María, una niña que no se sentía feliz con su vida, experimentó un cambio radical al salvar a su amiguita. Su vida dio un giro inesperado, dejándola atrás para convertirse en una intrépida aventurera. En su nuevo camino, conoció a amigos que la apoyaron y enemigos que le pusieron obstáculos. Su querido maestro también jugó un papel importante en su transformación. ¿Podrá Shiner alcanzar sus metas en esta nueva vida llena de desafíos?
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Hermana
Al día siguiente, Shiner despertó con una sensación de renovación. Era como si hubiera dormido durante siglos y hubiera despertado en un cuerpo nuevo, más fuerte, más consciente. La energía fluía por sus venas, llenándola de un vigor que no había sentido antes.
Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana, observando el pueblo que se extendía a sus pies. El sol brillaba con fuerza, pintando el cielo de un azul intenso y haciendo que las casas parecieran más pequeñas y acogedoras. Un sentimiento de paz la invadió, como si la oscuridad que la había perseguido durante tanto tiempo hubiera desaparecido.
En ese momento, un ligero golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Hola, Shiner —dijo Kal, con una sonrisa que le iluminó el rostro—. Te quería invitar a dar un paseo por el pueblo.
—Claro, Kal, pero debo ir a casa primero —respondió Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de agradecimiento y nerviosismo.
—Claro, te acompaño —dijo Kal, con un gesto amable.
—Gracias —respondió Shiner, con una sonrisa que le llegó a los ojos.
Juntos, Shiner y Kal salieron de la mansión de Ren y se dirigieron al pueblo. El camino era empedrado y lleno de baches, pero Shiner no le prestaba atención. Sus ojos estaban fijos en el paisaje que la rodeaba, absorbiendo cada detalle con una intensidad que la sorprendió.
Al llegar al mercado del pueblo, se encontraron con un ambiente bullicioso y animado. La gente conversaba, reía, compraba y vendía productos de todo tipo. El aroma de los alimentos recién cocinados llenaba el aire, creando una atmósfera de alegría y prosperidad.
—Shiner, ¿te gustaría probar un pastel de manzana? —preguntó Kal, con una sonrisa pícara.
—Claro, me encantaría —respondió Shiner, con una sonrisa que le llegó a los ojos.
Kal compró un pastel de manzana recién hecho y se lo ofreció a Shiner. Ella lo probó con gusto, disfrutando del sabor dulce y jugoso de la fruta.
—Está delicioso —dijo Shiner, con una sonrisa de satisfacción.
—Me alegro —dijo Kal, con un tono de voz que denotaba una profunda alegría.
Mientras paseaban por el mercado, Shiner y Kal se encontraron con un grupo de niños que jugaban a la pelota. Un niño, con una mirada llena de picardía, se acercó a Shiner y le preguntó:
—¿Quieres jugar con nosotros?
—Claro, me encantaría —respondió Shiner, con una sonrisa de complicidad.
Shiner se unió al grupo de niños y comenzó a jugar a la pelota con ellos. Se sintió como una niña de nuevo, llena de energía y alegría.
—Eres muy buena —dijo uno de los niños, con una mirada de admiración.
—Gracias —respondió Shiner, con una sonrisa de satisfacción.
Después de jugar un rato, Shiner y Kal se despidieron de los niños y continuaron su paseo por el pueblo. Se detuvieron a observar las casas, las tiendas, las iglesias, absorbiendo la belleza y la tranquilidad del lugar.
—Este lugar es precioso —dijo Shiner, con un tono de voz que denotaba una profunda admiración.
—Sí, es un lugar muy especial —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba un profundo cariño por su pueblo.
Mientras caminaban, Shiner y Kal se encontraron con un grupo de personas que se reunían en la plaza del pueblo. Parecía que había un evento especial.
—Kal, ¿qué está pasando? —preguntó Shiner, con un tono de voz lleno de curiosidad.
—Es el festival de la cosecha —respondió Kal, con una sonrisa de satisfacción—. Es una celebración anual en la que damos gracias por la buena cosecha.
—Me encantaría ver el festival —dijo Shiner, con una sonrisa de entusiasmo.
—Pues vamos —dijo Kal, con un gesto amable.
Juntos, Shiner y Kal se unieron a la multitud que se reunía en la plaza. El festival era una explosión de colores, sonidos y sabores. Había música, bailes, juegos, comida y bebidas. Shiner se sintió cautivada por la alegría y la vitalidad del evento.
—Kal, esto es increíble —dijo Shiner, con una sonrisa de asombro.
—Me alegro de que te guste —dijo Kal, con un tono de voz que denotaba una profunda satisfacción.
Shiner y Kal eran conocidos en el pueblo. Los medios de comunicación habían difundido su historia, hablando de su poder, su belleza y su valentía. La gente los reconocía en la calle y les pedía autógrafos. Shiner se sentía incómoda con tanta atención, pero Kal la tranquilizaba diciéndole que era normal.
Mientras disfrutaban del festival, Shiner y Kal se dieron cuenta de que no estaban solos. Un grupo de personas los observaba con una mirada inquisitiva.
—Kal, ¿quiénes son esos? —preguntó Shiner, con un tono de voz que denotaba una ligera preocupación.
