Elena es la primera princesa del imperio Viton, su padre la ama sobre el resto y le permite hacer cosas que se consideran de hombres así reciba quejas por esto.
Gracias a esto sus hermanas la envidian y la engañan una vez, permitiéndoles dañarla grandemente haciéndola desaparecer.
Elena no muere aunque era lo que querían pero su rostro fue destrozado y le impide regresar.
Vive con el médico que la salvo y a su cabaña llega la solución a sus problemas, un rostro nuevo, una vida nueva, pero tendrá que pagar por eso al ayudar a su nuevo esposo a completar también su propia venganza. Intentando en el camino de superar dejar atrás todo lo que vivió ¿podrán amar de nuevo?.
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Cap 20
Andrea fingió un leve mareo cayendo en el hombro de Max a quien le habló suavemente al oído.
—Nada —dijo la duquesa sonriendo —es solo que mi nuera no es tolerante al alcohol y le cayó mal.
—Madre… estoy bien. —dijo Andrea intentando sentarse correctamente.
—Cierto, a mí esposa se le pasará pronto. —dijo Max. —dejenla a mi lado.
—Eso no es correcto, no se ve bien, prefiero que la lleven a descansar.
—Madre, si quieres la llevo yo —dijo Keila levantándose, ella sonreía.
—Bien, llevala.
Silvia se acercó a ayudarla y Keila la hizo a un lado.
—Quédate y deja que Keila la lleve junto a la doncella de la emperatriz —dijo la duquesa por lo que Silvia bajó su cabeza y dio dos pasos atrás.
Todos miraban a Andrea evidentemente mareada y agarrando su cabeza, siendo sacada del salón junto a Keila y una doncella de la emperatriz.
“Espero sepas lo que haces” pensó Max al verla salir, aunque estaba preocupado sabía que ella podría salir de eso.
La emperatriz sonreía y miraba a la duquesa, harían que Andrea sufra miserablemente la humillación de su vida.
Fuera del salón ya estaba oscureciendo y Andrea quien conocía cada lugar del palacio sabía a dónde la llevaban.
Cerca del salón jardín imperial está un palacio vacío que ninguna concubina ha ocupado, la llevan casi a rastras mientras que Andrea finge mucha más debilidad dejándose caer.
Al entrar al salón en el que se respira suciedad y moho la acuestan en la cama.
—Listo señorita —dice la doncella, voy a avisarle a la emperatriz que está hecho.
—Anda, yo me quedaré aquí un momento para terminar esto.
—Cómo diga —Andrea con sus ojos cerrados escuchaba cada palabra que estás decían.
—Te dije que debías arrodillarte ante mí, además retaste a madre y con ella jamás podrás. —se acercó a su oído mientras agarraba la cinta que cierra el vestido —en cuanto despiertes vivirás el infierno en vida —Andrea abrió sus ojos.
—Eso te pasará a ti —Andrea la agarró del cuello y la pegó de espalda a la cama, se soltó el pañuelo de la mano y lo metió en la boca de Keila impidiendo que gritara. —una mujer casada teniendo una aventura será una gran humillación —Keila abrió sus ojos a más no poder, el líquido en el pañuelo ingresaba en su cuerpo —siento pena por ti, pero te lo mereces.
Los ojos de Keila de a poco se cerraron, Andrea quitó el pañuelo de su boca y lo guardó entre su ropa, no podía dejarlo en ese lugar, acomodó a Keila en la cama, la cubrió y salió por una ventana trasera.
Camino por los pasillos buscando un lugar donde esperar el gran espectáculo ya que está segura que un hombre será llevado con ella.
En su camino escucha risas y voces que logra reconocer por lo que camina hacia ellos acercándose lo suficiente.
Sentados en un kiosco en el jardín imperial está Martha junto a Jacoob hablando. Escuchar lo que dicen destruyó la poca confianza que tenía en Jacoob.
Tal y como Max sospechaba él lo sabía, sus lágrimas amenazaban con salir ya que al parecer en ese palacio nadie la estimaba realmente.
Jacoob la apreciaba pero se enteró que su padre quería modificar la ley para que las princesas también pudieran optar por el trono.
Jacoob es el primer príncipe pero es menor que Martha y que Elena, en caso de modificar la ley Elena hubiera tenido oportunidad del trono. No solo la envidia de sus hermanas llevó a esto sino también la avaricia de sus hermanos y la emperatriz.
“Entonces tú también pagarás” —penso sustituyendo las ganas de llorar por ira.
Vio a ambos hermanos despedirse y caminar en direcciones diferentes.
Siguió a Jacoob por el camino y este iba con un acompañante. Rompió su vestido bajo la falda y cubrió su rostro.
Se acercó a ambos por detrás golpeando en la nuca al acompañante y al girar Jacoob lo rodeo quedando a su espalda noqueandolo de igual forma. Miro a los lados y no habían guardias cerca por lo que lo arrastro por el pasillo hacia la habitación donde Keila está.
“Te creí y me traicionaste”
Miro el palacio y estaba llegando la doncella con un sujeto, no sabe quién es aunque parece un sirviente y lo metió a la habitación cerrando la puerta tras el para luego irse.
Andrea al ver sólo el palacio agarró a Jacoob de la cintura y lo arrastró hacia la habitación al abrirla había un olor extraño por lo que contuvo la respiración y estaba el sirviente soltando su camisa y respirando rápidamente, al igual que Keila quien parecía estar por despertar.
El hombre al verla se fue hacia ella con malas intenciones, soltó a Jacoob y golpeó en el rostro al hombre haciéndolo caer.
Llevó a Jacoob a la cama y lo acostó a un lado de Keila quien lo abrazó al instante.
—¡Qué lo disfruten! —dicho esto salió de la habitación, no sin antes sacar al sirviente de la habitación.
En el salón de banquete la emperatriz esperaba noticias de la doncella. Ella tenía la misión de llevar al hombre a la habitación.
Max miraba a la duquesa quien sonreía y ni siquiera estaba al tanto de que Keila no había regresado aún.
Pensó que estaría burlándose de Andrea y mirando que todo saliera bien.
Mauricio le preguntó a su madre sobre Keila pero ella solo lo instó a no preocuparse.
La doncella entró al salón y se acercó a la emperatriz y le habló al oído por lo que sonrió.
—Quisiera aprovechar de que todos me acompañen a dar un paseo por el jardín imperial, creo que será una buena oportunidad de mirar las estrellas junto a ustedes.
A todos les pareció buena idea por lo que siguieron a la emperatriz y el emperador.
Mientras caminaban por el jardín la emperatriz habló.
—Duquesa, ¿Su nuera estará bien? —Max frunció el ceño y miró a la duquesa.
—La verdad no lo sé, creo que iré a verla en este momento, es raro que se emborrachara con solo una copa.
—¿Vivían?
—Su majestad —dijo la doncella haciendo una reverencia.
—¿A dónde la llevaste a descansar?
—Allí —señalo al otro lado del jardín donde estaba el palacio.
—Vamos —tanto la emperatriz como el resto, caminaron hacia el palacio al estar afuera escucharon gemidos.
—Esto es imposible —dijo la duquesa con indignación y caminó hacia la puerta abriéndola de golpe —Andrea ¿Cómo eres capaz de hacer esto?