Dime Que Me Odias

Cuando salgo de casa lo primero que noto es el sol que me da de lleno en el rostro. Se siente parecido el roce de sus rayos sobre mi piel a la sensación que Daniel produce en mí y sonrío.

Un pequeño percance me hace redireccionar del salón de clases, cuando llegó a la escuela, hacia el baño.

En la madrugada me había despertado entre las brumas del sueño para tomar mucha agua.

Cuando termino me lavo las manos, y aunque cierro la llave, el grifo gotea precedido por un espejo roto por la mitad. Es el problema de que algunas cosas sean públicas, como la cuenta regresiva de una bomba o el hecho de que siento que el corazón de Danny es también un hecho público. Aprieto la mándibula.

Hasta que noto que alguien me voltea bruscamente buscando pelea. Lo primero que capto son los ojos del mismo diablo.

Vale creía que yo era el diablo, tendría que ver a Rojas en este mismo estado y estoy seguro que lo replantearía. Sin embargo, no me amilano y permanezco tranquilo. No lo dejarè monopolizar a López...si quiere que hagamos un maldito trío, pero no tendría el privilegio de tan solo èl, poseer lo que más anhelo.

Marcos me acorrala contra la pared de los urinarios, su aliento huele a café barato y furia concentrada.

—¿Por qué sigues su sombra como un perro? Tú llegaste despuès: eres el intruso en esta historia— sus nudillos blanquean contra el azulejo junto a mi cabeza — acaso tengo que dejarte en un estado crítico en una camilla de hospital, para que entiendas que me pertenece.

Su cara en la línea de la mandíbula marca dos venas, y las de su sien parecen que van a reventar. Está rojo por el esfuerzo de gritar y mantener su punto. Aún así, permanezco sereno frente a èl. Por dentro estoy desesperado, pero no pensaba que esto tenía que ser así...

— Acaso crees que copiando citas de libros mitológicos captarás su atención — me dice dándome dos golpes duros en la frente con sus dedos medio e índice — no te hagas el listo Torres, no ganarás esto... no mientras respire.

Trago saliva. Mierda, me vio con el libro de mitos.

—¿Celoso, Rojas? —sonrío mostrando los dientes—. ¿O asustado porque al fin entiendo sus cómics?

Su puño estrella la pared a centímetros de mi cara, pero no soy yo quien tiembla.

A pesar de la advertencia de Rojas toda la mañana me dedico a buscar a Danny y a observarlo cuando se distrae. Lo intercepto camino al taller de arte, ya no aguantaba las ganas de verle de cerca y oler su dulce perfume de vainilla. López olía a galletas recién horneadas de vainilla. Se me hicieron agua la boca y... otros lugares.

Lleva el maldito libro bajo el brazo. ¡Mi libro! Dios Santo quiero abrazarlo y darle vueltas mientras le beso.

—¿Te gustó mi nota? —pregunto, bloqueándole el paso.

Danny se detiene y sus ojos son dos pozos de tinta negra. El hechizo de esa mirada es tan grande que resulta integrante la manera en que absorbe la luz, hasta que parecen dos canicas de ónice.

—¿Y si alguien no sabe elegir? —lee en voz baja—. ¿Esa es tu gran confesión?

No me amilano ante su "rechazo" más bien le ofrezco una sonrisa de labios cerrados. Cuando me dispongo a responderle, las palabras se me quedan atoradas en la garganta...

Marcos aparece como un fantasma iracundo:

Creo pensar que hablo muy fuerte y claro — se puso al lado de Danny y lo apretó contra su cuerpo— Déjalo tranquilo, Javier — mi nombre completo en sus labios era una amenaza.

Pero López le pone una mano en el pecho. Por un momento un ligero cambio toma la facción de Rojas, la mirada del agresor se dulcifica con ternura. Le mira como si fuera el maldito sol y èl un planeta destinado al baile de atracción.

—Es mi batalla — le dice resuelto y Marcos no asiente ni le da palabras de afirmación.

La mano de Danny sigue en el mismo lugar y eso me quema. El mundo se reduce a sus dedos sobre el corazón de Rojas.

Sè que en la tarde Danny y sus amigos se reúnen en el local de Lua( que por cierto me cae fenomenal) Me siento en su mesa. Desafío puro.

Vale ya no escupe su jugo. Lo zarandea con sadismo y me mira como buitre a la carroña. En serio que esta mujer me daba un cierto grado de repelús.

—¿Infección de oído o solo masoquismo? — me dice ella con su característico sarcasmo — creo que la segunda opción es tú hobby

Martina me lanza una aceituna. La atrapo al momento y la como mientras observo el ceño fruncido de Vale. Sè que está en contra de que yo estè con Daniel, por todo lo que hice y por todas las veces que su mismo puño tuvo que lanzarme al suelo para que soltara a su amigo... Y estoy severamente arrepentido por las cosas contradictorias que siento. Sin embargo no puedo parar: ¿Amor? No lo sè... ¿Obsesión? Lo más probable.

