Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Conociéndose
Capítulo 20
Valeria y Luis caminaban por el jardín mientras conversaban sobre sus gustos, a ella le parecía sorprendente que se interesara por saber hasta el más mínimo detalle sobre ella. No entendía cómo un hombre tan atento, podía ser ese demonio que todos decían que era.
—Me gusta la buena literatura, montar a caballo e involucrarme con la siembra de la caña cada temporada. Todos los años que estuve lejos de México estuvieron llenos de nostalgia, al final solo regresamos mi madre y yo. ¿Además de más tareas cotidianas de una dama?¿Que más te gusta?—
—Me gusta la costura, bordar, tejer, etc. hago ropa para los niños del orfanato, incluso ahorita estaba tejiendo un suéter para un niño que acaba de llegar. También compró telas para hacer ropa para Irene y las muchachas que nos ayudan con el servicio, pensaba trabajar de costurera cuando nos quedáramos en la ruina. También aprendí a cocinar, mi nana me ha enseñado todo.—
—Veo que te gustan mucho los niños, sobre todo convivir con los menos afortunados.—
—Si, debemos ayudarnos los unos a los otros, pienso que soy muy maternal, porque nunca tuve una madre cariñosa, siempre he estado necesitada de ese amor. Está mal que lo diga, pero mi madre siempre me ha rechazado.—
Luis pudo ver en la mirada de su prometida una gran tristeza, ahora entendía porque lo había aceptado, al aceptar casarse con él estaba pidiendo la aprobación de María Luisa además de salvar a su padre de la ruina. Luis tomó su mano, ella se sorprendió sin embargo no lo rechazó.
—Sabes Luis, siéntete afortunado de tener una madre como Gertrudis. A ella no tienes que hacer mil cosas para llamar su atención, ella te adora.—
—Se perfectamente que cuando nos casemos, ella te va a querer como una hija.—
—Yo la voy a querer como a una madre.—
Luis sin saberlo estaba perdiendo el piso, Valeria era diferente a las mujeres de la aristocracia, era divertida, dulce y tenía un alma caritativa, sobre todo no era hipócrita o frívola. Era imposible para Luis ignorar todo eso, ella lo hacía sentir tranquilo algo que no pasaba en todo ese tiempo. Incluso lo hacía olvidar su absurda venganza, minutos después pasaron al comedor para cenar con la familia de Valeria.
—¿Loreto no cena con nosotros?—preguntó Luis
—No, ella ha decidido cenar en su habitación. Me pidió que la disculparas.—respondió María Luisa
—¿Como te fue en esta zafra?—preguntaba Rómulo.
—Este año fue muy abundante, sin duda vamos a cubrir la demanda de azúcar.—respondió Luis
—¿Han pensado en el viaje de bodas?—preguntó María Luisa
—Lo común es que vayamos a Europa, pero pienso que no es prudente. No quiero arriesgar la salud e integridad de Valeria.—respondió Luis
—Coincido con Luis, es mejor si hacen el viaje después.—agregó Rómulo
—También coincido con Luis, además tengo miedo de viajar en barco.—dijo Valeria
—Además los caminos hacia el puerto de Veracruz están bastante peligrosos, además escuchamos que el ejército francés marchará a puebla para dar la última batalla contra los republicanos. Si son derrotados, se acabará el imperialismo en el país.—agregaba Luis.
—Si, también se presume que el emperador será enjuiciado y ejecutado.—agregaba Rómulo
—Es lo mínimo que se merece por tanta sangre derramada por su causa.—Luis recordaba el asesinato de su hermano.
Terminaron de cenar, después Valeria acompañó a Luis hasta su carruaje, pero antes de marcharse Luis abrazó a Valeria. Aunque no lo esperaba ella le correspondió, después Luis besó su mano para despedirse. Valeria observaba como se marchaba antes de entrar de nuevo a su casa.
Loreto veía todo desde la terraza, y pudo darse cuenta que Gilberto tenía razón Luis se terminaría enamorando de Valeria. Así que tenía que hacer algo para evitar el matrimonio o por lo menos para que Luis la odiara. Al día siguiente Valeria e Irene salieron a comprar las telas para el vestido de novia, juntas lo confeccionarían. Encarnación la seguía a todos lados, como se lo había ordenado Luis.
