Rebecca Holter es una mujer cuarentona que tuvo que terminar de criar sola a sus hermanos.
Antoine Dumont es un hombre lobo sexy y vanidoso que tendrá que aprender a amar, más allá de las apariencias.
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Anhelos
Las personas solemos tener sueños, que a lo largo de nuestras vidas, vemos si cumplimos o simplemente se quedan solo en eso, utopías que nunca pudieron ser. Becca siempre tuvo un sueño, era montar una pequeña librería donde los lectores pudieran hallar todo tipo de libros y tomar un café. Ese siempre ha sido su sueño secreto, desde que sus hermanos se independizaron, comenzó a ahorrar para cumplir su meta.
Había ahorrado cada dolar, privándose hasta de ropa. Es por eso que siempre usaba esa ropa de pacas, que la hacían ver desaliñada y para nada sexy.
- Hola hermana! - saluda Phil entrando a la cocina y sirviéndose una taza de café recién hecho. El de su hermana era el mejor - Becca, Lucile y yo queremos hablar contigo de...
- Si es nuevamente esa idea ridícula de buscarme un pretendiente ¡No! - pone un alto a la conversación.
- Pero hermana...
- ¡No! He dicho que no estoy interesada... ¿acaso tengo un letrero que dice ''Estoy urgida''? - realmente le molestaba que quisieran meterse en su vida íntima, bueno, realmente no había vida íntima - no estoy interesada en nada romántico, así que por favor, dejen ese asunto por la paz, o me iré a vivir lejos.
Salió de la cocina y subió las escaleras, hoy iría al banco a retirar por fin, todos sus ahorros. Ya tenía pactado el local donde estaría la librería, también había conseguido los proveedores de libros, solo faltaba firmar los papeles para poder entregar el dinero.
Se quitó la ropa frente al gran espejo de su baño, se miró de pie a cabeza. Su imagen reflejaba a una mujer hermosa con una piel impecable y buenas curvas. Aún era deseable, aunque muchas veces pasaba desapercibida.
- Algún día conocerás a ese galán que te quitará toda esa telaraña ahí abajo - se dijo así misma.
Para Antoine las cosas eran diferentes, había perdido las ganas de soñar desde que su amada había muerto a manos de los cazadores. Ahora solo buscaba satisfacer su cuerpo, ya que su alma se hallaba muerta.
Todo lo material, lo tenía, son 2.280 años enriqueciéndose. Su manada era supremamente rica, no en vano era alfa de alfas. Pese a todo eso, para él, los suyos eran lo primero, era un alfa muy querido y respetado.
Las mujeres caían rendidas a sus pies, tanto humanas como lobas ¿y quién no caería ante sus encantos?, si con sus 1.90 cms de altura y ese porte de hombre malo en traje formal, le daban un plus de belleza singular. Para las humanas era un cuarentón ridículamente guapo, en cambio para las lobas era un sexy lobo milenario. Como sea, en ambos mundos, Antoine llamaba la atención de cualquier mujer.
Gretta era quien más lo había disfrutado, aunque esta loba se creía la Luna de lunas por ser quien más compartía cama con el licano, creyendo por esto que todos debían rendirle pleitesía. Cabe aclarar, que este comportamiento solo lo tenía cuando el lobo no se encontraba en la manada.
Antoine mira la gran ciudad desde el ventanal de su oficina, busca, pero no sabe que exactamente busca. Su lobo, Eón últimamente está ansioso, pero como si predijera algo que va a ocurrir en los próximos días.