Federico Belmonte, hijo menor de Brandon y Marisol; ha vivido solamente para trabajar y ser el tío soltero que malcría a los niños.
Sin embargo, todo eso cambia cuando accidentalmente lastima a una linda mujer de ojitos tristes, logrando por primera vez, despertar su interés en alguien y decide indagar en su vida; aunque no sabe si es por curiosidad o algo más profundo.
Ella, pocos minutos atrás, fue informada de una noticia que cambiará su vida para siempre y se siente muy mal para afrontarlo frente a su familia.
¿Qué será lo que la ha dejado así?
¿Será que el accidente fue orquestado por el destino para brindarles una oportunidad?
¿El médico más prestigioso de España podrá curar ese afligido corazón, o Alma levantará un muro que los separe, cerrándose a esa posibilidad?
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La invitación
Amadeo, Theo, Federico y el hermano de dicha secretaria, acompañan a Olga para hacer la denuncia en contra del idiota y llevan todas las maletas con la ropa del susodicho para que nada quede dentro de su casa y evitar el mal trago de tener que encontrarse con la ´´Mejor amiga´´ o algún integrante de su familia; que encima, son capaces de culparla.
Luego le dijeron que debía abandonar su vivienda por las dudas que quieran atacarla, pero por eso no hay problema, ya que su hermano puede hospedarla unos días. Pero debieron volver a su hogar para armar algunos bolsos para ella y retirar las cosas del pequeño que también vivía allí.
Más tarde, deciden salir a comer porque ha pasado ese horario típico y sus pancitas ruegan por alimentos en este preciso momento.
Para suerte del veterinario, su hijo le ha dado muchas oportunidades con Olga para estar cerca; por ejemplo, al sentarse en la mesa, ella ha quedado en medio de padre e hijo, sin posibilidad de que nadie más se meta.
La secretaria no quiere ni siquiera verlo a la cara por la vergüenza que siente, ya que puso al menor en peligro, sin darse cuenta de lo que podía llegar a pasar, pues nunca se imaginó que aquel hombre fuese capaz de tal agresividad.
Su comida llega y para distraerla, empiezan a hablar cosas sin sentido e incluso algo graciosas para sacarle una pequeña sonrisa o que olvide unos minutos lo que ha pasado.
Amadeo, más que ningún otro de los presentes, quiere verla ser ella misma de nuevo, sin preocupaciones, ni tristezas.
Justo cuando se están retirando del restaurante, llega una llamada de Amanda al celular de Olga.
📱—Hola, señora.— Responde muy amablemente.
📲—Hola, querida, ¿cómo estás?
📱— bien, y ¿usted?
📲—Me alegro muchísimo, cariño— Amanda tiene la invitación en la punta de la lengua, así que sin más demora, se lo dice— Te llamo para invitarte al almuerzo de mañana con nuestra familia.
📱—¿Qué?— cuestiona sorprendida mientras que los hombres que la acompañan, la miran sin entender— No puedo aceptar— niega no solo con pablaras, sino también con su cabeza.
📲—Ay, no puedes negarte, por favor. Me sentiré mal en tu ausencia— miente, aunque si sigue negándose, no le importará tener que fingir.
📱—Lo siento, pero no puedo ir.— continúa Olga.
📲—¿Por qué? Quisiera una buena razón.— pide sin rendirse.
📱— Es que han pasado algunas cosas que me lo prohíben por el momento, pero prometo ir a visitarla el día lunes después de mi trabajo.— ofrece.
📲—Está bien, te espero el lunes— acepta a regañadientes, pero con sus planes todavía vigentes, ya que hará hasta lo imposible para que sí o sí asista, sin otra opción.
📱—Hasta el lunes— se despide la secretaria.
📲—Chau, futura nuera— dice tomándola por sorpresa y luego corta la llamada, antes de poder rectificar esas palabras.
Guarda el celular en la cartera y mira inmediatamente a su jefe, quien alza una ceja cuestionando su comportamiento.
—¿Quién era?— pregunta su hermano por las dudas que el idiota haya sido liberado.
—Era Amanda— cuenta todavía en dirección a Amadeo. El cual agarra su celular, ya que cree que no se ha podido comunicar con él y por eso molesta a su secretaria, pero no. No hay ni mensajes, ni llamadas registradas; de nadie.
—¿Qué te dijo mi madre?— ahora sí tiene curiosidad del por qué estarían hablando ellas dos.
