Caníbal

Jul estaba nerviosa y se movía con preocupación por toda su habitación. Cuando ella había regresado de deshacerse de Melody, no encontró a Jane por ninguna parte y lo primero que pensó era que ella había ido a buscar a Melody. Sentía tanta ansiedad que su cuerpo temblaba y entraba en crisis.

¿Cómo podemos confrontar la verdad? ¿Cómo reaccionarías ante ella?

Jane miró al hombre gordo que tenía en frente. Ella se encontraba en la casa del alcalde del pueblo, ese hombre poseía ciertos lujos pero, no podía igualar la enorme mansión de los Tesca, los coches de lujos, como el Fiat 125 special y la cantidad de cuadros validados en millones. Jane se encontraba sentada en un sillón de color rojo vino y el alcalde estaba sentado frente a ella, alejados por unos dos metros de distancia y al lado del hombre tenía un guardaespaldas vestido con traje negro. Las paredes de yeso de la habitación estaban pintados de color rojo vino y había un hermoso tapete en el suelo, abarcando casi toda la sala.

—¿Quieres que cierra el puente? —El alcalde tomó un sorbo de su vino sin apartar la vista de Jane. Había tantos rumores sobre los Tesca y el alcalde justo en ese momento confirmaba como verídico uno de ellos y era que, los Tesca eran muy hermosos. Cabello rubio y unos ojos azules que podían hipnotizar a cualquiera y esos labios rosas que uno mataría por besarlos. —Si cierro el puente, no podremos recibir los comercios de la ciudad que ingresan a Miches. ¿Quieres vernos morir de hambre?

—Si no lo cierras, lo destruyo. —Jane movió la cabeza a un lado y el alcalde tragó el vino con nerviosismo. Conocía desde hace mucho tiempo a los Tesca y en especial a William Tesca y sabía que ese hombre criaba a sus hijos para que fueran unos malditos depredadores. ¿Qué monstruo había creado esta vez? Él le dedicó una mirada analizadora, sin embargo, no pudo comprender nada de Jane. Ella era extraña, no por el simple hecho de tener esa mirada fría que parecía de un muerto pero, que a la vez era muy desafiante y podría dar miedo. Era otra cosa más, el alcalde no sabría explicar que era aquello, sin embargo, todo en Jane le causaba inquietud y en cierta parte molestia. Ella parecía tan ida… ¿O no lo estaba?

—Podemos negociar, señorita Tesca. —El alcalde frotó ambas manos y levantó la punta del pie y dio un toque débilmente al suelo de madera. Se creía astuto por graduarse en una gran escuela de la ciudad. Muchos que salían de esa escuela pensaban de esa forma y también William Tesca era uno que pensaba de tal manera, pero, el estúpido modo en que terminó, demostraba su coeficiente.

Entonces, el guardaespaldas sacó rápidamente su arma para disparar, sin embargo, recibió un balazo en la frente antes de que pudiera reaccionar. Y el cuerpo cayó a un costado del alcalde, la sangre comenzó a ensuciar el tapete. Azul y rojo, no era tan bonito.

—Vaya, no doy segunda oportunidades. Sin embargo, haré una excepción. —La cara del alcalde lucía aterrada mientras veía el cuerpo de su guardaespaldas muerto en el suelo y luego miró a Jane, esos ojos azules lucían fríos y muertos. Y a la vez parecían como los de un felino dispuesto a cazar a su presa. ¿Qué era ese monstruo?, él sentía miedo de ese monstruo.

—Gracias por perdonar mi vida, haré que cierren de inmediato el puente. —El alcalde no se atrevió a ver a Jane de nuevo a los ojos y se quedó viendo el suelo fijamente hasta que escuchó los pasos de Jane alejarse y escucharse cada vez más lejos y luego suspiró. Se relajó en su asiento y luego sintió náuseas al observar nuevamente el cuerpo de su guardaespaldas.

Jane regresó a su mansión y observó al mayordomo esperándola con una mirada triste.

—¿Qué sucedió? —Jane preguntó seriamente.

—La señorita Jul… —Las palabras del mayordomo se atoraron en su garganta. Y sus manos temblaron como si estuviera muriéndose del frío. Su mirada lucía ida y llena de dolor. Él sentía un gran ardor en el pecho. —Por favor, despídame. No puedo soportar ver más escenas como esta, se que la conozco desde que usted nació, pero, realmente no puedo vivir en un ambiente como ese, ya no. Me siento un pecador por ser cómplice de tantas muertes. ¿Quiénes crearon a los Tesca? —El hombre estaba llorando mientras decía aquellas palabras, y Jane miró al hombre con desagrado total. Sin embargo, ella no se sentía capaz de matar a ese hombre y solamente asintió. Cruzó al lado del hombre y lo escuchó suspirar, ella entró y cerró la puerta. Esto era un adiós.

