Encerrada por un destino, libertad por un amor... que ya era suyo.
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Capitulo 20
Creo que me volví loca o simplemente estoy cayendo en sus encantos, pero su beso se sentía también que me dejé llevar por esa sensación que hacía vibrar mi cuerpo entero, haciéndome corresponderle de la misma manera, guiada por sus labios y su sabor; no supe si fueron segundos o minutos lo que duro nuestro beso, solo sentí cuando se separó, liberando mis labios.
Aun sostenía mi rostro en sus manos, al abrir mis ojos miro los de él tan cerca viéndome con una mirada intensa, en ese momento escucho su voz agitada que me dice.
— ¡Esclava! Aun no me cuentas nada de ti, también deseo saber un poco de tus gustos, tus deseos, conocerte un poco.
Suelta mi rostro y meda espacio, eso hizo regresar a mi realidad, recordando que no debía volver a permitirme perder mi control ante él.
Mirarlo tan tranquilo y cómodo a mi lado me hizo sentir confiada, sin pensarlo bien le respondí.
— Me gusta comer cosas dulces, amo los pasteles de chocolate, soy tranquila, no me gustan las mentiras, me gustaría poder seguir aprendiendo sobre repostería.
Quiero sentirme útil no solo ser una muñequita que llevan y traen, mi deseo es poder tomar mis propias decisiones, no vivir en esta jaula de oro, donde mis padres y tus padres me metieron para ser tu esposa o mejor dicho para ser solo un objeto más de esta casa que te pertenece.
Creo que mis palabras fueron duras porque, al ver su rostro, esa hermosa sonrisa había desaparecido, solo reflejaba una amargura y sus ojos parecían tener una mira triste.
Sentí tristeza de verlo así, pareciera que mis palabras le dolían, quise cambiar lo que avía dicho cuando escuche decir con tristeza.
— ¡Kaia! Me encantaría poder cumplir ese deseo y dejarte libre, pero no puedo hacerlo, tú y yo estamos condenados a estar juntos el resto de nuestras vidas, no tenemos opciones.
Tú y yo estamos destinados a estar en esta jaula de oro, juntos hasta que uno de los dos muera; no tengo el control de nuestras vidas, el que estemos juntos es decisión de alguien más; tal vez no lleguemos a enamorarnos y nunca conozcas el amor, pero te puedo prometer que haré todo lo posible por que estés cómoda, tranquila y cumplas algunos de tus deseos.
Que nuestro hijo tendrá amor de mi parte, seré un buen padre. Sé que esto ha de ser confuso, pero no tengo permitido contarte nada hasta que nuestro hijo nazca, no me odies y apóyate en mí, deja de considérame tu enemigo, aunque no lo parezca soy un buen hombre, que está buscando que tu vida no sea tan desagradable.
Su voz la escuchaba con una amargura, que no parecía que mintiera y si lo que me decía era cierto, no solo yo estaba en esta jaula de oro, la compartía con él, pero esto solo hizo que mi curiosidad se hiciera más fuerte, quería saber ¿Qué pasaba aquí? ¿Por qué esa necesidad de tener un hijo?
Ninguno de los dos hablamos, creo que nuestra charla agradable terminaba ahí; el clima estaba fresco, sentí como él pasaba sus manos por mis hombros abrazándome, recargando mi cabeza en su pecho, eso me hizo sentí tranquila, aunque no sé por qué.
Lograba escuchar su corazón que latía de manera calmada, sin pensar y por esa tranquilidad que sentía pase mis manos por su cintura abrazándolo; Si los dos teníamos que estar juntos para siempre era mejor llevarnos bien, acostumbrarme a este tipo de cosas, que para ser sincera no era desagradable estar en sus brazos, oler su perfume tan fresco, era algo lindo.
Sería solo yo la que se sentía bien o tal vez los dos sentíamos lo mismo porque nos quedamos así mucho rato, hasta que el sol casi se metía; lo escuche decir.
— ¡Esclava! Vamos adentro, no quiero que vuelvas a enfermar; pediré que nos lleven algo para cenar y si gustas podemos ver una película.
Me retiro de él para ver su rostro, se miraba tan tranquilo y me sonreía de una manera agradable, eso me hizo sentir en confianza y espontáneamente le respondo.
— ¡Esclavista! La película la escojo yo.
Miro como su sonrisa se hizo más grande, se acerca y me da un beso en la frente, se para tomando mi mano me lleva adentro de la casa.
Al estar adentro con una voz imponente le dice al ama de llaves que nos lleve la cena al cuarto, fue extraño en la forma que se dirigía a ella, parecía que no le caía nada bien; una vez que estuvimos en el cuarto suelta mi mano y yo me puse a buscar una película, encontré una romántica que me encantaba ver, la puse, al ver su rostro parecía que no era algo que tuviera en mente.
Antes que protestara le dije.
— ¡Esclavista! No puedes decir nada, dijiste que yo escogería.
Se me acerca y me abraza por la cintura, besa nuevamente mi frente, después me dice.
— ¡Mi bella esclava! Será como tú lo digas, pero la próxima la escojo yo.
Era extraño, pero no me molestaba estar en sus brazos, creo que me empezaba a costumbrar a su contacto físico; le sonrió para mostrarle que eso estaba por verse.
No sentía la necesidad de quitarme, extrañamente me sentía segura, hasta que lo escuche.
— Otra vez entras sin tocar, pareciera que buscas meterte en problemas, es molesta tu actitud y tu falta de respeto para nosotros; serás la encargada de asegurarte que cumplamos con nuestras obligaciones, pero no creas que eso significa que nos veras hacerlo, deja la cena y retírate.
Será mejor que sea la última vez que entras a nuestro cuarto sin anunciarte, la próxima vez te hecho a la calle sin contemplaciones y créeme cuando te digo que ni mis padres van a poder protegerte.
Volteo a donde estaba la puerta que estaba mi lado derecho, era el ama de llaves; era extraña su actitud de Gael, siempre trataba de hacerle ver sus errores y la trataba con desprecio, algo que la verdad a mí no me molestaba.
Esa mujer conmigo siempre me trato como un simple objeto y era la que evitaba que los empleados me hablaran, tambien me mantenía vigilada, siempre tenía que hacer lo que me ordenaba, levantarme a la hora que ella quería, hasta la comida era su elección; tal vez piense mal, pero por lo que Gael había dicho anteriormente creo que todo fue por ella, no porque se le ordenara tratarme así.
Tal vez soy mala por pensar así, pero me alegra que Gael la ponga en su lugar, aunque mejor sería que la corriera y si yo se lo pido, ¿me complacería?