—¿Qué hacen aquí?—preguntó Loreto
—Compramos telas para hacer ropa para los niños del orfanato.—
Había mentido Valeria, sabía que si le decía la verdad, Loreto iría de inmediato a decirle a su madre que planeaban ellas confeccionar el vestido de novia, en lugar de ir con la modista a que se lo hicieran, tal vez Luis podría pagar por el. Pero ellas querían hacerlo, si era un matrimonio sin amor por lo menos el vestido debería de tener un significado importante, ya que estaría hecho con sus propias manos y las de su querida Irene.
—Mi hermana era igual que tu, siempre pensando en los menos afortunados. Pero las personas como ustedes siempre terminan mal. Dudo que Luis se preste a que su futura esposa, regale su dinero a los pobres.—
—Me sorprende que siendo hermanas no se parecieran, al parecer ella era la hermana buena y tú la hermana malvada.—
—No te permito que me ofendas, soy tu tía me debes respeto.—la abofeteó en medio de la calle, todos las observaban y comenzaban a rumorar.
—Es la última vez que me pone una mano encima, la próxima vez que lo intente voy a responder y no le va a agradar.—
—No puedo creerlo, pasar tanto tiempo con los sirvientes, te ha vuelto grosera.—
—prefiero aprender de ellos, porque son más respetuosos que usted. Debería regresar a su casa, mi padre no la necesita, vieja bruja.—Loreto había sido ofendida en público por Valeria.
—Pero tu padre se va a enterar.—
Loreto hacía sus dramas de siempre, una de sus distinguidas amigas la ayudaba a tomar aire para que no desmayara. Mientras que Irene y Valeria seguían su camino a pasos rápidos.
—Ahora si va a tener problemas con su mamá y tal vez con su papá, recuerde que es la hermana de don Francisco.—
—No me importa Irene, que agradezca que no le devolví la bofetada en público. Ya me cansé de callarme, no voy a permitir que vuelva a lastimarme.—ambas reían por lo que le había dicho Valeria.
Encarnación también reía al haber visto la reacción de la futura patrona, tenía que contarle de inmediato a don Luis. Fue de inmediato a la hacienda para hablar con él.
—Patrón se puede.—
—Si adelante, ¿Qué sucede?—
—Don Luis, la señorita Valeria estaba comprando telas, por el color creo que era para su vestido de novia, entonces que llega la esposa del señor Gilberto, y se pusieron a discutir en plena calle. La señora Loreto abofeteó a su prometida, y ella la llamó vieja bruja. Le advirtió que no volviera a ponerle una mano encima, si no ella respondería. Al parecer su futura esposa tiene carácter.—ambos reían por lo dicho a Loreto.
—Mentira no es, Loreto siempre ha parecido bruja y más con sus vestidos negros que usa todo el tiempo. No entiendo cómo mi tío se casó con ella, tendré que ir a hablar con Loreto nadie puede lastimar a mi prometida.—al escucharlos reír Gertrudis entró al despacho.
—Tenía tiempo sin escucharte reír.—
—Con su permiso señora Gertrudis.—se despedía Encarnación para dejarlos a solas.
—Siéntate mamá, al parecer Valeria puso en su lugar a Loreto en plena calle a la vista de todos en Cuernavaca. Encarnación observó todo, la llamó vieja bruja.—Gertrudis también se rio.
—Ya me imagino el berrinche que va hacer Loreto, seguro van a castigar a Valeria. María Luisa siempre ha sido muy cruel con ella.—
—Entonces debo ir de inmediato para evitar eso.—
—¿Valeria te interesa mucho o me equivoco?—
—No quiero que la vayan a lastimar, es todo.—
—Pero tú si piensas lastimarla no, entonces no entiendo.—
—No la voy a lastimar, ella me agrada.—
—Lo sé, sé bien que te agrada más de lo que tú mismo supones.—
Luis pensaba en lo dicho por su madre, pero se resistía a que se convirtiera en amor. Además no tenía de qué preocuparse, Rómulo no permitiría que su hermana lastimara a su querida sobrina.