El padre mafioso de mi hija

Sabrina no lograba hallar forma alguna de conseguir el dinero, lloraba desesperada sin saber qué hacer. Cansada, se quedó dormida entre lágrimas y al día siguiente al despertar, precisaba ir al resort para entregar un certificado médico y recoger su salario del mes; contaba todas las monedas que tenía y aun así no sabía qué hacer.

Tras cobrar su salario y conversar en la oficina de Recursos Humanos con la ayuda de Camila, Sabrina salía, recorriendo el inmenso pasillo de tiendas del resort y quedó maravillada con tanto lujo cuando se detuvo a admirar un escaparate; de repente, incrédula ante lo que veía frente a sí. Cerró y abrió los ojos para asegurarse y sintió su cuerpo paralizarse al confirmar que era Gabriel, al menos ese era el nombre falso que él le había dado, era el hombre que había conocido años atrás en un bar y la había abusado sexualmente. Él sostenía la mano de un niño rubio y estaba acompañado por una mujer rubia de espaldas.

El corazón de Sabrina pareció congelarse momentáneamente, y un torbellino de emociones la embargó. Cuando las miradas de Gabriel y ella se cruzaron, Sabrina sintió que desfallecería, tuvo que mantenerse firme y trató de alejarse lo más rápido posible de aquel hombre.

La ira inundó a Gabriel al ver a Sabrina a lo lejos; aprovechando que su esposa había entrado a una tienda con su hijo, se dirigió rápidamente hacia Sabrina, con una expresión furiosa y frustrada en su rostro. Ella intentó caminar más rápido, sin embargo, él la alcanzó y arrastró a Sabrina a un rincón apartado en un oscuro pasillo dentro del resort.

- ¿Qué demonios haces aquí? ¿Piensas chantajearme\, puta? - Espetó Gabriel con voz áspera\, apretándole el brazo con fuerza.

Tomada por sorpresa y algo atemorizada por la reacción agresiva de Gabriel, Sabrina se mantuvo firme.

- No vine a buscarte. No imaginé encontrarte aquí.

Gabriel apretó los dientes y se cruzó de brazos, mirándola fijamente.

- Mentira\, sé que estás aquí por mí y te arrepentirás\, dime ahora qué haces aquí - Dijo mientras le tiraba del cabello con fuerza y seguía apretando su brazo.

- Suéltame o voy a gritar - Contestó Sabrina\, nerviosa.

- Dime qué estás haciendo aquí\, ¡coño! - Exigió Gabriel\, sacando su arma y presionándola contra el vientre de ella.

- No vine por ti\, ¡carajo! Perdí todo\, me vine a vivir a esta ciudad con una amiga de mi madre\, te juro que no sabía que vivías aquí - Dijo Sabrina\, aterrada de revelar que tenía una hija con aquel monstruo.

- Puta\, si mientes y lo descubro\, acabo contigo\, con tu madre y tu amiga. Quiero que desaparezcas de Sicilia tan pronto como sea posible - Vociferó Gabriel\, tirando de su cabello con más fuerza.

Sabrina sintió una mezcla de tristeza y rabia. Lo miró directo a los ojos.

- ¿Crees que puedes simplemente mandarme a ir? Tengo derecho a estar aquí\, Gabriel. Ya no soy la misma que conociste.

Gabriel soltó una risa amarga.

- Realmente lo crees\, ¿verdad? ¿Piensas que me convencerás de que cambiaste? No seas ingenua\, Sabrina. Si mi esposa se entera de ti\, no podré mantenerte a salvo\, vete de esta isla o acabaré contigo y con tu madre - Dijo\, descontrolado.

Las lágrimas empezaban a formarse en los ojos de Sabrina, pero hizo un esfuerzo por mantenerse fuerte frente a Gabriel.

- Si piensas que vine por ti\, te equivocas. No quiero problemas contigo ni con tu esposa. Ahora\, si me disculpas\, tengo asuntos más importantes que atender.

- Sabrina\, no estoy jugando\, más te vale alejarte de aquí hoy mismo - Amenazó él y se alejó de ella.

Sabrina aprovechó el momento y se distanció de Gabriel, dejándolo ahí parado, visiblemente alterado por su presencia.