Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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El pasado
Rodrigo Sáenz nació en casa, sus padres eran los empleados domésticos de la familia De Aragón, pese a las condiciones en las que nació, sus padres tenían que trabajar para no perder el empleo. Desde niño, a Rodrigo le enseñaron que su valor en este mundo es igual a cero, que su destino es servir, aguantar y callar, le era prohibido reclamar o decir cosas malas a espaldas de la mano que le daba de comer.
Enrique, el único descendiente de los De Aragón, era su amo, un par de años mayor que Rodrigo, a él le enseñaron que un niño de la nobleza debe ser servido y que Rodrigo estaba a su disposición. A Enrique todo le estaba permitido, cada mal que hacía era Rodrigo quién recibía castigo. Enrique disfrutaba de cómo se castigaba a su sirviente por culpa de sus mentiras.
Rodrigo iba a la escuela pública, como hijo de sirviente solo podía ir al colegio de gobierno y le prohibieron enfermar, ya que debía cuidar de Enrique. Pero Rodrigo conoció a una amiga, la única que le daba apoyo cuando él estaba triste; esa amiga era nada más y nada menos que Laura Olguín.
Laura Olguín era una niña risueña y rubia, ojos grandes y azules, sus padres eran adoptivos, a ella nunca le ocultaron la verdad debido a sus rasgos tan diferentes con el resto de la familia, pero la criaban con cariño e igual ella, les tenía cariño porque le daban la oportunidad de seguir viviendo y de recibir de todo para que tenga una buena educación, hasta tuvo una maestra que venía de su país de origen para que no pierda la esencia de su cultura nórdica. Laura quería mucho a su amigo Rodrigo y quiso ayudarlo.
- Mamá, papá, mi amigo Rodrigo siempre está triste por qué lo hacen trabajar y no puede tener amigos ¿Puedo ir a verlo?
- Laurita – papá le habla con cariño - entendemos tu preocupación, pero no hay nada que podamos hacer.
- Yo me encargo de hablar con el señor De Aragón.
- ¿De Aragón? – ambos padres están asustados.
- Sí, además papito, ya tengo pensado lo que tengo que decir. Iré a ver a Rodrigo todos los sábados. Cuando sea más grande iré más seguido, su amo Enrique es malo con él y tengo que darle su lección.
- ¡Ten cuidado hija! – la mamá está muy preocupada - los De Aragón son personas muy poderosas. Hay que evitar los problemas, tengo miedo de que algo te vayan a hacer. Eres nuestra única niña. – mamá abraza con ternura a la niña.
- Querido papito, tú me has enseñado de que las niñas buenas deben hacer el bien sin mirar quién, pero yo voy a ayudar a Rodrigo porque él es mi amigo. Somos niños, no tenemos por qué trabajar como empleados y recibir castigos por las mentiras de otros.
- ¡Ay, pequeña! Que Dios te proteja siempre.
- Papá, tengo siete años, ya no soy bebé y soy grande, casi alta como tú.
Esa fue una conversación entre Laura y su papá de corazón, Ulises Olguín. Ella tuvo éxito por su ingeniosa mentira bien preparada para salvar a Rodrigo, sino que, a los ojos de Enrique era hermosa y fue él mismo quien autoriza la entrada de Laura a su residencia.
Con el pretexto de que tenían trabajo de grupo y estudiar para los exámenes, Laura venía todos los sábados, Enrique no podía hacer nada contra ella, era su debilidad.
- ¡Rodrigo! – le ordena – ¿No vas a dejar sin refresco a tu visita? ¡Que descortés!
- Joven De Aragón – Laura se ponía firme – no ve que estamos estudiando. Si tanto le preocupa que yo pueda quedar bien atendida, traiga usted dos vasos, por qué yo tengo una botella de agua.
- Rodrigo es mi sirviente, él sabe cómo atender a la visita, ese es su trabajo.
- Yo estoy visitando a Rodrigo, no a usted. Por favor no nos distraiga más.
- A mí nadie me da órdenes.
- Estamos ocupados, no moleste.
Discusiones como estas tenían los dos, no eran todos los sábados, pero Enrique hacía lo posible para verla. Para él era una necesidad verla y discutir, era vital mirar esos grandes ojos azules y melena rubia, cualquier excusa era válida para dejar de hacer sus cosas, muchas veces se escondía y quedaba en silencio contemplando los delicados rasgos de Laura.
En la época de la escuela secundaria, Laura venía con más frecuencia, conforme se hacía el desarrollo, Enrique quedaba más y más embobado. Fue una tarde que le hizo una propuesta de salir, esa propuesta se la hizo poco después de que la madre de Rodrigo cerrara los ojos. Escuchar esa propuesta partió el corazón de Rodrigo y es en ese momento que él abandonó la casa de los De Aragón. Ese lugar le trae muchos malos recuerdos, los únicos días bonitos eran los sábados, porque Laura venía a estudiar con él, es más, ella le enseñaba lo que su maestra particular le enseñaba. Rodrigo tenía otra manera de ver las cosas.
Laura es una joven muy cultivada, aunque rebelde algunas veces, pero Rodrigo no terminó la escuela y se fue a vivir en casa del maestro tapicero, el señor Antonio Surco, quien lo aceptó en su casa y le enseñó el arte de hacer muebles desde cero hasta el acabo sobre la madera. Desde ese día, que Rodrigo se fue, Enrique nunca supo más de él, pero Laura lo encontró y lo guardó como secreto.
Enrique invitaba a salir a Laura, y los dos se fueron conociendo y enamorando, pero ojos malvados los vigilaban, era la prima de Laura, Sara Montalván. Quién se encapricha de ser su novia al llegar al punto de convertirse en obsesión.
Laura guardó su secreto de ser la hija adoptada de los Olguín, para que nadie se burle de ella y nadie ofenda a sus padres adoptivos quienes con tanto cariño la crían, así mismo, guardó en secreto que una maestra particular venía a profundizar sus clases especiales.
Rodrigo aprendió rápido los gajes el oficio, en pocos meses ya tenía sus primeros clientes, sus primeros contratos, sus primeros sueldos. Laura seguía recibiendo clases especiales, hasta convertirse en una señorita muy atractiva a los ojos de Enrique, éste último, se ha esmerado por conquistarla cada día, competía duramente contra otros rivales en la escuela y se mantuvo hasta en la facultad, hizo de todo para impresionarla.
Poco después de su graduación, Enrique le propone matrimonio a Laura, ella acepta sin saber que Rodrigo también la tenía en su corazón y que al enviar su tarjeta de invitación el corazón del humilde tapicero se le hizo pedazos.
Rodrigo cuando va de visita a casa de los Olguin