Jane se quedó un momento parada allí luego de cerrar la puerta. Recordó el pasado y esos días, cuando sus pensamientos no eran tan oscuros como lo son ahora, ella amaba jugar con el mayordomo o como ella lo llamaba antes, Mr. Tin.

Talvez ella tenía unos cuatro o cinco años, Jane no podía recordar eso con claridad, pero, sabía exactamente que esa era la única parte de su vida en la que pudo jugar y tomar el té con Mr. Tin. Todo esto era un secreto en complicidad de ellos dos, era muy divertido y eso hacía feliz a Jane. Lamentablemente, la felicidad no puede ser eterna.

Una lágrima se resbaló por el rostro de Jane y eso hizo que volviera a la realidad, suspiró molesta y se pasó la manga de la camisa en la mejilla con bastante fuerza, dejándola un poco rojiza. Ella era consiente de que sentir era una perdida de tiempo, era un obstáculo al igual que un tronco caído, que impedía el paso. Y justo ahora no era el momento de parar.

Subió las escaleras y cuando estaba por entrar a su habitación escuchó a Jul llamándola. Estaba apresurada, quería refugiarse allí.

—Lo lamento, pero, ella me lo quería quitar todo. —Jane arrugó las cejas y miró a Jul manchada de rojo y se acercó furiosa donde ella.

—¿Qué mierda hiciste? —Jane sostuvo el cuello de Jul apretándolo y ella cerró los ojos aguantando el dolor. Su cara se enrojeció rápidamente.

—La maté, ¡Yo la maté! —Jul dijo sin remordimiento. Jane se quedó estática un momento y luego soltó a Jul y entró a su habitación cerrando la puerta fuertemente.

«Estoy perdiendo el control», Jane se sentó en su cama y luego de suspirar unas cuantas veces, se acostó y durmió. Y soñó, no tuvo pesadillas, está vez en verdad soñó.

Al día siguiente Jane se levantó algo adolorida, pensar le había dejado fatal. La luz solar entraba por la ventana y escuchaba a algunas aves chillar. Esto produciéndole un intenso dolor de cabeza, hacía mucho tiempo no le pasaba eso, pensaba que ya había superado esa etapa, ¿o retrocedió?

La puerta de su habitación recibió dos golpes, «toc, toc». Ella miró la puerta con cansancio total y volvió a acostarse, sin embargo, la puerta se abrió y esto hizo que Jane volviera a sentarse en la cama.

Era obviamente Jul, vestida con un hermoso vestido blanco con estampados de círculos rojos, tenía un sombrero rojo en la cabeza y llevaba un hermoso collar en el cuello. Parecía una dama.

—Jane, por favor, perdóname. Yo… —Jane asintió suspirando cansada de escuchar la voz de Jul y luego dijo.

—Felicidades por adquirir tu primer objeto. ¿Cuál parte fue?, ¿ojos, manos, orejas o corazón? —Jane sonrió de una manera inquietante y ladeó la cabeza a un lado.

—¿Ya no estás molesta? —Jane volvió a su estado habitual y simplemente expresó.

—¿Por qué me molestaría por un objeto? —Se mintió a si misma, era mejor hacer eso que sentir un sentimiento extraño y molesto. Era mejor volver a ser la Jane de siempre.

¿Cómo puedes cambiar si te han moldeado de ese modo?

En el pasado, justamente el año que Jane cumplió los siete años. Estaba en su casa en la ciudad, a lo lejos se escuchaban los sonidos de los coches en la calle. Y algunos vecinos discutiendo, lo normal.

—Te dije que no toques a mis muñecas. —Jane enfrentó al segundo hijo de los Tesca, era un niño de diez años, era rubio y vestía muy elegante. Se parecía a William, su padre y actuaba parecido a su madre.

—Haz silencio, es molesto escucharte. Además, jugar con eso te hará ser como una cucaracha. —Él comentó mientras esquivaba a jane quien intentaba recuperar lo suyo. El segundo hijo de los Tesca, arrancó un brazo y luego una pierna. —¿Qué? ¿Por qué haces esa expresión?, ¿Vas a llorar? —Él comenzó a burlarse, sin embargo, Jane sacó una tijera del bolsillo de su vestido y saltó encima de su hermano. Él forcejeó para quitársela de encima, sin embargo la tijera alcanzó su ojo y él gritó pidiendo ayuda.

—¡Jane! —La señora Tesca la empujó y fue corriendo a ver a su hijo. Esa era la primera vez que Jane sentía envidia. —¿Por qué te tuve? —Su madre la miró con un gran desprecio. «Mamá…»

¿Qué tan grande es la hipocresía humana?