El Amor Es...

Me entristece no poder contactar a Lorena y a Dylan, no podia asegurarme de que estuvieran a salvo. Me gustaría explicarles la situación y pedirles que se mantuvieran alerta y que se cuidaran. No queria que algo malo les sucediera, lamentaba mucho el poner en peligro a mi familia, pero haría todo lo posible por protegerlos.

Mientras tanto, decidí esconderme en un lugar seguro y esperar a que Alejandro regresara para poder hablar con él y averiguar más sobre lo que estaba sucediendo. No sabía qué iba a descubrir, pero estaba dispuesto a llegar hasta el final para desentrañar todos los secretos que rodeaban a nuestras familias.

El tiempo se me hacía eterno mientras esperaba, pero sabía que debía mantener la calma y la paciencia. No podía permitir que el miedo me dominara, debía estar preparado para lo que viniera a continuación. Y así, con determinación y valentía, me armé de coraje para enfrentar lo que fuera.

Alejandro.

Hacía ya tres días que Álvaro me había informado de la situación de Felipe, aunque estaba en estados unidos, me ocupé de poner a la gente a trabajar, tenía personas desentrañando el pasado de mis padres y del mismo Mendiola. El asunto es que tenía que regresar, asegurarme de que las cosas marcharán en su perfecto orden y no darle ventaja a Gastón de que metiera sus sucias manos y alterara algo.

— Lorena, yo tengo que regresar a la hacienda, han pasado cosas que tengo que resolver. Te vas a quedar sola, pero confío en que sabrás desenvolverte bien aquí, me da gusto ver lo mucho que has aprendido y lo mucho que te esfuerzas.

— Gracias señor Alejandro, usted vaya tranquilo que yo me las arreglaré aquí, ya tengo lo que necesito, todo depende de mi, solo dígame si no tiene algún problema, no quisiera que por mi culpa usted tenga inconvenientes con los Mendiola o alguien más.

— ¿Qué te hace pensar eso? Las cosas que debo solucionar nada tienen que ver contigo, así que no te preocupes, tú solo enfócate en tus cosas.

Me despedí de ellos, pero planeaba regresar pronto, mi corazón se quedaba allí. Horas después, ya estaba aterrizando de vuelta a mi lugar, pero la maldita enfermedad me pasó factura, me sentí muy mal y tuve que llamar a Álvaro que me auxiliara. Cuando desperté, estaba en la fortaleza, acostado en el cuarto médico, y Álvaro monitoreaba los aparatos.

— Por fin despiertas, estaba preocupado de verdad. ¿Cómo te sientes?

— Gracias por estar aquí, me siento muy mal.

— Si, te sientes mal porque lo estás, se nos acaba el tiempo Alejandro, pero acabo de descubrir un milagro, tal vez no sea la manera como debería decirte esto, pero hay alguien que puede ser un donante para ti, es totalmente compatible contigo y puede salvarte la vida.

Escuché a Álvaro y me quedé sorprendido.

— ¿Cómo que hay un donante? Pero tú dijiste que solo alguien muy cercano a mí podría serlo, y como no tengo familia, mis esperanzas eran ninguna. ¿Cómo es que hay uno ahora? No entiendo.

— Alejandro, escúchame. Felipe Mendiola, por alguna razón que aún desconocemos, es tu hermano. El vino ese día a mi consultorio, tenía dudas sobre su origen, y llevo muestras de él y de su padre Gastón. Les practiqué la prueba y salió totalmente negativa. Ellos no tenían ninguna relación sanguínea. Entonces vine aquí y tomé tu peine, con las muestras de tu cabello, compare las de Gastón, pero tampoco tienes relación con él, y luego compare las tuyas y las de Felipe y allí estuvo el resultado, ustedes comparten la mitad de sus genomas, lo que significa que ustedes dos son hermanos, y por la edad y queda claro que son mellizos.

Las palabras de Álvaro hicieron eco dentro de mí¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Felipe era mi hermano? ¿Pero como era eso posible?

— ¿De qué estás hablando? ¿Cómo que Felipe es mi hermano? Esto no puede ser, es una locura.

— Claro que es una locura, el viejo mañoso y desgraciado de Mendiola, engañó a sus padres, los señores Montalver de alguna manera.

— Necesito saber que sucedió, necesito la verdad, dime algo ¿Él sabe esto? Me refiero a Felipe ¿Se lo dijiste?

— No, no se lo he dicho, los resultados los obtuve anoche, pero Alejandro, tenemos que actuar pronto, tu salud está muy mal y es necesario que te podré lo más pronto posible. Así que habla con Felipe y aclaren todo esto y luego lo convencemos de que te done esa fracción de hígado que necesitas.

