibruja
JERITSABELA
Llore con este capítulo 😢
JERITSABELA
Demasiado bueno todo como lo gas venido desarrollando. Para que queremos leer más de lo mismo... Cuando en esta historia podemos tener romance pasión complicidad misterio terror sangre intriga venganza amistad lealtad y pare de contar. SIGUE COMO VAS ESCRITORA QUE VAS BIEN 👍 y gracias
JERITSABELA
Siento pena por Lisel pero se que es u a estrategia del Duque
DMGA
Cuando caiga esa p$rr$ quiero que sea a lo grande. Ni para ser madre sirve la sucia de Margaret.
José Blanco Suárez
Me encanta,mucha intriga 😊
Betzy Moises
Excelente
Gladys Zapata
mmmm alguien está en problemas
Gladys Zapata
uyyy ésto se va a poner bueno cuando Alaric se entere de la verdad
Conxi Js
Se podía sentir el dolor de los latigazos y la calidez como Alaric la cuida...solo espero que Margaret acabe en el infierno por lo que le ha hecho a la pobre Lisel 😓 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Conxi Js: /Heart//Rose/
Conxi Js: /Rose//Gift//Good//Heart/
total 2 replies
Marsi
Ya no más dolor para ella.
DMGA
Espléndido, vulnerable, reconfortable y muy emotivo (aplausos 👏🏻👏🏻).
Hay mucho romance entre líneas, no se lo han dicho abiertamente pero él se lo demuestra.
Adoré este capítulo, lloré y me transporte a esa habitación.
Gracias 🫂
DMGA
🤦🏻‍♀️
DMGA
déjate cuidar cariño, por favor
DMGA
cómo le dijo Missandei a la Khaleesi: Dracarys. Que malo TODO 😡🔥
DMGA
Que bello, se siente culpable.
DMGA
😭😫
DMGA
Estoy tan sensible, lloro por Lisel, lloro por ese abrazo que mi precioso Duque le quiere dar y no puede.
DMGA
Lo adoro
DMGA
Dios, estoy segura de que se muere por abrazarla pero al mismo tiempo debe estar fuerte para ella.
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