Después de un año de haberse conocido, Dan y Anuel vuelven a encontrarse de forma inesperada en el lugar menos esperado. ¡Las posibilidades de terminar juntos pudieran estar a flor de piel! ¿Que podría pasar entre un chico de preparatoria y un recién casado? ¿El amor entre ambos corazones volverá a resurgir? ¿Intentarán retomar aquellos sentimientos que compartieron en aquel verano que marcó la vida de ambos? ¿Podría Anuel ser capaz de olvidarse de su matrimonio para darle amor a su querido Dan? El tiempo hará que ambos corazones se enfrenten a una etapa de autodescubrimiento más profundo e intenso para poder elegir aquellas cosas que de verdad importan. ¿Qué cosas importan? Arráncame la Vida de es la continuación del libro titulado Quise Morir en Agosto.
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CUANDO TE MIRO Y ME BESAS
...El fin de semana…...
Termino de tender mi cama. Son las once de la mañana y tengo mucha flojera. Camino hasta el sanitario, me siento en el retrete y expulso los restos de la noche. ¡Un alivio inmenso!
Tiro la carga del agua. Me acerco al lavabo, enjuago mis manos. Hago mi rutina frente al espejo y mi celular vibra.
**Anuel: **¡Buenos días! Espero que estés bien. Me gustaría que pudieras venir a mi casa. Ya sé que dijiste que tenías planes pero, me gustaría verte. 😼
Con el cepillo en la boca y pasta dental, mire con mucha atención su mensaje. Lo leí una vez. Lo releí. Volví a releerlo otras veces y me entró un sentimiento extraño.
¿Por qué seguía viviendo en mí un afecto romántico hacia Anuel? Supongo que después de todo, ahora soy yo quien lucha por olvidar este primer amor y sufro porque quiero. ¿Cómo podré superar de forma completa todo esto que estoy sintiendo?
—¿Ya despertaste? —Mamá toca a mi puerta.
—Sí, ya estoy despierto.
—Te vino a buscar uno de tus amigos.
¿Uno de mis amigos? ¿Quien podría ser?
—¿Bruno?
—No. Es Félix.
—¡¿Félix está aquí?! —Me sentí tan nervioso.
—Sí. Le diré que pase a tu habitación.
—Mamá, no es necesario que… —la puerta se abrió y no pude terminar la frase.
Félix cargaba su mirada llena de picardía. ¿Qué rayos pasaba por su mente en este momento?
—¡Buenos días, Dan! —Su voz me hace sonreír.
—¡Buenos días, Félix! —No me da miedo ser cordial, los nervios se esfumaron.
—¿Te acabas de levantar?
—No.
—Sigues en pijama.
—Es que es domingo.
—¿Te gusta pasar el domingo en fachas?
—Sí. Es que es muy cómodo.
Me examina con detenimiento. Se acerca a mi cama y se sienta
—Tu colchón es cómodo —sus manos palpan el esponjoso colchón cubierto por un edredón cuadriculado—. ¿Tienes planes para hoy?
Hacemos contacto visual, percibo el deseo que se esconde en su rostro y no me da miedo preguntarle.
—¿Quieres que salgamos a algún lado? —Mis palabras tenian mucha seguridad.
Asiente.
—Sí. ¿Qué tal si vamos al cine?
—¿Qué película quieres que veamos?
—No lo sé, no he visto la cartelera.
—¿Y entonces? No entiendo como es que quieres ir al cine si no sabes lo que está en cartelera —soy sincero con él
—¿Qué tipo de películas te gustan?
—Me gusta el drama y el romance. También las de ciencia ficción.
—¿De suspenso?
—Algunas. Siempre que no sean de terror.
Me siento a su lado.
—¿Aún sigues leyendo libros?
—¿Lo recuerdas?
—Sí. Todo el tiempo tenías algún libro en las manos. Casi siempre estabas leyendo.
—Bueno, ahora ya casi no leo.
—¿Te gustan las películas de libros?
—A veces.
—Vi que en Netflix salió Fabricante de Lágrimas. Por si no quieres ir al cine, quizá podemos…
Mi celular empezó a timbrar. Era una llamada de Cesar.
—¿Hola? —Me ánimo a responder.
—¡Buenos días, Dan! ¿Cómo estás?
—Bien. Estoy muy bien.
—¿Iras a la casa de Anuel esta tarde? —Su pregunta me hizo pensar. Me levante de la cama y empecé a caminar en círculos por mi habitación.
—Yo… no tengo ganas de ir.
Félix pareció interesado en mis palabras, hizo contacto visual conmigo.
—Dan, si no quieres ir, no te sientas obligado. Si tú no vas, yo tampoco iré.
—No digas eso Cesar. En realidad… —Félix me arrebató el celular.
—Hola. Dan si ira. ¿A donde debo llevarlo con exactitud? —Félix se estaba entrometiendo en la llamada.
Su altura y fuerza no me permitieron quitarle el celular.
—¡Félix! Dame mi celular, ya deja de...
—Si ubico esa zona. Tengo una casa justo en ese cluster —pronuncio para Cesar.
¿Tiene una casa? ¡Eso me dejó sorprendido!
—Félix, por favor, dame mi celular.
—Llegaremos puntuales.
Terminó la llamada, me devolvió mi celular. Sus labios sonrieron ampliamente y con toda su fuerza me acorraló para caer encima de mí sobre la cama.
—¿Por qué no me habías dicho que ya tenías planes? —Su pregunta me retumba muy cerca del rostro y siento el corazón agitado.
—¿Por qué tuviste que quitarme el celular a media llamada? ¡Eso estuvo mal!
—Lo que importa ahora es que tienes que cambiarte para que podamos llegar con tus amigos.
—¿Y a ti quien te invito?
—Cesar me invito.
—¿Cómo sabes su nombre?
—Lo leí cuando colgué la llamada.
Su cuerpo no me incomodó, sentí que un calor estaba creciendo entre los dos.
—¿Podrías dejar de ser tan entrometido? —Le pido.
—Sí. Pero con una condición.
—¿Una condición?
—Regálame un beso.
—¡Estas chiflado! Quítate de encima.
—No me quitaré hasta me des un beso —sus cejas se movieron de forma coqueta.
¿Un beso? Nuestro contacto visual era fuerte, casi que podíamos fusionar nuestras pupilas. ¿Darle un beso? Mi corazón estaba latiendo muy rapidísimo a causa de él y el calor de su cuerpo era muy agradable. ¿Unir nuestros labios?
—¿Solo quieres un beso? Ese precio no se me hace muy justo para que dejes de ser tan entrometido.
—¡Ándale! Me gustas mucho Dan y quiero tener un beso tuyo.
Dirigí mi vista a sus labios. ¿Podríamos encajar bien?
—Te daré lo que pides sólo porque yo también quiero sentirte.
Tomo sus mejillas con mis manos y acerco mis labios a sus labios. Cierro los ojos y al tocarnos, dejo que todo fluya. ¡Disfruto esto! Es un beso suave, se sentía como una eternidad y mi corazón estaba muy emocionado por este afecto que estábamos teniendo. ¡Increíble! Lentamente lo separo de mí.
Y un sentimiento nuevo surge en mi corazón.
—¿Te gustó? —Le pregunto.
—Quiero besarte más.