_ Quieres que le diga: Ey, como te parece que somos hermanos, y ahora necesito que me des un pedazo de tu hígado para que yo siga viviendo.

— Pues no de esa manera tan fría, pero si es lo que debemos hacer y rápido.

— No, antes yo quiero saber cómo es esto posible, quiero la verdad, y Mendiola va a tener que decírmela, porque si no se la sacaré con ganzúa si es necesario.

— Alejandro, tienes que calmarte, estás delicado, y en ese estado no puedes alterarse ni hacer mucho, por favor amigo hazme caso, necesitas poner a Felipe al tanto de todo, y una vez que te recuperes, podrás ocuparte de Mendiola.

— ¡No! Eso lleva mucho tiempo, Mendiola está suelto, él está haciendo lo que quiere. ¿No te das cuenta de que puede matar a Felipe? ¿Qué puede encontrar a Lorena? No puedo incapacitarme ahora, debí enfrentar a ese hombre, quiero que hable y diga que fue lo que hizo.

— Alejandro, Felipe me contó una historia, pero tienes que hablar con él, al parecer hubo alguien que fue testigo de los hechos en el pasado, esa persona fue quien puso a Felipe al tanto de esa situación, sembró sus dudas y por eso él fue a practicarse el ADN. Escucha, es con esa persona y con Felipe que debes hablar en primera estancia. Pero tienes que calmarte, porque como tu médico me vas a obligar a sedarte.

Conocía a Álvaro, él hablaba en serio, así que lo mejor que podía hacer, era seguir sus recomendaciones por ahora.

— Está bien Álvaro, haré lo que me dices. Hablemos entonces con Felipe y averigüemos la verdad, luego veremos qué hacer con Mendiola. Pero por favor, prométeme que si Felipe accede a donarme de su hígado, mientras estemos convalecientes harás todo lo posible para proteger a Lorena y a Dylan mientras tanto.

Álvaro asintió con determinación y me aseguró que haría todo lo que estuviera en sus manos.

— Lo haré, pero pienso que es tiempo de que le digas la verdad a Sebastián, necesitamos aliados en esto, y Sebastián es una pieza fundamental en esto, si lo piensas, estaré aquí pendiente de ti y Felipe, de su recuperación. Mientras, Sebastián puede ocuparse de la seguridad de Lorena y el niño, y hasta de la nuestra.

— Sé que tienes razón, pero conoces a Sebastián y sabes que antes de cualquier cosa me hará una escena, no quiero lidiar con eso.

— Pues que te haga una escena es lo de menos, además estaría en todo su derecho, él es como tu hermano, y le has ocultado por años algo tan delicado. Yo en su lugar te golpearía y te quitaría el habla por tiempo indeterminado.

— Vaya, sí que eres rencoroso.

— Ya basta de perder el tiempo, llamaré a Felipe, así que prepárate para recibirlo. Y ve pensando bien en lo que le dirás, necesitamos convencerlo de que te ayude, y que luego ustedes dos se ocuparán de lo que sigue.

— Está bien, aunque sigo pensando que mejor neutralizar a Mendiola primero.

— Te estoy diciendo que le cuentes a Sebastián, mientras tú te recuperas, él se encargará de Mendiola. Hazme caso Alejandro, ¿Qué es lo que pasa contigo? Eres un hombre de estrategias, siempre has tenido el control de todo, pero ahora estás titubeando, estás indeciso, ¿Qué sucede?

— Antes no tenía nada que perder, era solo yo y ustedes, no tenía miedo de nada porque sentía que no tenía debilidades. Pero ahora está Felipe, está Lorena y Dylan, siento que tengo que protegerlos y eso implica pensar en lo que es mejor para ellos.

Álvaro no me dijo más, y salió de la habitación, supongo que fue a llamar a Felipe tal como dijo. Así que me apresure a tomar mi teléfono y hablar con Sebastián. Él me contestó casi de inmediato.

— Hasta que por fin te acuerdas de que tienes un amigo.

Después de saludar y disculparme, le pedí que viniera a la hacienda lo más pronto posible.

— Lotería, ya estoy en la hacienda. ¿Dónde estás tú?

Con determinación me dispuse a hablar con Felipe. Aunque me costaba asimilar la noticia de que éramos hermanos, entendía que teníamos que unir fuerzas para enfrentar a Mendiola y descubrir todo lo que había detrás de nuestras familias.

El camino hacia la verdad sería difícil y peligroso, pero estaba decidido a llegar hasta el final, sin importar los riesgos que tuviera que enfrentar. Esta era mi batalla, y no descansaría hasta desentrañar todos los secretos que habían estado acechándonos desde hace tanto tiempo.