—Me ha invitado al almuerzo que ustedes tienen como familia— responde sorprendiendo a los primos Belmonte.
—¡Woww! Eso es nuevo— admite Federico, pero le guiña el ojo a Amadeo.
—¿Te has negado?— indaga él último mencionado, sabiendo lo que escuchó.
—Sí, yo no puedo ir a interrumpir sus reuniones.— explica.
—Sí puedes, querida Olga— ríe el doctor mientras la abraza por los hombros y genera incomodidad en su primito, ya que se pone celoso.
—En realidad, sí debes ir— admite su jefe— Mañana presentaré a Theo y quiero que tú nos acompañes. Eres muy importante— confiesa de cierto modo cariñoso que la desestabiliza un poco, haciendo que su corazón salte de emoción.
—¿Qué?—cuestiona en su burbuja de amor mientras que su hermano; Federico y Theo, los miran un poco fastidiados porque creen que ya deberían besarse y vivir juntos.
Es más, el doctor está pensando en secuestrarlos a ambos y mandarlos a un juzgado con todo pago para que unan sus vidas para siempre, siendo una familia feliz con el pequeño Theo.
Sí, coincido con ustedes; es una locura.
—Eres importante para mi hijo— corrige Amadeo en su intento de no ser tan obvio, pero decepciona a la pobre secretaria.
´´Listo, la boda se cancela´´— piensa nuevamente Federico, mientras que rueda los ojos por tener a un cobarde tan cerca. Y aunque le encantaría golpear la cabeza de quién tiene al lado, no puede por estar en un lugar público, pero ya lo hará en la intimidad de su hogar.
—Sí, eres muy importante para todos— responde Theo tratando de salvar la futura relación que por ahora parece estar bastante lejos de darse.
—Estaré contigo unos minutos cuando te presenten y luego volveré a casa de mi hermano— acepta solamente por eso, ya que es un niño que tendría que enfrentar a un gran número de familiares.
Sin embargo, no duda de que todos lo amen de inmediato; tal como la ha conquistado a ella.
Olga se va con su hermano en el auto y los primos se van con Theo, ya que no se tiene que esconder de Federico.
Dichos hermanitos no hablan nada durante su viaje, puesto a que ella la ha pasado mal y se nota que está triste por las erróneas palabras que ha utilizado el pelinegro. Mientras que los primos van en una conversación bastante graciosa para el menor y el doctor…
—¿Cómo se te ocurre decirle que es importante para Theo?— reclama Federico riendo.
— ¿Qué tenía que decir según tú?— el veterinario lo mira con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados, por unos segundos, porque es quién maneja.
—Hubieses dicho que también lo es para ti o mínimamente, confesarle el amor que sientes— agrega el menor sorprendiendo a ambos mayores.
— Realmente dudo que se anime a eso— bromea nuevamente el castaño, viendo como ´´la victima´´ trata de ignorarlos.
—Tal vez ustedes sean padre e hijo porque son igual de insoportables – responde Amadeo.
—No puedes ser tan sensible— contesta Fede.
—Espero que él me enseñe a ser valiente y confesarme ante una chica cuando me guste— remata Theo haciendo enojar a su padre, ya que recién lo conoce y ya lo quiere reemplazar.
—Agradezcan que no los dejo tirados en medio del camino, sino tendrían que pedir un taxi— dice ofendido.
—No nos importaría. Podemos pagarlo— ríe su primo mostrando su Billetera.
—Es cierto, además yo tengo mis ahorros— avisa su hijo.
—¿Qué?— se sorprende el nuevo tío.— ¿Desde cuándo ahorras y cuánto tienes?
—Desde que tengo siete años y mi madre me dijo que lo hiciera por las dudas que pasara algo. Y ya reuní más de cinco mil dólares, gracias a los dibujos que he vendido.
—¿Cómo son?— cuestiona su padre feliz por tener un emprendedor en la familia.
—Cuando lleguemos a la nueva casa puedo mostrarles— ofrece recibiendo un asentimiento con bastante emoción por parte de quienes van en los asientos se adelante.
El resto del camino es silencioso, ya que Federico no quiere seguir fastidiando a su primo, pero piensa que debería hacer algo por él y su futura familia. Porque sí, confía en que Olga siente algo por Amadeo, sino, no lo abrazaría con tanto sentimiento, ni cuidaría un hijo ajeno, cuando ni siquiera recibió una amenaza.