—Quiero panqueques de dragón —digo mirando solo a Danny— Enséñame el truco del sirope azul — le guiño un ojo atrevido. Voy a por todas.

Marcos se levanta tan rápido que tumba la silla. Los que están sentados ahogan un grito. Martina se tapa la boca. Y Lua por muy extraño que parezca toma un bate de detrás de su repisa por si las cosas se salen de control.

—¡Sal de aquí!— me grita bufando como un toro — Es la segunda vez que te lo advierto.

Yo entrecierro los ojos y miro con agudeza, luego sonrio mirando como el pecho de Rojas sube y baja como una montaña rusa, mínimo ya está pensando en como dejarme en muletas.

Pero López... López sonríe. Y yo trago en seco, porque el chicho tierno está despertando a una versión que sospecho, nos hará arder a Marcos y a mí en una pira.

—Siéntate, Rojas o ¿temes que aprenda más rápido que tú? — dice y todos los de la mesa abren la boca incluyendo Rojas

Lo hace, pero cuando toma una cajita de jugo que rápidamente le trae Lua, nos salpica a todos con el jugo. La había roto de un apretón e imagino que lo hizo pensando, en qué era mi cuello el que estaba entre sus gruesos dedos.

Dos días después no huyo de Marcos que parece un toro al cual le han puesto una tela roja delante( suponiendo que la tela roja soy yo)

Marcos me arrastra entre balones desinflados. El olor a caucho viejo me sofoca.

—Te romperé cada dedo si lo tocas. Te estoy dando la posibilidad de retirarte a tiempo —gruñe — está es mi tercera advertencia... No soy gentil Javi y tú lo sabes ¡APÁRTATE!

Marcos no sabe dialogar y lo entiendo, es como un oso grizlie que teme que le quiten el salmón de su preciado arroyo. Los dos nos miramos con tanto odio que creo que hasta el silencio corta. Es irónico teniendo en cuenta que éramos grandes amigos y compañeros en todo, principalmente molestando a López.

Ahora resulta que ese mismo apellido nos devora. Cuando abro la boca mis palabras van a la yugular.

—¿Y si él me toca a mí? —contraataco—. Como cuando me pasó el lápiz en clase de arte... sus dedos rozaron los míos.

Algo se quiebra en sus ojos, no es ira, es pánico.

—No mereces ni mirarlo — me golpea y yo se lo devuelvo, ambos retrocedemos — hijo de...

—Tú tampoco —susurro—. Pero al menos yo admito que anhelo su mundo, tú solo lo invades.

Después de mi pelea con Rojas, me dirijo con calma en la tarde hacia La Peña del Dragón. El lugar se ha convertido en un santuario, en mi luz personal ya que Danny está ahí. No me interesa llegar a una casa oscura donde el eco me devuelve la presencia de mi soledad

Lua sirve mi café en silencio. Danny dibuja en una servilleta, un dragón mordiendo su propia cola.

—Toma —desliza el dibujo hacia mí— para que entiendas que algunos monstruos... son círculos que se cierran solos.

Siento la emoción recorrer mi pecho, solo cinco segundos hasta escuchar las campanillas de la entrada, no me hace falta voltearme para saber quién es. Su esencia penaliza todo lo que deseo.

Marcos irrumpe como una tormenta que devora el sol... Lentamente y letal se dirije hacia mí. Lo miro con ganas de armar una buena. Ya me estaba hartando.

—Basta, Javier — golpea la mesa frente a mí y yo sigo tomando mi café como un maldito inglés del siglo XVIII

Pero esta vez no me levanto, beberé hasta la última gota de este café amargo.

—¿Sabes lo que dibujé anoche? —le digo a Rojas mientras Lua le niega servicio— un héroe perdido entre dos caminos —

Su puño golpea mi mesa y el café salpica como sangre. Está vez sí me paro y Danny se asusta cuando nos ve a los dos, está vez como dos bestias a colisionar. Nuestras intenciones eran claras y Lua lo notó. Sale con el bate de detrás del mostrador.

— Salgan ahora los dos de este local — nos grita — aquí se viene a respirar paz y armonía —

Obedezco y solo me queda deambular por el parque hasta caer la noche y llegar a casa.

Doy un paseo en moto y me dirijo al único lugar de la ciudad que me brinda tranquilidad del caos de mi mente: El mirador abandonado.

Está cerca de un acantalidado donde hubo un derrumbe, por eso cancelaron el lugar y pusieron carteles de peligro, pero yo... Bueno, me río del peligro.

Para llegar a la terraza empedrada donde está la barandilla que da a la ciudad, se tienen que sortear ciertas malezas y raíces de árboles. Entre mis dedos el dibujo que hizo Daniel para mí

Miro el dibujo del dragón, luego le envío a Danny:

*"¿Qué camino elijo, artista?

A) Seguir viéndote reír con él.

B) Aprender a dibujar mi propio final feliz.

Mi siguiente acción es algo rencorista, pero Marcos está empujando hasta el límite.

CC: Marcos Rojas.

*Deja de subestimarme.