—Son los guardianes del pueblo —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba un ligero nerviosismo—. Son responsables de proteger el pueblo de cualquier amenaza.
—Pero ¿por qué nos miran así? —preguntó Shiner, con un tono de voz que denotaba una creciente inquietud.
—No lo sé —respondió Kal, con un gesto de incertidumbre—. Tal vez han notado tu presencia.
En ese momento, uno de los guardianes se acercó a Shiner y Kal.
—Hola —dijo el guardián, con un tono de voz que denotaba una mezcla de curiosidad y desconfianza. —ustedes son personas muy reconocidas no crees que es peligroso que anden por hay
—no se preocupe nosotros estamos bien —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de tranquilidad y precaución.
—si usted lo dice,le recomiendo que tengan cuidado—dijo el guardián, con una mirada inquisitiva—. hay muchas personas que aprovecharían este momento para hacerles daño y más cuando hablas acompañado por alguien tan bella
—gracias estaremos atentos —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de sinceridad y astucia.
—Bueno, nuestro pueblo es un lugar seguro —dijo el guardián, con un tono de voz que denotaba una mezcla de amabilidad y vigilancia—. Pero igual tengan cuidado
—Lo sabemos —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de respeto y determinación.
El guardián se quedó mirando a Shiner y Kal por un momento, como si estuviera tratando de leerles la mente.
—Bueno, espero que no les causen ningún problema —dijo el guardián, con un tono de voz que denotaba una mezcla de advertencia y resignación.
—No se preocupe —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de confianza y seguridad.
El guardián se dio la vuelta y se alejó de Shiner y Kal.
—Sin buenas personas al preocuparse por nosotros —dijo Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de inquietud y determinación.
—Sí, creo que tienes razón —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de preocupación y precaución.
—Tenemos que tener cuidado —dijo Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de determinación y precaución.
—Sí, tenemos que tener cuidado —respondió Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de determinación y precaución.
El paseo por el pueblo había sido un bálsamo para el alma de Shiner. La energía del festival, la alegría de los niños jugando, la belleza del lugar, todo la había llenado de una sensación de paz y esperanza que no había experimentado en mucho tiempo.
Ya era mediodía cuando regresaron a la casa. Shiner, con una sonrisa radiante, invitó a Kal a almorzar con ella y Make.
Al llegar, Make la recibió con una calidez reconfortante.
—Shiner, no te vi desde ayer. Qué bien que estés bien. Y ¿cómo van tus estudios? —preguntó Make, con una mirada llena de preocupación.
—Van bien —respondió Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de agradecimiento y nerviosismo—. Y perdón por preocuparte. Mejor vamos a comer.
Los tres se sentaron en la mesa y empezaron a comer. Las risas y las conversaciones animadas llenaron la sala, creando una atmósfera de alegría y camaradería. Después de comer, salieron al jardín, donde las flores florecían en todo su esplendor. Shiner se sentó a arreglarlas, con una delicadeza y una pasión que la hacían parecer una artista. Kal y Make se sentaron a ayudarla, disfrutando de la tranquilidad del jardín y de la compañía de Shiner.
Cuando terminaron de arreglar las flores, Make dijo que tenía que ir al pueblo por algo de deber y se despidió de ellos.
—Sabes, Shiner, te pareces mucho a mi hermana —dijo Kal, con un tono de voz que denotaba una mezcla de nostalgia y tristeza.
—¿A tu hermana? —preguntó Shiner, con una mirada llena de curiosidad.
—Sí, mi hermana era dulce, amigable, valiente y hermosa. Ella era mi todo, ya que era la única familia que tenía. Yo le prometí que la protegería, pero no pude. Aún me lamento por no poderla proteger —dijo Kal, con una voz que se quebró ligeramente.
—¿Qué pasó? —preguntó Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de compasión y curiosidad.
—Un día, cuando estábamos pasando un día normal, yo salí para comprar algo para la cena. Al volver, me encontré con que mi hermana había sido apuñalada. Solo se había intentado defender, porque el casero de nuestra casa la había intentado violar, pero al resistirse, la apuñaló. Todavía tengo la imagen de ese día. Pero cuando te vi, Shiner, sentí que mi hermana había vuelto —dijo Kal, con una voz que denotaba un dolor profundo.
—Perdóname, Kal, no quería hacerte sentir mal —dijo Shiner, con un tono de voz que denotaba una mezcla de compasión y tristeza.
—No importa, Shiner, te lo quería contar desde hace tiempo, pero no tuve la oportunidad. Y solo quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea, no importa cuándo, dónde o qué. Solo quiero hacer lo que no pude con mi hermana —dijo Kal, con una voz llena de determinación.
—Claro, Kal, tú eres la persona en la que más confío. Así que, claro, sabes que quiero que sigas siendo tan bueno como siempre —dijo Shiner, con una sonrisa que le llegó a los ojos.
—Claro, Shiner. Gracias a ti, ya solté ese nudo que me tenía lamentando. Y te prometo que te protegeré pase lo que pase —dijo Kal, con una mirada llena de determinación.
—Gracias, Kal —dijo Shiner, con una sonrisa que le llegó al corazón.