El Guerrero Del Fuego

NARRADOR

Era un día como cualquier otro en el palacio real, la princesa Ember se encontraba paseando por los jardines del palacio, cuando algo le llamo la atención, y es que a lo lejos vio a una niña de cabello rizado y rojo, muy parecido al de ella, por lo que no dudo en ir a su encuentro, y es que aparte de ella, no había otra niña en el palacio, así que decidió ir a investigar quien era esa niña.

Por su parte Cyra veía con entusiasmo y curiosidad todo a su alrededor, puesto que, esta era la primera vez que salía de aquella torre, y todo era gracias al señor D, al pensar en su amigo, una sonrisa se formó en la cara de la pequeña, que recientemente había cumplido los 8 años, el señor D era su único amigo, y Cyra le quería mucho, el señor D la consolaba cuando era necesario, y también le decía cosas lindas todos los días, frase como, “eres mejor que todos aquí”, “tus poderes son grandiosos”, era lo que el señor D le decía a Cyra día a día, y ante estas palabras la niña se sentía alagada de que su amigo pensara eso de ella, pero Cyra debía de admitir que a veces el señor D le daba miedo, porque cuando las doncellas le hacían algo, el señor D solía susúrrales cosas aterradoras, “empújala por la ventana”, “córtale el cuello con el cristal”, ese tipo de cosas asustaban a la niña, quién a pesar de haber sufrido tanto en manos de aquellas mujeres, es su mente infantil nunca nació la idea de lastimarlas, es por eso que lo que le decía el señor D la asustaba tanto, cuando esto pasaba el señor D solía enojarse con Cyra por no hacerle caso y se iba, por lo que al verse sola de nuevo, acababa rogando por su perdón, y así el ciclo volvía comenzar, y con cada día que pasaba Cyra se volvía más y más dependiente del señor D, ese día en específico, aquel ente le había ensañado una manera de salir, para que la joven pudiera conocer algo más que las paredes de la torre.

Por su parte Ember siguió a la niña desconocida, y cuando pudo verla de cerca no creo lo que estaba viendo, frente a ella estaba su hermana muerta, de eso no había duda, puesto que ambas niñas era la copia de su madre, la única diferencia era que Ember tenía los ojos amarillos de su padre, mientras que Cyra los tenía naranja, como su progenitora.

Sin poder evitarlo lágrimas cayeron por las mejillas de Ember, que por 8 años creyó que su hermana había muerto el mismo día que su madre, Ember sufrió mucho con la muerte de la reina, pero a quién más le lloro fue su hermanita, quién no había tenido la oportunidad de vivir, pero a sus ojos estaba la prueba de que no había sido así, ahora la pregunta que rondaba la cabeza de la joven era ¿por qué?, ¿Por qué su padre le había metido no solo a ella, sino también a todo el reino?

Dejando sus dudas de lado, Ember corrió hacia su hermanita, hermanita a la que había amado desde que estaba en el vientre de su madre, y que, al parecer, su padre, le había arrebatado.

- Cyra, Cyra – le gritó Ember a su hermana y corrió hacia ella.

Por su parte Cyra, al oír los gritos, volteo hacia la dirección que donde venía esa voz, y vio a una joven como de 13 años acercarse a ella, por lo que inmediatamente se tensó, puesto que sabía que sería duramente castigada si alguien se enteraba de que había salido, su instinto le dijo que corriera, pero la pequeña Cyra había quedado paralizada del miedo.

Cyra se preparó para ser reprendida, pero en vez de eso se vio envuelta en los brazos de aquella joven, quien la abrazaba con gran cariño mientras lloraba.

- Estás viva, estás viva, estás aquí – repetía Ember una y otra vez a la vez que abrazaba a su hermana y acariciaba su cabello.

Cyra no tardó en darse cuenta de quien la abrazaba era su hermana, la princesa heredera Ember, Cyra sabía de su hermana por las doncellas que iban a verla, puesto que no dudaban en echarle en cara, que ella le había arrebatado a su madre a la princesa, Cyra siempre creyó, que como todos los demás, su hermana también la odiaba por haber matado a la reina, pero al parecer no era así, puesto que la niña podía sentir el amor de su hermana por ella, por lo que también comenzó a llorar.

Ambas niñas lloraron hasta quedarse secas, Ember lloraba por haber encontrado a la hermana, que sin conocer, siempre extraño, mientras que Cyra lloraba por saberse amada por alguien.

- ¿Dónde estabas?, ¿Qué pasó? – le preguntó Ember a su hermana, en busca de comprender, dónde había estado durante estos 8 años.

Ember se separó un poco de su hermana, y al verla bien, pudo darse cuenta de que Cyra se encontraba en mal estado, se veía muy delgada para alguien de su edad, también estaba sucia, y su ropa se encontraba muy desgastada, sea donde sea que Cyra hubiera estado, no la había pasado muy bien, y eso era lago que hacía enojar a Ember.

Por su parte, Cyra, al oír las preguntas de su hermana, tuvo miedo, miedo de que la joven frente a ella no supiera lo que ella había hecho, y una vez lo supiera la odiara tanto como las demás personas que había conocido.

Pero antes de que alguna de las dos pudiera decir algo más, una de las doncellas que “cuidaban” a Cyra apareció y al ver a la niña fuera se llenó de furia y fue hacia ella, y sin notar la presencia de Ember, le dio una cachetada.

- ¿Cómo es que saliste, maldita, mocosa? – le dijo la mujer mientras la tomaba fuertemente del brazo.

En ese momento, una serpiente de fuego se enrolló en la mujer para después aventarla hacia un lado, causándole quemaduras graves.

- Cómo te atreves a tratar a mi hermana así – le dijo Ember, quien hervía de ira al ver cómo esa mujer había tratado a su hermanita.